Giuseppe Garibaldi en la Unificación Italiana
Este texto se ocupa de lo qué hizo Giuseppe Garibaldi en la unificación italiana. Preparándose para ascender a la parte continental del Reino con el fin de apuntar a Nápoles, los Mil -a pesar de las pérdidas sufridas entre mayo y agosto- se habían multiplicado entretanto, no sólo gracias a los hombres de las escuadras campesinas sicilianas, sino también en virtud de los miles y miles de nuevos voluntarios que, una vez abierta de par en par la puerta del Reino en la isla, habían acudido de otras partes de Italia pero también del extranjero para engrosar las filas del ejército de los Camisas Rojas. En agosto Garibaldi comenzó las operaciones de desembarco en el continente y en septiembre entró en Nápoles. A lo largo del camino había encontrado una resistencia militar tal vez más modesta que la que había encontrado en sus primeras semanas en Sicilia; e incluso en el continente había visto reconfirmado el importante apoyo de las élites locales. Sin embargo, mientras subían desde la punta de la bota hacia Nápoles, los hombres de Garibaldi habían tenido también la oportunidad de percibir cómo un mundo inesperado, brutalmente impregnado de malestar y extrema desesperación, había echado raíces en aquellas tierras con las que tanto habían soñado. En septiembre, cuando a Garibaldi se le unieron en Nápoles Mazzini y Cattaneo, parecía que había una última oportunidad para una unificación nacional con, si no republicana, al menos más democrática que aquellas con las que se produjo. Y por mucho que Garibaldi, con su apoyo a la Sociedad Nacional, hubiera contribuido en los años anteriores a suavizar su radicalismo, la mayoría de los que le habían seguido en Sicilia y en el Mezzogiorno continental eran también figuras cuya ideología y temperamento no podían compararse con el protagonismo dinástico que mientras tanto los dirigentes saboyanos relanzaban invadiendo las Marcas y Umbría con tropas reales a principios de septiembre.