A partir del siglo XV, la orientación de África Occidental empezó a cambiar, pasando de estar orientada hacia el interior, hacia las rutas de caravanas transaharianas, donde surgieron estados poderosos y centralizados cerca del Sáhara para controlar este comercio hacia las regiones costeras, a un enfoque atlántico orientado hacia el exterior. A medida que las embarcaciones europeas navegaban por la costa de África Occidental, los pueblos costeros interactuaban y comerciaban con los recién llegados, ya que trataban de aprovechar las nuevas oportunidades que se les presentaban. Así se inició un proceso en el que grandes sectores de África Occidental, desde los ríos Senegal y Gambia (Senegambia) hasta el Reino del Kongo, se involucraron en el comercio atlántico. Mientras que los estudiosos consideraron en su día que la participación de África Occidental en el comercio atlántico era totalmente destructiva, sobre todo por las consecuencias demográficas de la trata de esclavos, junto con la creencia de que la importación de productos europeos y otros productos mundiales destruía la manufactura autóctona, creando así dependencia, los estudios recientes destacan la agencia africana y el control costero de África sobre el comercio atlántico. El auge del comercio atlántico hizo que los pueblos con presencia costera pudieran establecerse como intermediarios entre el Atlántico y el interior. Esto significó que muchas ciudades costeras, por lo general orientadas a la pesca, pero que a menudo servían como ciudades de mercado, se convirtieron rápidamente en importantes puertos que conectaban el comercio atlántico con las redes comerciales regionales. El primer ejemplo de ello fue la construcción por parte de Portugal del castillo de São Jorge da Mina (Elmina) en 1482, tras recibir el permiso de la élite local. Durante este periodo de comercio atlántico, se desarrollaron numerosos puertos costeros que desempeñaron un importante papel económico, social, político y cultural en el desarrollo de África Occidental, complementado por un sistema de comercio costero secundario que permitía comerciar allí donde no existían puertos establecidos. Aunque estos puertos desempeñaron un papel importante en este periodo, el número de historias individuales de estos puertos sigue siendo bastante reducido.