Naess se manifestó en sus escritos no sólo como un pensador profundo -y a veces como un escritor oscuro-, sino también como alguien amable, humilde y, sin embargo, travieso y juguetón. Nos dijo “que el frente es largo”, lo que significa, según mi interpretación, que hay muchos caminos hacia una conciencia ecológica profunda; muchas batallas en las que los participantes pueden participar; y que debemos ser tolerantes y apoyar a todos los que están en el camino hacia una nueva conciencia de la Tierra, sin importar el campo particular de compromiso. También subrayó que, para los activistas medioambientales, los puntos de vista de los oponentes deben presentarse de forma honesta y no distorsionada. A través de muchas historias, supimos que Arne, además de filósofo, era también activista medioambiental, boxeador y escalaba montañas en Noruega y en todo el mundo. Pensaba y escribía en una cabaña de trabajo construida por él mismo en lo alto de una montaña noruega, donde las necesidades de la vida: agua, comida, cobijo, calor, aire limpio y quizás soledad -lo que él llamaba en su filosofía “necesidades vitales” del ser humano- se hacían mucho más evidentes. (Naess abogaba por disminuir el nivel de vida material en los países ricos). Había una gran mística en torno a él. Además, formaba parte de una privilegiada familia naviera noruega y, por tanto, había nacido con una cuchara de plata en la boca. Sin embargo, para Naess, había que cumplir lo que se decía, y opinaba que la gente corriente muestra un gran escepticismo hacia los valores declarados verbalmente que no se expresan en el estilo de vida del propagandista.