▷ Sabiduría mensual que puede leer en pocos minutos. Añada nuestra revista gratuita a su bandeja de entrada.

Disparidades Raciales

▷ Regístrate Gratis a Nuestra Revista

Algunos beneficios de registrarse en nuestra revista:

  • El registro te permite consultar todos los contenidos y archivos de Lawi desde nuestra página web y aplicaciones móviles, incluyendo la app de Substack.
  • Registro (suscripción) gratis, en 1 solo paso.
  • Sin publicidad ni ad tracking. Y puedes cancelar cuando quieras.
  • Sin necesidad de recordar contraseñas: con un link ya podrás acceder a todos los contenidos.
  • Valoramos tu tiempo: Recibirás sólo 1 número de la revista al mes, con un resumen de lo último, para que no te pierdas nada importante
  • El contenido de este sitio es obra de 23 autores. Tu registro es una forma de sentirse valorados.

Disparidades Raciales

Este elemento es una expansión del contenido de los cursos y guías de Lawi. Ofrece hechos, comentarios y análisis sobre las “Disparidades Raciales”, en el contexto de la justicia racial, la justicia penal, y la diversidad racial.

🙂 ▷ Ciencias Sociales y Humanas » Inicio de la Plataforma Digital » A Derecho Social Global » Disparidades Raciales

Disparidades Raciales en la Salud y el Sistema Penal

Estados Unidos destaca por su abundante riqueza y sofisticación tecnológica. También destaca por sus elevados niveles de desigualdad social, en particular entre grupos raciales. En este texto, exploramos los patrones de disparidad racial/étnica dentro de dos ámbitos institucionales, la sanidad y la justicia penal, para menores y adultos. La erudición previa sobre estas cuestiones se ha desarrollado en su mayor parte en silos disciplinarios desconectados, siendo los estudios sobre la salud y la enfermedad competencia de médicos, enfermeras, epidemiólogos y sociólogos médicos, y la investigación sobre los procesos de justicia penal, preocupación de criminólogos y juristas. Nos asomamos a través de los muros de los silos, examinando cómo están conectadas las desigualdades raciales/étnicas en estas áreas de la vida social.

Disparidades raciales en la salud y exposición al sistema judicial

El resto del texto está organizado como sigue. Comenzamos con un análisis de los antecedentes de los patrones de disparidad racial en la prevalencia de enfermedades y las tasas de mortalidad. Le sigue una descripción de las disparidades observadas en el encarcelamiento entre grupos raciales y étnicos.

En otro lugar, se dicute las teorías que potencialmente explican:

  • por qué los resultados de la salud y la justicia penal están correlacionados; y
  • por qué las disparidades raciales en la prevalencia de enfermedades y la exposición al sistema de justicia penal son similares.

Concluimos con un breve debate sobre cómo pueden reducirse la salud, la delincuencia y la desigualdad racial/étnica.

Disparidades raciales en la salud en Estados Unidos

Las estadísticas de salud y longevidad difieren notablemente entre los subgrupos raciales y étnicos de la población estadounidense. Estas discrepancias siguen un patrón familiar, imitando los contornos de las desigualdades en el empleo (Hout, 2017), la riqueza (Shapiro, 2017), los ingresos (Peterson, Snipp, & Cheung, 2017) y la educación (Reardon & Fahle, 2017). En concreto, los estadounidenses de raza blanca se encuentran en una situación ventajosa en relación con la mayoría de los grupos raciales no blancos (Johnson, 2017; Williams & Sternthal, 2010), siendo los afroamericanos los que experimentan mayores desventajas sanitarias y los indios americanos también salen mal parados en comparación con los blancos (Beydoun et al., 2016; National Center for Health Statistics, 2017). De los grupos raciales no blancos, sólo los estadounidenses de origen asiático presentan unos resultados sanitarios que se comparan favorablemente con los de los blancos (Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias, 2017; Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU., 2018).

Disparidades en la mortalidad

Las desigualdades sanitarias están bien ilustradas por los datos de mortalidad (Beydoun et al., 2016; Borrell, Dallo y Nguyen, 2010; Richardus y Kunst, 2001). La tasa de mortalidad por todas las causas en 2016 fue un 18% más alta para los afroamericanos no hispanos que para los blancos no hispanos (Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. (US DHHS), Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS), 2018). Las tasas de mortalidad por todas las causas de los nativos americanos fueron aproximadamente un siete por ciento superiores a las de los blancos no hispanos (Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. (US DHHS), Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias (NCHS), 2018). Los estadounidenses de origen asiático tenían tasas de mortalidad un 47% más bajas que los blancos no hispanos (Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU. (US DHHS), Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias (NCHS), 2018). Curiosamente, las personas de origen hispano/latino (de cualquier raza) tenían tasas de mortalidad casi un 30% más bajas que los no latinos (de cualquier raza). Esta diferencia refleja la llamada “paradoja latina”, según la cual los latinos obtienen mejores resultados de lo esperado en diversos aspectos de la salud a pesar de tener un estatus socioeconómico relativamente bajo y un acceso deficiente a la atención sanitaria.

▷ En este Día de 2 Mayo (1889): Firma del Tratado de Wichale
Tal día como hoy de 1889, el día siguiente a instituirse el Primero de Mayo por el Congreso Socialista Internacional, Menilek II de Etiopía firma el Tratado de Wichale con Italia, concediéndole territorio en el norte de Etiopía a cambio de dinero y armamento (30.000 mosquetes y 28 cañones). Basándose en su propio texto, los italianos proclamaron un protectorado sobre Etiopía. En septiembre de 1890, Menilek II repudió su pretensión, y en 1893 denunció oficialmente todo el tratado. El intento de los italianos de imponer por la fuerza un protectorado sobre Etiopía fue finalmente frustrado por su derrota, casi siete años más tarde, en la batalla de Adwa el 1 de marzo de 1896. Por el Tratado de Addis Abeba (26 de octubre de 1896), el país al sur de los ríos Mareb y Muna fue devuelto a Etiopía, e Italia reconoció la independencia absoluta de Etiopía. (Imagen de Wikimedia)

Aunque las disparidades raciales en las tasas de mortalidad están presentes a lo largo de toda la vida, la brecha es más pronunciada entre los jóvenes y los adultos jóvenes. Las tasas de mortalidad por todas las causas para las personas de 65 años o más fueron un 7% más altas para los negros no hispanos que para los blancos (Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. (US DHHS), Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS), 2018). Para los jóvenes de 1 a 24 años, la disparidad fue sustancialmente mayor, con tasas de mortalidad por todas las causas un 60% más altas para los afroamericanos que para los blancos (Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. (US DHHS), Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS), 2018). Además, las tasas de mortalidad infantil (< 1 año de edad) fueron 2,3 veces mayores para los afroamericanos que para los blancos (Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. (US DHHS), Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS), 2018). Teniendo en cuenta los datos anteriores, es fácil entender por qué los afroamericanos viven, de media, cuatro años menos que los blancos (Kochanek, Murphy, & Xu, 2015).

Disparidades en las enfermedades físicas

También existen marcadas disparidades raciales en la prevalencia de muchas enfermedades, con los negros de nuevo en desventaja con respecto a los blancos (Hayward & Heron, 1999; Johnson, 2017; Massoglia, 2008b). En general, este patrón se mantiene para las afecciones crónicas no infecciosas como la diabetes, la obesidad y las cardiopatías (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2018; Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias, 2017) y para las enfermedades infecciosas graves como la tuberculosis (Nahid et al., 2011), la helicobacter pylori (McQuillan et al., 2004), el VIH (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2017a) y varias ETS (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2017b).

Las diferencias raciales/étnicas en la prevalencia de enfermedades se dan tanto en niños y adolescentes como en adultos. El asma, una de las enfermedades crónicas más comunes que afectan a los jóvenes estadounidenses, se da en tasas más altas entre los puertorriqueños y los afroamericanos que entre los blancos o los mexicanoamericanos (Price et al., 2013). La obesidad es más prevalente entre los jóvenes afroamericanos e hispanos que entre los blancos (Price et al., 2013; Singh, Siahpush y Kogan, 2010). La prevalencia de la diabetes juvenil también difiere según la raza, pero el patrón depende del tipo de enfermedad. El tipo 1 es más común entre los jóvenes blancos no hispanos, mientras que el tipo II es más común entre los jóvenes indios americanos y afroamericanos (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2018; Spanakis & Golden, 2013).

Disparidades en las enfermedades mentales

También existen pruebas de disparidad racial en la prevalencia de las enfermedades mentales, pero el patrón no es sencillo. En general, los grupos raciales no blancos tienen una menor prevalencia de (cualquier) enfermedad mental que los blancos (Budhwhani, Hearld, & Chavez-Yenter, 2015). Pero en la historia aparecen matices. En primer lugar, a pesar de la menor prevalencia general de enfermedades mentales, las pruebas indican que los negros no hispanos que enferman tienen más probabilidades de sufrir un trastorno persistente que los blancos no hispanos (Breslau et al., 2005). Además, mientras que algunos trastornos depresivos como la depresión mayor son menos comunes entre los afroamericanos que entre los blancos, otros trastornos depresivos, como la distimia, son más comunes entre los afroamericanos (Riolo et al., 2005). Por último, algunas investigaciones sugieren que los negros no hispanos tienen una mayor prevalencia a lo largo de la vida del trastorno de estrés postraumático (TEPT) o son más propensos a ser diagnosticados de esquizofrenia que los blancos no hispanos.

Las diferencias raciales y étnicas en los trastornos mentales también se dan en los adolescentes. Kilpatrick y sus colegas (2003) examinaron las diferencias raciales/étnicas en el TEPT, los episodios depresivos mayores y el abuso/dependencia de sustancias entre una muestra nacional de adolescentes de 12 a 17 años. Encontraron diferencias significativas tanto para el TEPT como para el consumo/dependencia de sustancias. Para el primero, tanto los adolescentes afroamericanos como los hispanos tenían probabilidades más altas (odds ratios de 2,5 y 4,1, respectivamente) que los adolescentes blancos. Para esto último, los adolescentes afroamericanos presentaron probabilidades un 74% más bajas que los blancos. No se observaron diferencias raciales/étnicas estadísticamente significativas para los episodios de depresión mayor.

Disparidades en la vida sana

En conjunto, los apartados anteriores son una prueba contundente de las diferencias raciales en la prevalencia de enfermedades físicas y mentales. De ello cabe esperar que los grupos raciales difieran en la parte de su vida caracterizada por la buena salud. Un indicador de esta diferencia es la “esperanza de vida activa”, que calcula el número medio de años que se puede esperar vivir sin limitaciones de actividad (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2013a). Utilizando datos de 2008, los CDC estimaron que, de media, se esperaba que los estadounidenses blancos vivieran alrededor de 67 años sin limitaciones de actividad debidas a enfermedades crónicas. En comparación, se esperaba que los estadounidenses de raza negra vivieran sólo 61 años sin limitaciones (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2013a). Estas disparidades también aparecen en las mediciones de encuestas sobre la salud autoevaluada. Por ejemplo, los datos del Sistema de Vigilancia de los Factores de Riesgo Conductuales muestran que, en comparación con los blancos no hispanos, un porcentaje significativamente mayor de negros no hispanos informan de que su salud es “regular o mala” (23,3% frente a 13,3%). Además, los afroamericanos también declaran un número significativamente mayor de días física y mentalmente insanos en el último mes que los encuestados blancos (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 2013b).

Basado en la experiencia de varios autores, mis opiniones y recomendaciones se expresarán a continuación (o en otros lugares de esta plataforma, respecto a las características en 2024 o antes, y el futuro de esta cuestión):

En resumen, en el caso de los adultos y los menores, los resultados en materia de salud varían claramente en función de la raza y la etnia. Estas disparidades se ven agravadas por el hecho de que, por término medio, existen diferencias en la atención sanitaria. Las pruebas sugieren que los afroamericanos tienen menos acceso a los servicios médicos y los utilizan menos que los blancos (Artiga et al., 2016). Además, aunque la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible ha disminuido la proporción global de la población que carece de seguro médico y ha reducido las disparidades en la cobertura, persisten diferencias raciales/étnicas clave en el acceso y la utilización (Artiga et al., 2016; Artiga, Foutz, & Damico, 2018).

Disparidad racial en el sistema de justicia penal

Uno de los desarrollos dramáticos de la sociedad estadounidense desde 1970 ha sido la gran y rápida expansión del sistema de justicia penal. Así lo ponen de manifiesto los datos sobre la tendencia del encarcelamiento en Estados Unidos. En 1970, las prisiones estatales y federales para adultos albergaban a unos 329.000 reclusos, una tasa cercana a los 160 presos por cada 100.000 habitantes. A mediados de la década de 2010, la población adulta total en prisiones y cárceles rondaba los 2,2 millones, una tasa de casi 870 por cada 100.000. Aunque se ha producido cierto descenso en el encarcelamiento de adultos en los últimos años, la tasa actual sigue siendo más de cinco veces superior a la observada a principios de la década de 1970.

El encarcelamiento de menores también experimentó cambios drásticos durante los últimos 50 años. Sin embargo, hubo dos periodos de cambio dramáticamente opuestos, uno antes y otro después del nuevo milenio. En 1980, alrededor de 60.000 menores estaban recluidos en centros de detención de menores. En el año 2000, esa cifra casi se había duplicado y rondaba los 109.000 (National Juvenile Justice Network & Texas Policy Foundation, 2013). Desde 2000, sin embargo, ese crecimiento se ha invertido con creces. De hecho, en 2015, el número de menores en internamiento había descendido a menos de la mitad del máximo alcanzado alrededor de 2000, situándose cerca de los 50.000 (National Juvenile Justice Network & Texas Public Policy Foundation, 2013). Así pues, los últimos 50 años han sido tiempos de cambio en las tasas de encarcelamiento tanto de adultos como de menores en Estados Unidos. Antes de 2000, ese cambio supuso un aumento del encarcelamiento tanto de adultos como de menores. Inmediatamente después de 2000, las tasas juveniles descendieron. Las tasas de adultos siguieron aumentando durante varios años más antes de caer modestamente durante la década de 2010. A pesar de los recientes indicios de descenso, las tasas globales de encarcelamiento siguen siendo históricamente elevadas. Además, como documentamos a continuación, existen preocupantes disparidades raciales en el encarcelamiento en Estados Unidos.

A pesar del descenso de las tasas de encarcelamiento de jóvenes desde 2000, las disparidades raciales en el encarcelamiento siguen siendo firmes. De hecho, en términos relativos, el descenso de la tasa de encarcelamiento de jóvenes negros fue menor que el descenso de la tasa de encarcelamiento de jóvenes blancos (The Sentencing Project, 2017). En consecuencia, la proporción de la tasa de encarcelamiento de jóvenes negros y blancos aumentó de 4,12 en 2001 a 5,03 en 2015 (The Sentencing Project, 2017). Las tasas de encarcelamiento juvenil de otros grupos minoritarios raciales y étnicos también superan a las de los blancos. Para los menores indios americanos, la tasa de reclusión en centros de seguridad es tres veces superior a la de los blancos; para los hispanos es 1,65 veces superior a la de los blancos (The Sentencing Project, 2017). La única excepción es la de los jóvenes estadounidenses de origen asiático, cuya tasa de encarcelamiento es un 73% inferior a la de los jóvenes estadounidenses de raza blanca (The Sentencing Project, 2017). Los jóvenes de minorías tienen más probabilidades de sentir el impacto del “conducto de la escuela a la cárcel”. Los estudiantes afroamericanos, por ejemplo, son sólo el 16% de la población estudiantil, pero constituyen el 27% de los estudiantes remitidos a las fuerzas del orden por las escuelas (Departamento de Educación para los Derechos Civiles de EE.UU., 2014). En resumen, aunque el panorama general del encarcelamiento juvenil retrata un progreso significativo hacia una menor reclusión en el sistema de justicia penal, una mirada más atenta muestra una preocupante persistencia de una desigualdad racial y étnica sustancial, en la que los afroamericanos soportan la mayor carga. Las investigaciones indican que estas disparidades en el encarcelamiento reflejan tanto diferencias raciales en la comisión de algunos delitos como un trato diferencial por parte del sistema de justicia penal.

En otro lugar se explica la asociación entre la salud y los resultados de la justicia penal.

Revisor de hechos: Eleonor

Algunos Aspectos sobre Justicia Racial, Injusticia Racial y Diversidad Racial

Nota: puede interesar la lectura de Injusticia Laboral, la lectura de injusticia judicial, la lectura de injusticia social y de la injusticia en general.

La ausencia de sociedades organizadas por principios de justicia racial deliberativa (véase más detalles) nos obliga a imaginar cómo sería un mundo así, una tarea para la que la filosofía política es muy adecuada. Al imaginar un control de la delincuencia racialmente democrático (véase un análisis del mismo), resulta útil emplear un lenguaje afín que exprese valores de la cultura política actual, empezando por la idea de inclusión.

El control racialmente democrático (véase más detalles) se basa en este fundamento normativo, imaginando grupos raciales y étnicos comprometidos en una democracia inclusiva y comunicativa.

Se puede describir la justicia democrática y la paridad participativa como aspectos de la inclusión mutuamente entrelazados y coimplicados:

  • Por un lado, el principio de paridad participativa es una noción de resultado, que especifica un principio sustantivo de justicia por el que podemos evaluar los acuerdos sociales: éstos son justos si y sólo si permiten a todos los actores sociales relevantes participar como iguales en la vida social.
  • Por otro lado, la paridad participativa es una noción de proceso, que especifica una norma de procedimiento mediante la cual podemos evaluar la legitimidad democrática de las normas: estas últimas son legítimas si y sólo si pueden obtener el asentimiento de todos los implicados en procesos de deliberación justos y abiertos, en los que todos puedan participar como iguales.

Véase, si es de interés, la información relativa a los “Disturbios Raciales“.

En otro lugar de esta plataforma digital (véase acerca de la “Diversidad Racial“), y en relación a algunos aspecto de la raza en la psicología del consumidor (véase más detalles), identificamos y resumimos varias de las principales teorías que se han utilizado en la investigación sobre el consumidor de la población dominante y que se han ampliado a poblaciones diversas. Véase asimismo sobre “Perfiles Raciales“, y también acerca de “Justicia Cultural“.

En relación a la injusticia en la justicia penal, como se comenta en otro lado, se pueden encontrar pruebas de injusticia y opresión en todo el sistema de justicia penal: en las fuerzas del orden, en el poder judicial y en los centros penitenciarios, como ahí se describe.

Recursos

[rtbs name=”informes-jurídicos-y-sectoriales”][rtbs name=”quieres-escribir-tu-libro”]

Notas y Referencias

Véase También

Derechos Humanos, Derechos y Libertades, Discriminación, Diversidad, Editado, Estereotipos, Estigma Social, Etnocentrismo, Racismo, Heterosexismo, Intolerancia, Legislación, Lucha Contra la Discriminación, Migración Internacional, Movimientos de Opinión, Política Migratoria, Política Migratoria Europea, Política Social, Prejuicio, Protección Procesal de los Derechos Humanos, Racismo, Xenofobia, Diversidad, Grupo Sociocultural, Libertad, Asuntos Sociales
Daños, Daños Compensatorios, Daños Consecuentes, Destacado, In, Injusticias, Justicia Social,

▷ Esperamos que haya sido de utilidad. Si conoce a alguien que pueda estar interesado en este tema, por favor comparta con él/ella este contenido. Es la mejor forma de ayudar al Proyecto Lawi.

2 comentarios en «Disparidades Raciales»

Foro de la Comunidad: ¿Estás satisfecho con tu experiencia? Por favor, sugiere ideas para ampliar o mejorar el contenido, o cómo ha sido tu experiencia:

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Descubre más desde Plataforma de Derecho y Ciencias Sociales

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo