Los problemas de la autoridad, la ley y el orden, la obligación y el interés propio se convirtieron primero en temas centrales de la especulación en el pensamiento de los sofistas (finales del siglo V y principios del IV a.C.). Todos los Sofistas más famosos enfatizaron la distinción entre naturaleza (physis) y convención (nomos), y pusieron las leyes en esta última categoría. Generalmente atribuían la ley a la invención humana y justificaban la obediencia a la ley solo en la medida en que promovía el propio beneficio. Las leyes son artificiales, consensuadas; la mayoría de los actos que son justos según la ley son contrarios a la naturaleza; las ventajas establecidas por la ley son cadenas sobre la naturaleza, pero las establecidas por la naturaleza son gratuitas. En la época de los sofistas, las nociones de ley, justicia, religión, costumbre y moralidad eran en gran medida indiferenciadas; sin embargo, en este mismo período se formularon por primera vez algunos de los problemas cruciales de la filosofía jurídica, y se intentó formalizar la definición de la ley. Así, Xenophon (Memorabilia I, 2) reportó que Alcibíades, quien se asoció tanto con Critias como con Sócrates, le comentó a Pericles que nadie puede realmente merecer alabanza a menos que sepa lo que es una ley. Pericles respondió que las leyes son las que son aprobadas y promulgadas por la mayoría en asamblea, en las que declaran lo que se debe y lo que no se debe hacer. Admitió que si la obediencia se obtiene por mera compulsión, es fuerza y no ley, aunque la ley fue promulgada por el poder soberano en el estado. Jenofonte también reportó una supuesta conversación entre Sócrates y el Sofista Hippias en la que ambos mantuvieron una identidad entre la ley, o lo que es legal, y la justicia, o lo que es correcto, mientras admitían que las leyes pueden ser cambiadas o anuladas (ibíd. IV, 4). Sócrates afirmó que existen “leyes no escritas”, observadas uniformemente en todos los países, que no pueden ser producto de la invención humana. Son hechos por los dioses para todos los hombres, y cuando los hombres los transgreden, la naturaleza penaliza la violación.
Sócrates y los Sofistas, como se presenta en los diálogos de Platón, no estaban de acuerdo con la naturaleza humana. Los sofistas concibieron al hombre como motivado egoístamente y antisocial, mientras que para Sócrates, como para Platón y Aristóteles, el hombre era un ser social con otros motivos, además de egoístas, que encuentra satisfacción en la vida social. Por el contrario, el Sophist Callicles, en Gorgias de Platón, sostiene que el hombre no es una excepción a la ley de la naturaleza, según la cual las leyes más fuertes; las leyes hechas por el hombre y las instituciones sociales violan la naturaleza humana. Los sofistas menos radicales, aunque no podían identificar la ley con algún rasgo de la realidad, aceptaban su utilidad práctica.