Primeros Navegantes del Mundo
Este texto intenta describir a quiénes fueron los primeros navegantes del mundo. Muy pronto los hombres de mar debieron darse cuenta de la peculiar libertad y oportunidades que les daba el barco. Podían escaparse a las islas; ningún jefe ni rey podía perseguir un barco o una nave con seguridad; cada capitán era un rey. A los marineros les resultaba fácil hacer nidos en las islas y en posiciones fuertes en tierra firme. Allí podían hacer de puerto, allí podían llevar a cabo cierta agricultura y pesca; pero su especialidad y su negocio principal era, por supuesto, la expedición a través del mar. Cuando uno se da cuenta de la ausencia de moneda pequeña o de cualquier medio de cambio convenientemente portátil en el mundo prealejandrino, uno percibe lo imposible que era viajar en privado en aquellos días.
Ese mundo anterior, antes del 600 a.C., era un mundo en el que un “forastero” solitario era un ser raro, sospechoso y en peligro. Podía sufrir horribles crueldades, pues había poca ley para protegerlo. Por ello, pocos individuos se extraviaban. Uno vivía y moría unido y atado a alguna tribu patriarcal si era nómada, o a algún gran hogar si era civilizado, o a uno de los grandes establecimientos de los templos de los que hablaremos más adelante. O uno era un esclavo pastoreando. Los fenicios eran grandes marineros porque eran grandes comerciantes. Su colonia de Cartago (fundada antes del 800 a.C. por Tiro) llegó a ser más grande que cualquiera de las antiguas ciudades fenicias, pero ya antes del 1500 a.C. tanto Sidón como Tiro tenían asentamientos en la costa africana. Cartago era comparativamente inaccesible para las huestes asirias y babilónicas, y, beneficiándose en gran medida del largo asedio de Tiro por Nabucodonosor II, se convirtió en la mayor potencia marítima que el mundo había visto hasta entonces. Reclamó el Mediterráneo occidental como propio y se apoderó de todos los barcos que pudo capturar al oeste de Cerdeña.