Este texto se ocupa del diseño y estructura institucional de la Unión Europea. La política de competencia ha desempeñado un papel relevante en el sostenimiento de la aplicación del mercado único mediante una serie de leyes, deliberaciones y sentencias comunitarias relativas al control y la aplicación de normas no sólo para las estructuras de mercado competitivas, sino también para la gobernanza empresarial, las fusiones y las adquisiciones. El problema es que la propiedad pública en sectores estratégicos (energía, instituciones financieras, etc.), las estructuras de mercado oligopolísticas y las regulaciones nacionales que operan como barreras no arancelarias son muy comunes en los países de la UE, pero están distribuidas de forma desigual entre los sectores y los estados miembros. En términos de teoría de los juegos, el deseo de obtener la mayor rentabilidad del free-riding -obtener las mejores ventajas de los mercados europeos competitivos, mientras apenas se coopera debido a un lento proceso interno de privatización y liberalización- ha llevado a muchos gobiernos a una defensa implacable de sus “campeones nacionales”. Las instituciones de la UE se han esforzado por proteger el proceso de integración y evitar una situación en la que una solución eficaz al juego de coordinación de la construcción de un entorno de mercados competitivos pudiera verse comprometida por la matriz de cooperación-fracaso del dilema del prisionero. La Comisión se ha esforzado por influir en los procesos de privatización y liberalización dentro de las economías de la UE influyendo endógenamente en estos procesos mediante la provisión de la infraestructura institucional necesaria. La estrategia de la Comisión puede compararse con el fomento de la estructura de pago de un “juego de la gallina” en el que el conflicto de intereses que domina la naturaleza de la coordinación de la interacción de los jugadores se compensa con la alteración del juego de la DP con una penalización mayor que el pago de la deserción mutua.