Crisis Económica de Asia Oriental
A mediados de 1997, varias economías del Asia oriental sufrieron una crisis financiera común. Corea del Sur, Malasia y Tailandia, todas ellas experimentaron severas devaluaciones de los tipos de cambio e inversiones de la cuenta corriente. En cada economía, las devaluaciones de la moneda fueron seguidas por grandes contracciones reales. Otras economías de la región, entre ellas Hong Kong, Indonesia, Filipinas, Singapur y Taiwán, también se vieron afectadas en diversos grados. Una de las preguntas más difíciles es si las consecuencias económicas de la acción gubernamental están determinadas completamente por la idoneidad de la política elegida: si la política es “buena” o “mala” dadas las circunstancias. Está claro, con la ventaja de la retrospectiva, que el FMI calculó mal la profundidad de las recesiones que siguieron a la crisis y, por tanto, mantuvo una política monetaria y fiscal estricta durante algo más de lo que debería haber hecho. También hay pruebas de que calcularon mal la magnitud de los daños en los sectores financieros nacionales de los países afectados. Sin embargo, dados los limitados recursos del FMI y su incapacidad para obligar a los acreedores a aportar recursos, algunos ajustes de la política macroeconómica eran inevitables incluso sin el FMI. De hecho, sin el FMI -y en ausencia de alguna fuente alternativa de fondos o de la voluntad de no pagar- esos ajustes habrían sido aún más duros. Además, es importante subrayar dos componentes de las decisiones políticas de los gobiernos: la idoneidad de la política en función de las circunstancias y la evaluación por parte de los agentes del mercado de las intenciones y capacidades del gobierno. Está claro que la política afecta a estas evaluaciones. Aunque los acreedores tienen ciertos intereses comunes en el reembolso, la política también puede afectar a sus decisiones políticas; ni todos los deudores ni todos los acreedores son iguales. Dada la influencia de los acreedores sobre las instituciones financieras internacionales, una cuestión interesante que hay que plantearse es cómo -y si- es probable que las principales potencias reconfiguren la arquitectura financiera internacional tras la crisis financiera asiática.