“Ortodoxia” proviene de la palabra griega orthodoxia, que es a su vez un compuesto de dos términos: orthos y doxa. Orthos es un adjetivo que significa recto o erguido. Por extensión, significa recto, seguro, verdadero o correcto. Es en este sentido ampliado que orthos se convierte en un término evaluativo con una connotación positiva. Decir que algo es orthos es decir que es de alguna manera bueno o correcto. Doxa tiene dos significados principales que nos interesan para los fines actuales. En contextos típicamente helénicos, puede significar opinión, noción o juicio. En este sentido, doxa se refiere a una actitud adoptada hacia una proposición. Dicho de otro modo, doxa puede referirse a la actitud propositiva o hermenéutica tomada hacia algo. Tener una doxa en este sentido es pensar o decir que algo es de tal o cual cualidad o naturaleza. Sin embargo, en contextos hebreos, denota más comúnmente gloria o esplendor. En este sentido, el término se refiere a la imponente manifestación de una cosa en la experiencia. La ortodoxia también tiene su lugar en el Derecho Social. Así, es correcto pensar a la luz de determinada doctrina; en el sindicalismo, la doctrina socialista, anarquista o justicialista, etc. En la hemerografía sindical se denominó “ortodoxos” a los gremios más duros o virulentos, en contraposición a los dialoguistas.