El mundo del siglo XXI es un espacio confuso, contradictorio, multifacético, transitorio y pluralista. Los datos geográficos del siglo XXI son predominantemente digitales, multimedia, generados por los usuarios y pueden carecer de control de calidad («fake news»). Además, las preocupaciones «geográficas» tradicionales sobre el tiempo y el espacio, la causa y el efecto, pueden considerarse multidimensionales y no lineales, y que las formas anteriores de ver e interpretar el mundo en muchos casos ya no son aplicables. Un contexto filosófico útil para esta geografía del siglo XXI es el punto de vista de la ciencia «postnormal». El siglo XXI es un mundo antropomórfico no humano, desarrollado a través de la robótica y la inteligencia artificial, los sistemas de comunicación inteligentes y los espacios informatizados, la nanotecnología, la vigilancia a distancia y el Internet de las cosas. De este modo, el mundo físico se está volviendo más antropogénico, y el mundo humano se está volviendo más controlado tecnológicamente, con el libre albedrío humano cada vez más circunscrito.