Este texto se ocupa de la Residencia Habitual, como lugar en el que una persona pasa normalmente el periodo diario de descanso, sin contar la ausencias temporales por motivos de ocio, vacaciones, visitas a amigos y parientes, negocios, tratamiento médico, etc. Dependiendo del contexto y de la finalidad, la residencia habitual puede interpretarse de forma diferente y, por tanto, al menos en casos marginales, puede tener distintos significados. Esta prueba de finalidad o “funcional” se encuentra en la lógica de la residencia habitual, cuyo objetivo principal como factor de conexión es producir el mejor resultado posible en una situación dada sin sacrificar la seguridad jurídica. Una ventaja de la prueba de la residencia habitual es que los elementos subjetivos son menos importantes de lo que son en el derecho del domicilio. A diferencia del domicilio, las personas que carecen de capacidad jurídica pueden, no obstante, adquirir una residencia habitual. No está claro, sin embargo, qué papel debe desempeñar la voluntad “natural” de continuar permaneciendo en un lugar determinado (animus manendi) Según los tribunales alemanes, una persona puede adquirir la residencia habitual inmediatamente después de su llegada a un país si tiene la intención de establecer allí su centro de vida.