La adquisición del lenguaje es el proceso por el que los niños aprenden su lengua materna. Consiste en abstraer información estructural de la lengua que escuchan a su alrededor e interiorizarla para su uso posterior. Esta concepción de la adquisición del lenguaje puede explicar por qué uno puede producir un conjunto teóricamente ilimitado de frases en su lengua materna. Esta postura se conoce como visión nativista y contrasta con una visión empirista anterior. Hoy en día, los lingüistas parten de la base de que un amplio conjunto de conocimientos generales relativos a la estructura del lenguaje en general está codificado genéticamente (en lo que a veces se denomina el Dispositivo de Adquisición del Lenguaje), de modo que, cuando se exponen a una lengua concreta, los niños pueden captar muy rápidamente qué valores tiene esta lengua para determinadas características, lo que se denomina parametrización.
Hay etapas bastante definidas por las que pasa un niño durante la adquisición temprana del lenguaje. Estas etapas forman una progresión desde el balbuceo hasta la frase de varias palabras. La primera palabra comprensible suele pronunciarse entre los nueve meses y el año. A los 6 ó 7 años, el niño ha adquirido todas las características estructurales de su lengua materna. En las primeras etapas, los niños muestran un fenómeno conocido como sobreextensión, en el que utilizan palabras con un alcance demasiado grande. Esto ilustra un principio de la adquisición temprana del lenguaje: los niños van de lo general a lo particular, refinando su conocimiento de la lengua a medida que avanzan. Además, se puede afirmar que los elementos y rasgos que aparecen más pronto son naturales y no están marcados en sentido estadístico en todas las lenguas del mundo. Esto se aplica, por ejemplo, a la sintaxis, donde las principales categorías léxicas aparecen primero, o a la fonética, donde las vocales y las sonantes aparecen antes que las obstruyentes. Existe una distinción estricta entre la adquisición de la primera y la segunda lengua, ya que esta última se adquiere después de la pubertad (el momento decisivo para adquirir una lengua con una competencia similar a la de un nativo). La adquisición de la segunda lengua suele ser guiada (también llamada controlada), a diferencia de la primera lengua, que es natural. El conocimiento que construyen los niños es en gran medida inconsciente. La adquisición de la lengua es paralela a otras situaciones lingüísticas, en particular la de la creolización, en la que hablantes con poco o ningún aporte lingüístico consiguen crear una nueva lengua en un periodo muy breve. Además, es posible que los rasgos de la adquisición temprana de la lengua -como el metanálisis en la historia del inglés- se trasladen a la edad adulta y se conviertan en permanentes en una lengua determinada.