La inteligencia social consta de dos componentes que a su vez comprenden varias subcategorías: La conciencia social -empatía primaria, sintonía, precisión empática, cognición social- y la facilidad social -sincronía, autopresentación, influencia, preocupación-. Unos años después de que Mayer y Salovey expusieran su investigación, también definió cuatro componentes principales que intervienen en el funcionamiento de la inteligencia emocional y social, como se lista en este texto. La inteligencia social desempeñaba un papel escaso en la primera visión componencial de Sternberg sobre la inteligencia humana, que pretendía centrarse en las habilidades de razonamiento y de resolución de problemas representadas por los tests de inteligencia tradicionales. Sin embargo, la inteligencia social está explícitamente representada en la visión triárquica más reciente de Sternberg sobre la inteligencia. Según la teoría triárquica, la inteligencia se compone de habilidades analíticas, creativas y prácticas. La inteligencia práctica se define en términos de resolución de problemas en contextos cotidianos, e incluye explícitamente la inteligencia social. Según Sternberg, cada tipo de inteligencia refleja el funcionamiento de tres tipos diferentes de procesos de componentes: componentes de rendimiento, que resuelven problemas en diversos ámbitos; metacomponentes ejecutivos, que planifican y evalúan la resolución de problemas; y componentes de adquisición de conocimientos, mediante los cuales se aprenden los dos primeros componentes. Para complicar aún más las cosas, Sternberg sostiene que la medición de todas las formas de inteligencia es sensible al contexto en el que se evalúa. Este puede ser el caso especialmente de la inteligencia práctica y social: por ejemplo, la respuesta correcta a una pregunta de juicio social puede ser muy diferente si se plantea en un contexto empresarial o similar. Para Sternberg, estas capacidades, y por tanto sus componentes subyacentes, pueden ser en cierto modo independientes entre sí.