La mayoría de las economías avanzadas se han convertido en usuarios progresivamente intensivos de capital basado en el conocimiento. En el Reino Unido, se calcula que la inversión empresarial en el capital basado en el conocimient se ha duplicado con creces como porcentaje del valor añadido bruto del sector del mercado entre 1970 y 2004. En Australia, desde 1974-75, el crecimiento medio anual de la inversión en capital basado en el conocimiento ha sido aproximadamente 1,3 veces superior al de las inversiones en activos físicos como maquinaria, equipos y edificios. En Japón, la relación entre la inversión en capital basado en el conocimiento y el PIB ha aumentado al menos durante todo el periodo 1993-2012. En Japón, la inversión empresarial en capital basado en el conocimiento se situó en el 9,6% del valor añadido bruto en 2008 (frente al 5,9% en 1985). Por cada iPhone 4 vendido, a un precio de venta al público de 600 dólares, Apple gana unos 270 dólares, mientras que las empresas coreanas que suministran componentes básicos ganan 80 dólares, y las empresas chinas que se encargan del montaje ganan 6,5 dólares, un mero 1% del valor total. Aunque China ha invertido mucho en capital basado en el conocimiento, su tasa de inversión es inferior a la de Estados Unidos o Japón. Las economías emergentes representan una parte cada vez mayor de la inversión mundial en innovación. La inversión empresarial en capital basado en el conocimiento se ha convertido en una prioridad en muchas economías emergentes. Las políticas se centran en la educación y la I+D, junto con esfuerzos para desarrollar vínculos entre las empresas multinacionales (EMN) y las empresas locales y, en algunos casos, con medidas para reforzar los derechos de propiedad intelectual (DPI). Algunos ejemplos son el establecimiento por parte de Tailandia de un proyecto de capitalización de la propiedad intelectual (PI), las inversiones brasileñas en el sector aeroespacial y la tecnología de la información india. Las empresas farmacéuticas indias también han realizado importantes esfuerzos para ascender en la cadena de valor. Han acumulado conocimientos en materia de tecnología y comercialización gracias a las alianzas activas de investigación y las empresas conjuntas con empresas occidentales. Han pasado de ser empresas de medicamentos genéricos que abastecen el mercado indio a proveedores de los mercados occidentales que pueden desarrollar medicamentos patentados. En Singapur, las inversiones en conocimiento y capital humano realizadas en la década de 1990 han convertido el Parque Aeroespacial de Seletar en un importante centro de fabricación y montaje de motores de aviación, con más de 19.000 puestos de trabajo e ingresos anuales superiores a los 6.500 millones de dólares. La tasa de inversión de China en capital basado en el conocimiento es comparable a las estimaciones de Francia y Alemania, pero está por detrás de las de Japón, Reino Unido y Estados Unidos. Sin embargo, no es seguro que esta inversión se traduzca en liderazgo tecnológico. La mitad de la inversión en capital basado en el conocimiento en China se destina a sólo dos categorías: software y diseño de arquitectura e ingeniería. Ambas están vinculadas a las inversiones en capital tangible (TIC y estructuras residenciales). Una medida más centrada en la innovación organizativa y de producto/proceso podría excluirlas. En este caso, la tasa de inversión en capital basado en el conocimiento ajustada para China sería sólo del 3,6% del PIB (2006). Esta tasa es muy inferior a la correspondiente tasa ajustada del 8,6% para Estados Unidos, o del 6,8% y 6,6% para Japón y el Reino Unido, respectivamente. Además, en China, la relación entre la inversión en capital basado en el conocimiento y la inversión en capital tangible es de aproximadamente 0,3. En cambio, en Finlandia, Francia, Reino Unido y Estados Unidos esta relación se acerca o supera el 1. En India, la inversión empresarial en capital basado en el conocimiento en 2007 se estimó recientemente en un 2,7% del PIB. China, India, Corea y Singapur han promulgado políticas de diseño, en relación al capital basado en el conocimiento, y consideran que el diseño tiene una importancia económica estratégica.