La relevancia que sigue teniendo este debate es que plantea cuestiones clave sobre el origen de la asequibilidad. La primera literatura en este ámbito considera que la autoconstrucción produce viviendas adecuadas de forma mucho más barata que los sistemas burocratizados. Burgess sostiene que es imposible aislar la vivienda autoconstruida y autogestionada de la dinámica de la mercantilización: si las casas son buenas, tendrán un precio, y en cualquier caso todos los insumos tienen precios de mercado. El origen de la asequibilidad tiene que estar en otra parte que en la ausencia de lógicas de valor de cambio. La investigación sugiere una conclusión mixta. Una nueva encuesta realizada en 2007 sobre asentamientos irregulares (incluidos los ocupados y los piratas), en su mayoría regularizados, en Bogotá y México después de treinta años, reveló que en más del 80% de los casos, la familia original seguía en el mismo lote. Sin embargo, debido a la subdivisión del lote, también había muchos inquilinos y una considerable rotación de residentes. El valor medio de la vivienda en Ciudad de México era de 101.800 dólares, aunque mucho más bajo en Bogotá, con 29.370 dólares. El promedio en Lima era de 62.566 dólares, 36.360 dólares en Guadalajara y 24.070 dólares en Monterrey.