Castración
La castración química se refiere al uso de hormonas sintéticas para reducir y/o eliminar la producción de testosterona en los hombres, así como para aumentar el metabolismo de la testosterona en el hígado. A diferencia de la castración física, la castración química no es permanente y los efectos de la droga son reversibles una vez que el uso de la droga ha cesado. La castración química se ha utilizado durante muchos años en Europa y en los Estados Unidos para el tratamiento de ciertos delincuentes sexuales. Específicamente, los delincuentes sexuales de tipo 4, también conocidos como parafílicos, han demostrado beneficiarse de este tipo de tratamiento. Además de los efectos mencionados anteriormente, la(s) droga(s) disminuye(n) y/o elimina(n) las imágenes sexuales desviadas. En el siglo XXI, en Estados Unidos, hasta seis estados aprobaron una legislación que autoriza el uso de la castración química como tratamiento y/o castigo para ciertos delitos sexuales, ya sea como parte de una sentencia, como condición de la libertad condicional o como condición de la libertad vigilada. Los críticos de la castración química de ese país citan la Primera, Octava y Decimocuarta Enmienda como preocupaciones sobre la constitucionalidad de tal tratamiento/castigo para los delincuentes sexuales. Este texto examina también el papel de los medios de comunicación en la configuración y respuesta a los debates sobre el tratamiento de los delincuentes sexuales infantiles, prestando especial atención a la cuestión de la “castración química”. Por otro lado, se desconoce la eficacia del tratamiento de los delincuentes sexuales. Aunque se han realizado estudios que comparan a los delincuentes sexuales tratados y no tratados, la medición de los resultados es deficiente.