Durante milenios, la población de la Tierra creció con relativa lentitud, y no llegó a los mil millones hasta principios del siglo XIX. Luego, cuando la atención sanitaria y el saneamiento mejoraron a finales del siglo XIX y la esperanza de vida aumentó, la Tierra añadió rápidamente otros mil millones de personas a finales de la década de 1920. Antes de que las ciudades fueran más limpias y el suministro de alimentos más abundante, muchos teóricos temían que el crecimiento de la población fuera insostenible. Las hambrunas, advertían, eran constantes en la historia, incluida una en 1315-17 que mató a millones de europeos tras una sucesión de cosechas fallidas.
Thomas Malthus, que nació en una familia próspera, creía, y así lo escribió en 1798, que las hambrunas y las enfermedades eran controles necesarios para el crecimiento de la población y que debía permitirse que se cobraran vidas para reducir el número de personas y que otras tuvieran suficiente para comer. Con una población mundial (o global) que se acercaba a los 1.000 millones de habitantes cuando Malthus escribió su muy popular ensayo, las ciudades estaban más abarrotadas y sucias que nunca. Este texto se centra en las cuestiones históricas de la población mundial. Aquí se examinan las presiones de la población mundial (o global) en un contexto histórico. El debate en Estados Unidos sobre los derechos reproductivos de las mujeres desembocó en la histórica decisión del Tribunal Supremo en el caso Roe contra Wade en 1973, que legalizó el aborto y otorgó a las mujeres el derecho a interrumpir embarazos no deseados.