En el plano teórico, las teorías neo-weberianas parecen útiles en la descripción de las luchas interocupacionales, y en la inclusión de los aspectos “no clasistas” del cierre social, pero tienen menos éxito en la comprensión de estos conflictos o en la relación de éstos con procesos más amplios. Los enfoques neomarxistas son más adecuados en lo que respecta a la comprensión de los éxitos o fracasos interprofesionales a través de la delineación de cómo éstos se incrustan en estructuras de clase más amplias, mientras que no tienen tanto éxito en la comprensión de las ocupaciones per se. Quizás el neomarxismo pueda explotar con más éxito los cambios recientes hacia la internacionalización del capital para sus propios fines explicativos que la teoría weberiana. En las versiones más sofisticadas de ambos enfoques, se considera que el poder médico depende de las relaciones de la medicina con las élites o clases dominantes. Sin embargo, aún queda mucho por hacer para explicar los mecanismos e instituciones precisos a través de los cuales se configura la medicina. Las perspectivas teóricas recientes todavía no presentan nada parecido a alternativas completas a los dos enfoques principales señalados. Se trata más bien de comentarios sobre lo que falta en ellos, o promete mucho pero aún no se ha desarrollado. Las perspectivas foucaultianas encarnan una visión algo opresiva de la “mirada médica”. La teoría feminista ha mostrado los puntos ciegos de la teoría existente, pero todavía no está claro si esto exigirá una teoría completamente nueva del poder médico o simplemente modificaciones de las teorías existentes. Los puntos de vista posmodernistas o construccionistas sociales, así como los intentos de teorizar el cuerpo o de hacer hincapié en la sociedad del riesgo, han centrado la atención en la naturaleza “construida” del conocimiento médico y en la medicalización, el control social y el estatus quizás creciente de los expertos. Sin embargo, el papel de la medicina, incluso en el proceso de “medicalización”, no está claro. Gran parte de la medicalización en la era moderna refleja la mercantilización de la salud tanto como los intereses de la medicina. Por lo tanto, en la era moderna, la medicina nunca ha sido realmente la dueña de su propio destino. Desde que se hizo más atractivo acudir a un médico que evitarlo, la medicina ha estado intrínsecamente vinculada a factores y fuerzas “externas” al mismo tiempo que su propia composición interna se veía alterada.