Este texto se ocupa del deterioro cognitivo en el adulto mayor y sus consecuencias. Parece haber relaciones jerárquicas dentro de las tareas actividades de la vida diaria/AIVD, al menos cuando se consideran las medidas globales, con tareas actividades instrumentales de la vida diaria complejas, como la compra y la gestión financiera, que suelen verse afectadas al principio del curso del deterioro cognitivo. Existen numerosas pruebas que indican que las funciones cognitivas específicas se asocian a un rendimiento satisfactorio de las actividades instrumentales de la vida diaria por encima del estado de salud físico. Los déficits de las actividades instrumentales de la vida diaria pueden comenzar en grados sutiles mientras los adultos mayores están relativamente intactos desde el punto de vista cognitivo, y continúan progresando a medida que avanzan a lo largo de un continuo de envejecimiento patológico hasta el DCL y la demencia. Dado el impacto psicosocial sobre el individuo y los cuidadores y el impacto financiero de la pérdida de la independencia funcional, es imperativo encontrar medios para intervenir en la vida de los adultos mayores para promover la función de las actividades instrumentales de la vida diaria y la vida independiente tanto como sea posible. Resulta alentador el hecho de que cada vez hay más publicaciones que indican que los adultos mayores con distintos niveles de salud o deterioro cognitivo pueden beneficiarse del entrenamiento cognitivo. Dada la relación entre la cognición y el rendimiento de las actividades instrumentales de la vida diaria, cabría esperar que dicho entrenamiento pudiera mostrar un beneficio medible en el funcionamiento independiente. Lamentablemente, una de las principales limitaciones de muchos, o incluso de la mayoría, de los estudios sobre intervención cognitiva en adultos mayores es que no utilizan métodos de evaluación ecológicamente relevantes relacionados con la cognición o el rendimiento de las actividades instrumentales de la vida diaria. Existen dos enfoques teóricos principales para la intervención: uno se centra en una actividad específica y en el entrenamiento de esa actividad utilizando la memoria procedimental, mientras que el otro se centra en los procesos estratégicos que pueden subyacer a la ejecución de las actividades instrumentales de la vida diaria. Aunque las intervenciones centradas en una actividad específica parecen ser eficaces en distintos grados de deterioro cognitivo, normalmente no se transfiere el entrenamiento más allá de la tarea específica ni se proporcionan estrategias para gestionar las desviaciones de la rutina típica de la tarea. Los estudios que se centran en procesos como la velocidad de procesamiento y el funcionamiento ejecutivo parecen prometedores, pero a menudo se ven limitados por el hecho de no utilizar medidas del funcionamiento diario basadas en el rendimiento o en el mundo real. Por último, la intervención puede producirse en diferentes puntos del continuo del deterioro cognitivo; con los estudios sobre adultos mayores sanos, en particular, se necesita un mejor seguimiento longitudinal para una prueba de principio más sólida de que el entrenamiento, de hecho, previene o retrasa el deterioro del funcionamiento diario. Es importante recordar que la cognición es sólo un factor determinante de los comportamientos funcionales cotidianos, aunque uno muy importante. Separar los factores físicos, cognitivos, sociales y de otro tipo que afectan al rendimiento en las tareas cotidianas es un reto importante tanto en las investigaciones como en la práctica clínica.