Publicidad
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Publicidad
A continuación se examinará el significado.
¿Cómo se define? Concepto de Publicidad
Véase la definición de Publicidad en el diccionario.
Características de Publicidad
Intercambios Económicos y Comerciales
Este recurso incluye política comercial, política arancelaria, intercambios económicos, comercio internacional, consumo, comercialización y distribución.
Educación y Comunicación
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Existe una gran variedad de fuentes en este ámbito.
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Definición de Publicidad
Decía Guillermo Díaz en su Diccionario Político que Publicidad (1948) es: Arte de dar a conocer las excelencias de un artículo de un servicio de una idea política o social etc. por todos los medios imaginables. La publicidad es hoy el más eficaz auxiliar (secundario, subordinado) del comercio y se ha convertido en una industria pujante con empresas especializadas escuelas tratados teorías y sistemas que se relacionan íntimamente con la psicología individual y social y estudian todos los medios para hacer efectiva la propaganda por medio de la prensa la radiodifusión los carteles letreros luminosos atracciones exposiciones y todo cuanto pueda llamar la atención del presunto cliente o adepto. Es difícil desintegrar a la publicidad de las industrias de que se sirve para sus fines pero puede afirmarse que ocupa directamente a miles de hombres y mujeres en todos los países y con tendencia a aumentar constantemente.
Contrato de Publicidad en Internet
En el caso de los Banners, es importante regular la efectividad de la medición (ya que normalmente el que publicita paga por click, page view, click trhough…), y de qué forma podemos auditarla. Tengamos en cuenta que banner está desapareciendo en favor de la publicidad en redes sociales como Facebook, Twitter, LinkedIn…
También se debe regular el uso de marcas y logotipos, para que quede protegida la propiedad industrial e intelectual del anunciante.
Se debe regular igualmente la disponibilidad del banner, es decir, cuándo aparecerá para el público.
Los “pop ups” o ventanas emergentes
Los pop ups actualmente están entrando en desuso, utilizado únicamente por marcas de poco prestigio y cuya credibilidad va en decrimento, sobre todo porque empiezan a considerarse invasivos, y publicidad no solicitada.
Co-branding
Suele denominarse a la técnica de marketing consistente en la colaboración de dos marcas diferenciadas que comparten un espacio publicitario. Por tanto se explotan conjuntamente. Aquí hay que diferenciar claramente la titularidad de la marca de cada anunciante, y regular conforme la normativa aplicable (en el caso de España, la LSSI).
Estados Unidos: Ley de publicidad periodística de 1912
Introducción a Advertising Manager
Concepto de Advertising Manager en el ámbito del comercio exterior y otros afines: Director de publicidad; gerente de publicidad.
Introducción a Advertising Layout
Concepto de Advertising Layout en el ámbito del comercio exterior y otros afines: Boceto publicitario.
Introducción a Advertising Agency
Concepto de Advertising Agency en el ámbito del comercio exterior y otros afines: Agencia de publicidad.
Introducción a Advertiser
Concepto de Advertiser en el ámbito del comercio exterior y otros afines: Anunciante.
Introducción a Advertisement
Concepto de Advertisement en el ámbito del comercio exterior y otros afines: Anuncio. Aviso.
Introducción a Advertise
Concepto de Advertise en el ámbito del comercio exterior y otros afines: Anunciar. Realizar publicidad.
Actividad destinada a la promoción de productos mediante el uso de varios medios de difusión como prensa, radio, televisión, Internet, afiches, etc.
Publicidad
Publicidad en el Derecho Procesal
El Diccionario Jurídico Espasa (2001) hace el siguiente tratamiento de este término jurídico:
Función Social del Estado
- Arquitectura
- Arte
- Cinematografía
- Cultura
- Escuela
- Sondeos de Opinión
- Publicidad
- Religión
- Orientación Vocacional
Publicidad en el Derecho Legislativo y Político
Examen de la materia ofrecido por el Diccionario universal de términos parlamentarios, de la Secretaría de Servicios Parlamentarios de la Cámara de Diputados de México:
Origen de la Expresión
El término publicidad, de acuerdo con la Real Academia Española, deriva de público (publicus), el cual tiene dos acepciones relativas al desarrollo de esta figura, la primera, como aquella calidad o estado de público, es decir, notorio, visto o sabido por todos. Mientras que la segunda acepción, hace referencia al conjunto de medios que se emplean para divulgar o extender la noticia de las cosas o de los hechos. La palabra publicidad se escribe en inglés, publicity; en francés, publicité; en alemán, Publizität, Öffentlichkeit, en italiano pubblicità y en portugués, publicidade.
Desarrollo de Publicidad en este Contexto
En materia parlamentaria, a grandes rasgos, la publicidad se relaciona con la publicación de las sesiones; las publicaciones oficiales; y con la trasmisión directa de la actividad parlamentaria en los medios masivos de comunicación. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto).
Detalles
Los antecedentes del principio de la publicidad de los debates parlamentarios data de los orígenes del parlamentarismo de tipo continental y no del anglosajón (inglés), es decir, fue el modelo francés, el que sirvió de base a los primeros regímenes constitucionales hispanoamericanos. Así, mientras que el Parlamento británico ocultó, durante largos años, sus deliberaciones al público, el Parlamento francés se adelantó al establecer en su Constitución de 1791 el principio de publicidad. Al respecto, el parlamentarismo británico fue el resultado de una evolución sin fisura, sin embargo, el francés resultó ser la consecuencia brutal de una Revolución.
Más Detalles
Particularmente el principio de publicidad, que presidió las sesiones de la Asamblea Nacional francesa, se concretó, por un lado, en la apertura de la misma al público y, por otro lado, en la publicación de los discursos parlamentarios en el Periódico Oficial, publicación dependiente de la propia Asamblea. De tal forma, el modelo parlamentario continental, establecido en París en 1789, en la historia europea se caracterizó en razón a que el Poder Legislativo hizo públicas sus actuaciones y debates, es decir, del conocimiento de la ciudadanía, la cual pudo acceder a su conocimiento ya sea a través de su presencia en la Cámara o bien mediante la lectura de sus transcripciones.
Puntualización
Sin embargo, el principio de publicidad en Inglaterra tuvo distinto origen, ya que durante años se impidió al público el acceso a los lugares de sesiones, al mismo tiempo que se prohibió a diputados y personas ajenas al parlamento dar noticia de los contenidos de los debates. A este respecto, tal prohibición estuvo motivada, entre otras cosas, por el deseo de proteger a los parlamentarios de las posibles venganzas procedentes tanto del rey como de las masas de Londres, configurándose dicha prohibición como una inmunidad o privilegio parlamentario, pero a medida que el parlamento fue ganando autonomía y una posición constitucional, el secreto de las deliberaciones comenzó a ser obsoleto. Entre otro autores, fue J (consulte más sobre estos temas en la presente plataforma online de ciencias sociales y humanidades). Bentham quien con más claridad asumió la defensa del principio de publicidad parlamentaria, demostrando cómo, a finales del siglo XVIII, el Parlamento británico no necesitaba ya de mantener sus deliberaciones en secreto. El vocablo publicidad, aplicado en el contexto del derecho parlamentario, se relaciona con los debates parlamentarios, es decir, a la publicidad de los mismos, considerada ésta actualmente como un principio constitucional de la democracia representativa y consignada expresamente en casi todas las constituciones políticas de los estados modernos; por ejemplo, en la Constitución española de 1978 (art. 80), en la francesa de 1958 (art. 33), y en la alemana, entre otras.
Más sobre Publicidad
Publicidad en el Derecho Parlamentario
El parlamentarismo es el principio parlamentario o sistema de gobierno.
Mientras que en el Reino Unido el sistema parlamentario se estableció y desarrolló principalmente mediante convenciones constitucionales, en otros países democráticos de Europa se basó desde el principio en disposiciones constitucionales escritas, aunque éstas sólo ofrecían un marco general para el desarrollo de las relaciones convencionales entre las instituciones gubernamentales. Esas relaciones, junto con los reglamentos parlamentarios, las leyes electorales y la estructura del sistema político, desempeñan en todas partes un papel importante en la configuración del modelo parlamentario.
Las olas de democratización generaron gradualmente una expansión mundial del parlamentarismo. Los nuevos Estados democráticos que siguieron a la disolución de los imperios coloniales europeos, en particular los que lograron la independencia del dominio británico, ya sea antes o después de la Segunda Guerra Mundial (entre ellos Australia, el Canadá, Nueva Zelanda y la India, así como los Estados de África y el Caribe) se establecieron en su mayor parte mediante una constitución escrita que preveía la forma parlamentaria de gobierno. Un fenómeno similar se produjo más tarde en Europa oriental con el colapso del comunismo, y en Sudáfrica con el fin del apartheid. No obstante, en África, Asia, América Latina e incluso en Europa oriental, un número importante de jóvenes democracias han adoptado el modelo semipresidencial o presidencial.
En esta plataforma, aparte del modelo británico de parlamentarismo, se examina la versión original del parlamentarismo en la Europa continental; la historia del significado de "parlamentarismo"; las oleadas de democratización y la difusión mundial del sistema parlamentario en el siglo XX; la historia de la democracia parlamentaria a través de los siglos; la condición de miembro del parlamento (parlamentario) y sus privilegios; las diferencias y analogías dentro de los distintos sistemas parlamentarios en el mundo; y si el parlamentarismo está en declive. Al examinar las principales características del parlamentarismo, se esbozan los antecedentes históricos de las formas de gobierno parlamentario que existen actualmente y se explora las formas diferentes de parlamentarismo hoy en día y hace varios siglos.
El gobierno parlamentario, o gobierno de gabinete, es la forma de democracia constitucional en la que la autoridad ejecutiva surge de la autoridad legislativa y es responsable ante ella. Difiere de la disposición de los organismos ejecutivos y legislativos elegidos independientemente que se encuentran en los Estados Unidos. Desarrollado en Europa occidental y en particular en Gran Bretaña, el gobierno parlamentario proporciona la pauta que suelen asumir los experimentos democráticos en Europa oriental, Asia y África. En el uso común, el término "gobierno parlamentario" se reserva para los sistemas políticos que no sólo son parlamentarios sino que se basan en elecciones libres y competitivas. Esto excluye a las dictaduras de un solo partido que ejercen el poder dentro de una estructura parlamentaria formal.
La unión esencial de los poderes ejecutivo y legislativo va acompañada del principio constitucional de que el órgano legislativo, o parlamento, es supremo. Por lo general, el principal ejecutivo, el primer ministro, es nombrado por un jefe de Estado monárquico o presidencial. El primer ministro, a su vez, elige a los jefes ejecutivos de los departamentos gubernamentales, los más importantes de los cuales están en el gabinete del primer ministro. Tanto el primer ministro como su gabinete, conocido conjuntamente como el gobierno, son normalmente miembros del parlamento. Sólo ocupan cargos ministeriales mientras tengan el apoyo de la mayoría en el parlamento. En una legislatura bicameral, este requisito suele significar el apoyo mayoritario en la casa más popularmente elegida. Ocasionalmente un gobierno puede ser responsable ante ambas cámaras. En cualquier caso, la regla de la confianza legislativa continua se demuestra regularmente en la presentación por parte del gobierno de su programa y registro para la aprobación parlamentaria. Una derrota del gobierno por un voto legislativo adverso, en una cuestión claramente importante, indica una falta de confianza que obliga al gobierno a dimitir o a intentar, mediante una elección general, asegurar una nueva mayoría parlamentaria. Un gobierno puede permanecer en el cargo sólo temporalmente sin apoyo parlamentario para sus políticas. El estancamiento entre un ejecutivo de una persuasión y una legislatura de otra, como ocurre con el sistema americano de poderes separados, se supone que es imposible en el sistema parlamentario. La inestabilidad de la autoridad ejecutiva, por otra parte, es totalmente posible. La forma aceptada de evitarla es mediante el desarrollo en el parlamento de una fuerte mayoría partidista dispuesta a apoyar a un primer ministro y a su gabinete durante los varios años que transcurren entre las elecciones parlamentarias. El poder ejecutivo se convierte entonces en el eficaz responsable de la política.
En los sistemas parlamentarios las elecciones pueden convocarse después de un voto de censura o un acto de disolución; en un sistema presidencial, el ejecutivo y los miembros del congreso son normalmente elegidos por un período de tiempo que no puede ser fácilmente ajustado. Los calendarios electorales fijos permiten a los presidentes y a los miembros del congreso negarse a cooperar sin tener que enfrentarse, por consiguiente, a una elección. Aunque en ambos sistemas son posibles los gobiernos minoritarios y de coalición, el parlamentarismo tiene incorporado un mecanismo para cambiar un gobierno que ya no goza de la confianza de una mayoría legislativa.
Historia
Más que la mayoría de las formas de gobierno en funcionamiento, el sistema parlamentario no es tanto una invención como un producto evolutivo. Su unión esencial de autoridad ejecutiva y legislativa no es simplemente un diseño constitucional deliberado. Es más significativamente el resultado del proceso por el cual las asambleas representativas desafiaron con éxito a los monarcas en el curso de la historia moderna. Este proceso, hay que decirlo, fue europeo, aunque se ha intentado transferir su resultado a otras partes del mundo. Puede incluso afirmarse que el proceso fue característicamente británico más que europeo y que, por lo tanto, los regímenes parlamentarios de la Europa continental representaron transferencias institucionales.
El rasgo más destacado de la experiencia histórica fue la evolución del parlamento, que pasó de ser un consejo de monarca a una supremacía propia. Reunido originalmente, ya en el período medieval, para prestar asesoramiento y especialmente para dar apoyo financiero al monarca, el parlamento se convirtió en la historia moderna en el medio por el que primero una oligarquía terrateniente establecida, luego una clase comercial y, por último, los representantes del grueso de la población se aseguraron el control de la maquinaria de gobierno. El desarrollo fue largo, cubriendo de tres a cinco siglos, y coincidió con lo que ahora parece, en comparación con las nuevas naciones, un cambio muy gradual en la sociedad europea. En particular, el gobierno parlamentario se desarrolló donde hubo un intervalo histórico sustancial de ascenso capitalista de clase media entre la era del dominio de la corte y la nobleza y la era de la democracia de masas. Especialmente en el siglo XIX, el parlamento parecía ser la agencia de la sustancial clase media producida por el capitalismo comercial e industrial.
En Gran Bretaña, la supremacía del Parlamento sobre el monarca se remonta a 1688, cuando el Parlamento afirmó su autoridad para determinar la sucesión monárquica. Esta autoridad se hizo efectiva mediante el desarrollo en el siglo XVIII de un gabinete en el que los que eran nominalmente ministros de la corona se hicieron responsables de hecho ante el Parlamento. El monarca, al perder el control de sus ministros, dejó de ser el ejecutivo efectivo. En una época cada vez más racionalista y, posteriormente, democrática, el principio hereditario no proporcionó una base probable para una autoridad ejecutiva independiente. Las reivindicaciones de un órgano representativo no fueron resistidas con éxito por un monarca. Cuando el monarca se resistía con demasiada obstinación, era probable que fuera destronado en favor de otro monarca o de un presidente. Este último, aunque no fuera elegido popularmente, podría ser un demandante más fuerte de la autoridad ejecutiva independiente, pero normalmente sus poderes se moldeaban en el molde de un monarca constitucional. La innovación presidencial fue tardía en el sistema parlamentario; los franceses no introdujeron la presidencia hasta después de 1870. Este cambio puede hacer que el orden parlamentario evolucione de manera menos fluida, como de hecho ocurrió en Francia, que la retención de la monarquía mientras se reduce su poder. El sistema parlamentario con un presidente ha tenido éxito en algunas naciones y se ha introducido en muchas naciones nuevas.
El gobierno parlamentario desarrolló sus características más esenciales en Gran Bretaña antes de la aparición de la democracia de masas. La mayor parte de la población británica ni siquiera tenía derecho a votar hasta el último cuarto del siglo XIX, cuando el gobierno parlamentario, incluyendo el sistema de gabinete, estaba bien establecido. En otros lugares, sin embargo, el establecimiento de instituciones parlamentarias y el logro del sufragio universal estuvieron más cerca de coincidir. Los resultados en esos casos no siempre fueron tan favorables para la estabilidad del sistema gubernamental como parece haber sido la fase británica. La duración de la evolución de la experiencia británica merece ser destacada porque puede no ser necesariamente típica de las naciones que intentan practicar el gobierno parlamentario. Esto plantea la importante cuestión general de si el gobierno parlamentario puede disociarse de las condiciones principalmente típicas de Gran Bretaña, los territorios de asentamiento británico y las naciones continentales más pequeñas que se parecen mucho a ellos.
Variaciones
El sistema parlamentario ha sido concebido de manera diferente, no sólo a lo largo del tiempo sino también de un país a otro. La opinión de que el propio órgano parlamentario, más que el gabinete, era la autoridad política efectiva siguió siendo una concepción francesa predominante, en forma de "gobierno por asamblea", mucho después de que hubiera perdido significado en el sistema británico. A mediados del siglo XIX, considerado a menudo como el período clásico de gobierno parlamentario, el gabinete británico había asumido una importancia central. Esto se reflejó en la famosa valoración de Bagehot (1865-1867). Aún así, Bagehot no sacó al Parlamento del escenario. El gabinete, aunque ejercía el liderazgo, seguía siendo un organismo del Parlamento en el sentido de que la Cámara de los Comunes decidía si se convertía en un gobierno después de discutir su política. Bagehot consideraba que esta función electiva, más que la legislativa, era la más importante que desempeñaba el Parlamento. De esta manera, el Parlamento seguía siendo el lugar de poder a pesar del papel crucial del gabinete en todo el sistema.
Sin embargo, en el siglo XX, el modelo original británico cambió a medida que el gabinete contaba cada vez más con el apoyo de una mayoría cohesionada y, por lo tanto, permanecía en el cargo de una elección general a otra. Ya no se esperaba que el Parlamento Británico ejerciera su poder para destituir un gobierno. La función electiva se transfirió de los Comunes al público en general. El Parlamento seguía siendo el registro de la decisión del electorado en cuanto a la dirección del partido que iba a formar el gabinete, pero los debates parlamentarios perdieron el impacto que habían tenido anteriormente en la vida del gobierno. La relación cada vez más directa del gabinete con el electorado fue acompañada de un fortalecimiento del papel del primer ministro. Como líder de un partido mayoritario, ha llegado, en efecto, a ser elegido como jefe del ejecutivo cuando los votantes eligen a los representantes parlamentarios de su partido. Él tiene una responsabilidad individual con el país. Su gabinete ha tendido a convertirse más en un equipo cambiante de ministros que llevan a cabo el programa del líder, que en un órgano genuinamente colegiado de formulación de políticas. El efecto de esta tendencia, junto con la que ha hecho que el gobierno sea más directamente responsable ante el electorado que ante el Parlamento, ha sido dar al sistema británico una apariencia menos parlamentaria y más presidencial. Puede incluso parecer más presidencial que el sistema americano, ya que el primer ministro está menos limitado por un parlamento, en el que su partido tiene una mayoría cohesionada, que un presidente de los Estados Unidos por el Congreso. Por otra parte, la mayoría cohesionada del primer ministro, que normalmente lo apoya, puede decidir desplazarlo en circunstancias ciertamente raras pero importantes. Además, concebir el sistema parlamentario en términos casi presidenciales es también algo peligroso en el sentido de que un partido de mayoría cohesiva no siempre puede existir como lo ha hecho en Gran Bretaña durante los años centrales del siglo XX [véase Regla de la mayoría].
Sin embargo, las tendencias que han cambiado el gobierno parlamentario en Gran Bretaña se observan en otros lugares, y generalmente en asociación con un fuerte partido parlamentario que posee una mayoría o una casi mayoría de escaños. Un caso importante es el funcionamiento del sistema de Alemania Occidental después de la Segunda Guerra Mundial. Aquí el canciller, como contraparte alemana del primer ministro británico, estableció un ascenso basado en la dirección de su partido y su popularidad entre el electorado. La mayoría de las demás naciones continentales en el molde parlamentario no han desarrollado un liderazgo ejecutivo fuerte en el mismo grado que Alemania Occidental; en la Cuarta República Francesa, el gobierno parlamentario se quebró por la ausencia de un sistema de gabinete estable. Las naciones europeas más pequeñas también han tenido éxito en el fortalecimiento de sus gabinetes, manteniendo al mismo tiempo el sistema parlamentario. Las naciones de habla inglesa del Commonwealth de ultramar se parecen aún más al modelo británico.
Partidos
La cohesión del partido por sí sola no es la clave para lograr la estabilidad del ejecutivo en el sistema parlamentario. Igualmente importante es la presencia de un partido, o tal vez una combinación de partidos, que comande una mayoría en el cuerpo legislativo. El caso más sencillo, salvo el acuerdo no competitivo de un solo partido, es la competencia bipartidista que caracteriza en gran medida la política parlamentaria británica. Dado que sólo hay dos partidos principales, la probabilidad de que un partido tenga una mayoría parlamentaria, incluso una cómoda mayoría de trabajo, es alta. Esto ocurrió regularmente en Gran Bretaña durante los tres decenios siguientes a 1931. Los partidos menores, en contraposición a un tercer partido u otros partidos sustanciales en un sistema multipartidista, no suelen ganar suficientes escaños para reducir uno de los grandes partidos a sólo la fuerza de la pluralidad. Ni siquiera un tercer partido, o cualquier otro número de partidos competidores, impediría necesariamente que un partido obtuviera la mayoría. Los partidos demócrata cristianos de Alemania e Italia obtuvieron mayorías estrechas y bastante breves en esas circunstancias multipartidistas durante los años posteriores a la guerra mundial. Sin embargo, ausente de estos inusuales éxitos estaba el otro ingrediente del modelo británico de gobierno de partido: un único partido de la oposición lo suficientemente grande como para ser una mayoría potencial y por lo tanto un partido de gobierno alternativo, hasta el punto de proporcionar un núcleo de liderazgo de potenciales ministros llamado "gabinete en la sombra"
A pesar del éxito práctico del modelo bipartidista, no es necesariamente una característica esencial del sistema parlamentario. Los propios británicos tenían un sistema tripartito, a menudo sin un partido mayoritario, tan recientemente como en el decenio de 1920, y es posible que lo vuelvan a tener. Además, hay otras naciones que han tenido casi siempre más de dos partidos importantes y, sin embargo, han mantenido un gobierno parlamentario. Los principales ejemplos, es cierto, son los países escandinavos y algunas naciones de habla inglesa. Sus sistemas multipartidistas particulares han producido a menudo un partido mayoritario o casi mayoritario y rara vez han estado tan fragmentados como el sistema francés, lo que constituye el principal ejemplo de la dificultad de mantener un gobierno parlamentario en un sistema multipartidista.
Sin embargo, pueden darse circunstancias especiales, como en Austria después de la Segunda Guerra Mundial. Regularmente los dos principales partidos austríacos se unieron en una coalición, excluyendo a los partidos menores, y sin embargo se enfrentaron en elecciones competitivas. En este novedoso arreglo, la principal función de las elecciones era decidir cuál de los dos partidos aumentaría su participación en los puestos del gabinete, no decidir cuál de los dos formaría un gabinete. Las elecciones pueden servir para un propósito igualmente limitado en una nación más claramente multipartidista cuando se establece un gabinete de coalición en un espectro político bastante amplio, que abarque quizás dos tercios pero no todo un parlamento. En este caso, los votantes, al elegir más o menos representantes de un partido determinado, ayudan a determinar la fuerza relativa de los diversos partidos que componen regularmente el gabinete. Se trata de una forma de competencia electoral más limitada que la que se da entre dos partidos o dos grupos de partidos, cada uno de los cuales se disputa la formación de un gobierno propio. Sin embargo, es una competencia que parece pertinente cuando no existen alternativas claras. El resultado es una operación de gobierno parlamentario diferente del método británico estándar, pero no es incompatible con la democracia.
No se puede decir lo mismo con seguridad para los sistemas en los que hay un solo partido. Mucho depende tanto del grado como del método de dominación. Es evidente que cuando un partido tiene el monopolio legal, como en los estados comunistas, no puede haber un gobierno parlamentario en el sentido occidental. Pero cuando la competencia entre partidos es legal, aunque se desaliente socialmente, el problema es más difícil de resolver. Es concebible que una nación, poco después de la independencia, por ejemplo, pueda considerar legítimo sólo al partido que dirigió el movimiento de independencia nacional. Este parece ser el caso, en diversos grados, en África y Asia durante el período inmediatamente posterior al imperio. Los partidos distintos del partido gobernante suelen tener muy poco apoyo para proporcionar una oposición parlamentaria seria. La competencia política tiene lugar principalmente dentro del único partido principal. Dada la libertad de expresión, dentro y fuera del parlamento, y dada la libre elección de los candidatos parlamentarios a nivel de los partidos locales, la competencia dentro del partido puede ser sustancial. Pero cuando, como sucede a menudo, el líder del partido único considera ilegítimas las críticas abiertas, ya sea desde dentro o desde fuera de su partido, el resultado tiende a parecerse a las dictaduras deliberadamente unipartidistas de las naciones comunistas.
Otro tipo de dificultad sobre el papel de la oposición surge cuando la competencia sustancial proviene de partidos que no son de hecho democráticos, como los partidos comunistas y fascistas. Su oposición plantea la cuestión de su legitimidad en cualquier sistema democrático. Esta cuestión se deriva de la suposición de que tales partidos, si estuvieran en el poder, derribarían el mismo régimen parlamentario bajo el que han operado. Esto es exactamente lo que el Partido Nacional Socialista hizo a la República de Weimar. Incluso sin llegar al poder, un partido fascista o comunista puede afectar negativamente al funcionamiento del sistema parlamentario al obtener suficientes votos para convertirse en la principal oposición. El electorado no tiene entonces otra opción que votar por el gobierno, a menos que esté dispuesto a apoyar a una oposición dedicada a una transformación radical del orden constitucional democrático. Los partidos comunistas francés e italiano estuvieron a punto de crear estas alternativas limitadoras después de la Segunda Guerra Mundial.
Ejecutivo
El aumento del poder del jefe de estado, monárquico o presidencial, debe entenderse como un paso alejado del gobierno parlamentario. Un papel importante e independiente de formulación de políticas para un presidente elegido, por ejemplo, parece incompatible con el sistema parlamentario. La consecuencia de ese aumento de poder, como lo demuestra la constitución de la Quinta República Francesa y especialmente las prácticas del Presidente de Gaulle, no basta para crear un sistema presidencial completo sino que basta para producir un sistema parlamentario híbrido. Es probable que la tendencia contrapartidaria sea tanto más fuerte cuanto que un presidente, dotado de autoridad constitucional, es elegido popularmente y por lo tanto puede reclamar un mandato popular para rivalizar con el parlamento y su gabinete elegido. Ese presidente deja de ser el jefe de Estado digno y no partidista que caracteriza a un monarca constitucional moderno o a un presidente elegido por el parlamento para desempeñar el papel de monarca.
Originalmente, como con tantos otros poderes, la disolución era de hecho la prerrogativa del jefe de estado, en particular del monarca británico. Pero el ejercicio de la autoridad sobre este importante asunto político es ahora del primer ministro. En algunos sistemas, por ejemplo en la Tercera República Francesa, el Parlamento conserva la facultad de disolverse a sí mismo después de un determinado número de años. Esto debilita el poder ejecutivo porque el primer ministro necesita el poder de disolver el parlamento como un medio de mantener el apoyo de la mayoría. Los miembros de la mayoría del primer ministro, según esta opinión, tendrán más probabilidades de seguir votando por él si creen que su derrota parlamentaria podría significar no su dimisión sino unas nuevas elecciones generales. Los miembros ordinarios no querrán arriesgar sus escaños.
El poder legislativo no es un órgano de formulación de políticas a la manera del Congreso de los EE.UU., más o menos en igualdad de condiciones con el ejecutivo. Los miembros individuales no ministeriales de la Cámara de los Comunes, por ejemplo, no legislan directamente, como lo hacen los congresistas estadounidenses cuando deciden si aceptan propuestas gubernamentales o sustituyen propuestas propias. Los miembros del Parlamento británico pueden, especialmente en los consejos de los partidos privados, influir en lo que presenta su liderazgo por medio de la política, y ciertamente interrogan a los ministros (en un turno de preguntas diario) sobre los detalles de la política, además de debatir la política en general. Pero no hacen política como miembros de una rama coordinada del gobierno; carecen de las facilidades legislativas para hacerlo. Los comités parlamentarios británicos no son lugares de poder independientes que proporcionen a los miembros no ministeriales la oportunidad de anular el programa del gobierno. A este respecto, la situación británica es extrema, ya que la Cámara de los Comunes evita por completo los comités de asuntos oficiales. Otros gobiernos parlamentarios, aunque no sean del estilo británico, no suelen llegar tan lejos en la protección contra un desafío a la supremacía teórica de toda la Cámara o a la supremacía práctica del gobierno, cuya autoridad descansa en la confianza de la mayoría de la Cámara. Sin embargo, dondequiera que el gobierno parlamentario haya desarrollado un ejecutivo fuerte y estable, existe necesariamente una importante limitación en el ejercicio de una política independiente por parte de los miembros no ministeriales. Esto significa que la importancia pública del parlamento descansa en gran medida en sus debates públicos, pero éstos pueden ahora no asegurar tanta atención como la que se da a los líderes de los partidos en la radio y la televisión.
Sólo en los casos en que el gobierno parlamentario no ha desarrollado un fuerte liderazgo ejecutivo, la actividad y organización legislativa se asemeja al patrón del congreso estadounidense. Los ejemplos extremos los proporcionan las repúblicas francesas Tercera y Cuarta, ambas con eficaces comités temáticos cuyos dirigentes pueden sustituir sus políticas por las del gobierno. Estos líderes de los comités eran a menudo rivales de los líderes gubernamentales, que podían ser expulsados de sus cargos por una acción adversa del comité y la subsiguiente acción parlamentaria adversa. La responsabilidad, en esta situación, no está firmemente fijada en el gabinete, que por lo general no tiene una mayoría estable en la legislatura. Incluso en cuestiones de política exterior, en las que la mayor autoridad ejecutiva ha sido habitual en todos los sistemas, el estilo francés de gobierno parlamentario imponía límites a la dirección del gabinete. La ausencia de una mayoría parlamentaria coherente, que permitió a los representantes franceses desempeñar funciones más activas y más directas, está estrechamente asociada a la inestabilidad de los gobiernos de la Tercera y la Cuarta Repúblicas francesas.
El término majlis (asamblea) se ha utilizado para los parlamentos electos en el Cercano y Medio Oriente desde el decenio de 1860. La primera constitución moderna del mundo musulmán, proclamada por el bey de Túnez en 1861, preveía una gran asamblea, pero ésta debía ser elegida por el rey y estaba destinada a la supervisión de la administración y la adjudicación. El primer majlis elegido, que se inauguró en Egipto en 1866, era puramente consultivo, pero el parlamento otomano recibió cierto poder legislativo un decenio más tarde. El parlamento otomano fue creado por la constitución otomana de 1876 e incluía a representantes de las provincias balcánicas y árabes, así como a los turcos del Imperio Otomano. Fue
se disolvió, sin embargo, en menos de dos años. Los parlamentarios constitucionalistas obligaron al gobernante de Egipto a proclamar una constitución más liberal que la otomana en 1882, pero el esfuerzo fue en vano con la ocupación británica de Egipto a finales de ese año.
La siguiente ola de constitucionalismo en el Oriente Medio comenzó con la revolución de 1906 en el Irán, que obligó al sha a proclamar una constitución que incluía un parlamento con pleno poder legislativo. Ese mismo año se eligió la Asamblea Consultiva Nacional Iraní (Majles-e Shura-ye Melli). Después de la revolución islámica, el Irán fue declarado una república islámica, pero en su nueva constitución de 1979 se mantuvo el majlis, y sólo después de que se reunió en 1980 el majlis cambió su nombre por el de Asamblea Consultiva Islámica.
En 1908 la revolución de los jóvenes turcos obligó al sultán a restaurar la constitución otomana. Un año más tarde, la constitución fue enmendada para que los ministros fueran totalmente responsables ante el parlamento. Tras la revolución kemalista, el último parlamento otomano fue disuelto por el sultán en 1920 y fue sustituido por la Gran Asamblea Nacional (Büyük Millet Meclisi) de Turquía, que aprobó la constitución republicana de 1924.
En el período de entreguerras, se establecieron monarquías constitucionales con parlamentos elegidos en el Egipto independiente ( 1923 ) y en el Iraq ( 1925 ) y Jordania ( 1928 ) bajo el mandato británico. En 1938, el emir de Kuwait proclamó una constitución de cinco artículos. Incluía una asamblea cuyo presidente iba a tener autoridad ejecutiva, pero la asamblea se disolvió pronto y se abandonó el experimento. Una nueva constitución kuwaití fue promulgada en 1962.
Las constituciones republicanas entraron en vigor en Siria y el Líbano en 1943, en Egipto en 1956, en Túnez en 1959 y en Argelia y el Yemen en 1962, mientras que la constitución marroquí de 1962 declaró que la nación era una monarquía. La responsabilidad ministerial ante el parlamento había sido la principal manzana de la discordia entre el poder ejecutivo del gobierno y los parlamentos en la monarquía constitucional, y los parlamentos solían perder la contienda. Asegurar una rendición de cuentas significativa del ejecutivo se hizo aún más difícil con las constituciones republicanas de la era poscolonial, que debilitaron las disposiciones relativas a los derechos por su compromiso con las ideologías del socialismo y el nacionalismo y otorgaron a los presidentes poderes de emergencia y el derecho a gobernar por decreto.
Los Estados del Golfo, con excepción de Kuwait, obtuvieron su independencia de Gran Bretaña en el decenio de 1970 con documentos constitucionales pero, por lo general, sin parlamentos elegidos, salvo Bahrein y, más recientemente, Qatar. Omán promulgó una constitución en 1991, y Arabia Saudita en 1992, sesenta años después de haber sido prometida por primera vez. Se estableció un parlamento palestino de conformidad con los Acuerdos de Oslo de 1993. Con raras excepciones, los parlamentos del Cercano y Medio Oriente han seguido siendo instituciones débiles y no han logrado tomar la iniciativa en materia de legislación ni establecer una rendición de cuentas duradera del poder ejecutivo de sus respectivos gobiernos.
En el diseño de su administración parlamentaria, la mayoría de las democracias constitucionales de la África actual están organizadas de manera que reflejan el gobierno del sistema presidencial de los Estados Unidos o del sistema semipresidencial francés. De los 53 países de África, sólo cinco se basan en un sistema de gobierno parlamentario: Botswana, Etiopía, Lesotho, Mauricio y la República de Sudáfrica. Varios países, constituidos principalmente por antiguas colonias británicas, probaron el sistema parlamentario durante el período inicial de postindependencia pero optaron por sistemas presidenciales durante la ola de democratización del decenio de 1990; por ejemplo, Ghana, Kenya, Malawi, Nigeria y Tanzanía.
En la forma parlamentaria de gobierno, el jefe ejecutivo es elegido por el poder legislativo y no hay separación de poderes, lo que la diferencia de los sistemas presidencial y semipresidencial. En estos tipos de sistemas, el presidente es también típicamente tanto jefe de Estado como jefe de gobierno, mientras que la mayoría de los sistemas parlamentarios tienen un jefe de Estado no ejecutivo, como un rey o un presidente ceremonial. Mauricio, por ejemplo, modificó su constitución en 1992, creando un cargo ceremonial del presidente como jefe de Estado, y Lesotho tiene un rey sin poderes políticos en esencia.
En los sistemas parlamentarios, el jefe de gobierno suele llamarse primer ministro, como en Lesotho, pero también puede tener el título de presidente, como en Botswana y Sudáfrica, y esta persona tiene que seleccionar a los ministros del poder legislativo o del órgano legislativo. A diferencia de los sistemas presidenciales, el poder legislativo también puede desbancar al gobierno mediante un voto de no confianza de la mayoría. El jefe de gobierno puede decidir dimitir si ya no hay una mayoría en la legislatura para apoyar las principales políticas del gobierno, o si una coalición de partidos gobernantes ya no puede llegar a un acuerdo sobre las principales cuestiones de política. Al igual que en la democracia parlamentaria de Mauricio entre 1991 y 1995, esta dimisión puede dar lugar a la formación de un nuevo gobierno de coalición, pero si no se puede formar un nuevo gobierno, se disuelve el parlamento y se celebran nuevas elecciones, lo que también ocurrió en Mauricio en 1983.
Botswana, Etiopía y Mauricio funcionan con un sistema electoral de estilo británico basado en la pluralidad de votos en circunscripciones uninominales, a menudo denominado "first-past-the-post" (FPTP). Lesotho también utilizó el sistema FPTP de 1993 a 2002, pero luego decidió pasar a un sistema mixto, en el que 80 de los 120 miembros del Parlamento son elegidos por representación proporcional (PR) y los 40 restantes son elegidos mediante el sistema FPTP. Un sistema electoral proporcional suele tener circunscripciones de varios miembros, y cada partido presenta una lista de candidatos para cada circunscripción. Los escaños en la legislatura se asignan entonces según el porcentaje de votos recibidos a nivel nacional. Sudáfrica utiliza un sistema de relaciones públicas basado en listas de partidos cerradas, muy similar al sistema sueco, pero a diferencia de la mayoría de los países del mundo que utilizan relaciones públicas, Sudáfrica no tiene un umbral para que los partidos entren en el parlamento. En consecuencia, el Parlamento de Sudáfrica cuenta con doce partidos políticos, en comparación con, por ejemplo, los tres partidos legislativos de Botsuana (en 2005).
Las investigaciones sobre las democracias establecidas, así como sobre las naciones en desarrollo, han tendido a apoyar la opinión de que los sistemas parlamentarios de los gobiernos son más sólidos que los presidenciales, especialmente en sociedades divididas, y los sistemas parlamentarios de África corroboran esta opinión. Botsuana ha sido una democracia estable desde su independencia en 1966 y Mauricio desde 1976. Lesoto reintrodujo la política pluripartidista en 1993 y Sudáfrica lo hizo un año después, y ambos países han pasado a ser democracias estables. Por lo tanto, todos los sistemas parlamentarios de gobierno de África, salvo el de Etiopía, son democracias estables con elecciones generalmente pacíficas, libres y justas e inclusivas cuyos resultados han sido aceptados por todos los principales partidos. Estos cuatro países también están clasificados como "libres" por la clasificación de "Freedom House" de derechos políticos y libertades civiles, mientras que Etiopía se considera "parcialmente libre". La participación política, medida por el promedio de la participación de los votantes, es relativamente alta en estos cuatro países, rondando el 75 por ciento. En comparación, entre los sistemas presidenciales de África, la democracia se ha quebrantado unas cuarenta veces desde 1990; sólo la mitad de sus elecciones han sido clasificadas como sustancialmente libres y justas, y alrededor de un tercio de todas sus elecciones han dado lugar a boicots. La mayoría de los sistemas presidenciales se clasifican sólo como "parcialmente libres" o "no libres", y el promedio de participación política es mucho más bajo, con una participación de votantes de alrededor del 60 por ciento.
En general, se considera que el control parlamentario del ejecutivo es particularmente necesario dada la gran expansión de la importancia de las relaciones internacionales y de las actividades gubernamentales relacionadas con la adhesión a organizaciones supranacionales. Un ejemplo de esto puede verse en los esfuerzos de los parlamentos europeos por recuperar en términos de control de la acción gubernamental lo que han perdido en términos de toma de decisiones a nivel de la UE (el "déficit democrático" europeo) . Estos esfuerzos se han visto recompensados en 2009 con el Tratado de Lisboa, que refuerza significativamente el papel de los parlamentos nacionales en los procedimientos de toma de decisiones de la UE. Pero la cuestión debe considerarse a la luz de una gama más amplia de fenómenos, los relativos a la brecha estructural entre la dimensión todavía nacional de la política y la escala global o continental de los mercados, los medios de comunicación y los organismos tecnocráticos. En ese ámbito, los Estados pueden tener la posibilidad de desempeñar un papel activo a través de sus gobiernos, más que a través de asambleas representativas. Inevitablemente, estas últimas se quedan a un lado, e incluso su potencial para desempeñar una función de control parece modesto.
Estos factores, junto con los relacionados con la creciente mediatización y personalización de la política, es probable que priven progresivamente de su significado a la deliberación parlamentaria. De ahí que entre las elites políticas de las democracias maduras esté surgiendo una preocupación común por el declive del parlamento y por las consecuencias de éste en la legitimidad de las instituciones políticas. En el Reino Unido, el libro verde titulado "The Governance of Britain" (La gobernanza de Gran Bretaña), presentado al Parlamento por el Primer Ministro Brown en julio de 2007, tenía por objeto, entre otras cosas, "limitar los poderes del ejecutivo", "revitalizar la Cámara de los Comunes" y "renovar la rendición de cuentas del Parlamento". La legislación que surgió como resultado de esta iniciativa (la Ley de Reforma Constitucional y Gobernanza de 2010) no estuvo a la altura de esta retórica desafiante. Incluía cambios que afectaban a dos esferas del poder ejecutivo, de los cuales sólo uno estaba expresamente calculado para ampliar las funciones del Parlamento; y parece poco probable que la legislación por sí sola modifique las actitudes políticas que se basan en una práctica de larga data más que en la ley. Sin embargo, el deseo de cambio en la misma dirección de una mayor rendición de cuentas pareció impulsar tanto la ambiciosa reforma constitucional de Francia en 2008 como la reforma del sistema federal alemán en 2006. Estas diversas medidas, que surgen en diferentes culturas políticas y afectan a diferentes mecanismos institucionales, pueden reflejar la necesidad de corregir lo que se ha convertido en una relación cada vez más desequilibrada entre el parlamento y el gobierno: pero no podemos confiar en que quienes ejercen el poder ejecutivo se expongan voluntariamente a la perspectiva de un desafío político más eficaz y transparente.
No hemos examinado la cuestión de si, como sistema de gobierno, es superior o más estable que las formas de presidencialismo. En 1990, en un célebre análisis de "los peligros del presidencialismo", Juan J. Linz llegó a la conclusión de que las democracias parlamentarias han tenido un desempeño histórico superior y que el parlamentarismo es más propicio para la democracia estable; entre las dificultades que plantea el presidencialismo está la mayor rigidez y la existencia de doble legitimidad cuando el ejecutivo y el legislativo se eligen por separado. Las críticas a esta conclusión destacaron las posibilidades de conflicto que pueden existir en los sistemas parlamentarios, la estabilidad variable de los sistemas de partidos políticos, la falta de control legislativo sobre el ejecutivo cuando el gobierno tiene una clara mayoría en el legislativo y la amplia gama de versiones diferentes de presidencialismo y parlamentarismo que existen.
Más recientemente, seJ ha sostenido que no es la naturaleza de las instituciones presidenciales como tal lo que causa la inestabilidad de los sistemas presidenciales, ya que hay muchos otros factores que determinan el funcionamiento de esos sistemas: así pues, la inestabilidad de los regímenes presidenciales se observa con mayor frecuencia en los países en los que, en cualquier caso, la democracia de cualquier tipo sería inestable. Este debate se ha basado a menudo en la experiencia de los países de América Latina y, en menor medida, en la de los nuevos sistemas constitucionales de Europa oriental. En los países con una trayectoria más larga de gobierno democrático, como en Europa occidental, el modelo de parlamentarismo, con todas sus posibles variantes, es más común que el modelo de presidencialismo, a pesar de las presiones del mundo moderno que trabajan en pro de la personalización de la toma de decisiones políticas.
Nota: Un análisis sobre este tema, referido a México, está contenido en la plataforma digital mexicana.
El parlamentarismo es el principio parlamentario o sistema de gobierno.
Mientras que en el Reino Unido el sistema parlamentario se estableció y desarrolló principalmente mediante convenciones constitucionales, en otros países democráticos de Europa se basó desde el principio en disposiciones constitucionales escritas, aunque éstas sólo ofrecían un marco general para el desarrollo de las relaciones convencionales entre las instituciones gubernamentales. Esas relaciones, junto con los reglamentos parlamentarios, las leyes electorales y la estructura del sistema político, desempeñan en todas partes un papel importante en la configuración del modelo parlamentario.
Las olas de democratización generaron gradualmente una expansión mundial del parlamentarismo. Los nuevos Estados democráticos que siguieron a la disolución de los imperios coloniales europeos, en particular los que lograron la independencia del dominio británico, ya sea antes o después de la Segunda Guerra Mundial (entre ellos Australia, el Canadá, Nueva Zelanda y la India, así como los Estados de África y el Caribe) se establecieron en su mayor parte mediante una constitución escrita que preveía la forma parlamentaria de gobierno. Un fenómeno similar se produjo más tarde en Europa oriental con el colapso del comunismo, y en Sudáfrica con el fin del apartheid. No obstante, en África, Asia, América Latina e incluso en Europa oriental, un número importante de jóvenes democracias han adoptado el modelo semipresidencial o presidencial.
En esta plataforma, aparte del modelo británico de parlamentarismo, se examina la versión original del parlamentarismo en la Europa continental; la historia del significado de "parlamentarismo"; las oleadas de democratización y la difusión mundial del sistema parlamentario en el siglo XX; la historia de la democracia parlamentaria a través de los siglos; la condición de miembro del parlamento (parlamentario) y sus privilegios; las diferencias y analogías dentro de los distintos sistemas parlamentarios en el mundo; y si el parlamentarismo está en declive. Al examinar las principales características del parlamentarismo, se esbozan los antecedentes históricos de las formas de gobierno parlamentario que existen actualmente y se explora las formas diferentes de parlamentarismo hoy en día y hace varios siglos.
El gobierno parlamentario, o gobierno de gabinete, es la forma de democracia constitucional en la que la autoridad ejecutiva surge de la autoridad legislativa y es responsable ante ella. Difiere de la disposición de los organismos ejecutivos y legislativos elegidos independientemente que se encuentran en los Estados Unidos. Desarrollado en Europa occidental y en particular en Gran Bretaña, el gobierno parlamentario proporciona la pauta que suelen asumir los experimentos democráticos en Europa oriental, Asia y África. En el uso común, el término "gobierno parlamentario" se reserva para los sistemas políticos que no sólo son parlamentarios sino que se basan en elecciones libres y competitivas. Esto excluye a las dictaduras de un solo partido que ejercen el poder dentro de una estructura parlamentaria formal.
La unión esencial de los poderes ejecutivo y legislativo va acompañada del principio constitucional de que el órgano legislativo, o parlamento, es supremo. Por lo general, el principal ejecutivo, el primer ministro, es nombrado por un jefe de Estado monárquico o presidencial. El primer ministro, a su vez, elige a los jefes ejecutivos de los departamentos gubernamentales, los más importantes de los cuales están en el gabinete del primer ministro. Tanto el primer ministro como su gabinete, conocido conjuntamente como el gobierno, son normalmente miembros del parlamento. Sólo ocupan cargos ministeriales mientras tengan el apoyo de la mayoría en el parlamento. En una legislatura bicameral, este requisito suele significar el apoyo mayoritario en la casa más popularmente elegida. Ocasionalmente un gobierno puede ser responsable ante ambas cámaras. En cualquier caso, la regla de la confianza legislativa continua se demuestra regularmente en la presentación por parte del gobierno de su programa y registro para la aprobación parlamentaria. Una derrota del gobierno por un voto legislativo adverso, en una cuestión claramente importante, indica una falta de confianza que obliga al gobierno a dimitir o a intentar, mediante una elección general, asegurar una nueva mayoría parlamentaria. Un gobierno puede permanecer en el cargo sólo temporalmente sin apoyo parlamentario para sus políticas. El estancamiento entre un ejecutivo de una persuasión y una legislatura de otra, como ocurre con el sistema americano de poderes separados, se supone que es imposible en el sistema parlamentario. La inestabilidad de la autoridad ejecutiva, por otra parte, es totalmente posible. La forma aceptada de evitarla es mediante el desarrollo en el parlamento de una fuerte mayoría partidista dispuesta a apoyar a un primer ministro y a su gabinete durante los varios años que transcurren entre las elecciones parlamentarias. El poder ejecutivo se convierte entonces en el eficaz responsable de la política.
En los sistemas parlamentarios las elecciones pueden convocarse después de un voto de censura o un acto de disolución; en un sistema presidencial, el ejecutivo y los miembros del congreso son normalmente elegidos por un período de tiempo que no puede ser fácilmente ajustado. Los calendarios electorales fijos permiten a los presidentes y a los miembros del congreso negarse a cooperar sin tener que enfrentarse, por consiguiente, a una elección. Aunque en ambos sistemas son posibles los gobiernos minoritarios y de coalición, el parlamentarismo tiene incorporado un mecanismo para cambiar un gobierno que ya no goza de la confianza de una mayoría legislativa.
Historia
Más que la mayoría de las formas de gobierno en funcionamiento, el sistema parlamentario no es tanto una invención como un producto evolutivo. Su unión esencial de autoridad ejecutiva y legislativa no es simplemente un diseño constitucional deliberado. Es más significativamente el resultado del proceso por el cual las asambleas representativas desafiaron con éxito a los monarcas en el curso de la historia moderna. Este proceso, hay que decirlo, fue europeo, aunque se ha intentado transferir su resultado a otras partes del mundo. Puede incluso afirmarse que el proceso fue característicamente británico más que europeo y que, por lo tanto, los regímenes parlamentarios de la Europa continental representaron transferencias institucionales.
El rasgo más destacado de la experiencia histórica fue la evolución del parlamento, que pasó de ser un consejo de monarca a una supremacía propia. Reunido originalmente, ya en el período medieval, para prestar asesoramiento y especialmente para dar apoyo financiero al monarca, el parlamento se convirtió en la historia moderna en el medio por el que primero una oligarquía terrateniente establecida, luego una clase comercial y, por último, los representantes del grueso de la población se aseguraron el control de la maquinaria de gobierno. El desarrollo fue largo, cubriendo de tres a cinco siglos, y coincidió con lo que ahora parece, en comparación con las nuevas naciones, un cambio muy gradual en la sociedad europea. En particular, el gobierno parlamentario se desarrolló donde hubo un intervalo histórico sustancial de ascenso capitalista de clase media entre la era del dominio de la corte y la nobleza y la era de la democracia de masas. Especialmente en el siglo XIX, el parlamento parecía ser la agencia de la sustancial clase media producida por el capitalismo comercial e industrial.
En Gran Bretaña, la supremacía del Parlamento sobre el monarca se remonta a 1688, cuando el Parlamento afirmó su autoridad para determinar la sucesión monárquica. Esta autoridad se hizo efectiva mediante el desarrollo en el siglo XVIII de un gabinete en el que los que eran nominalmente ministros de la corona se hicieron responsables de hecho ante el Parlamento. El monarca, al perder el control de sus ministros, dejó de ser el ejecutivo efectivo. En una época cada vez más racionalista y, posteriormente, democrática, el principio hereditario no proporcionó una base probable para una autoridad ejecutiva independiente. Las reivindicaciones de un órgano representativo no fueron resistidas con éxito por un monarca. Cuando el monarca se resistía con demasiada obstinación, era probable que fuera destronado en favor de otro monarca o de un presidente. Este último, aunque no fuera elegido popularmente, podría ser un demandante más fuerte de la autoridad ejecutiva independiente, pero normalmente sus poderes se moldeaban en el molde de un monarca constitucional. La innovación presidencial fue tardía en el sistema parlamentario; los franceses no introdujeron la presidencia hasta después de 1870. Este cambio puede hacer que el orden parlamentario evolucione de manera menos fluida, como de hecho ocurrió en Francia, que la retención de la monarquía mientras se reduce su poder. El sistema parlamentario con un presidente ha tenido éxito en algunas naciones y se ha introducido en muchas naciones nuevas.
El gobierno parlamentario desarrolló sus características más esenciales en Gran Bretaña antes de la aparición de la democracia de masas. La mayor parte de la población británica ni siquiera tenía derecho a votar hasta el último cuarto del siglo XIX, cuando el gobierno parlamentario, incluyendo el sistema de gabinete, estaba bien establecido. En otros lugares, sin embargo, el establecimiento de instituciones parlamentarias y el logro del sufragio universal estuvieron más cerca de coincidir. Los resultados en esos casos no siempre fueron tan favorables para la estabilidad del sistema gubernamental como parece haber sido la fase británica. La duración de la evolución de la experiencia británica merece ser destacada porque puede no ser necesariamente típica de las naciones que intentan practicar el gobierno parlamentario. Esto plantea la importante cuestión general de si el gobierno parlamentario puede disociarse de las condiciones principalmente típicas de Gran Bretaña, los territorios de asentamiento británico y las naciones continentales más pequeñas que se parecen mucho a ellos.
Variaciones
El sistema parlamentario ha sido concebido de manera diferente, no sólo a lo largo del tiempo sino también de un país a otro. La opinión de que el propio órgano parlamentario, más que el gabinete, era la autoridad política efectiva siguió siendo una concepción francesa predominante, en forma de "gobierno por asamblea", mucho después de que hubiera perdido significado en el sistema británico. A mediados del siglo XIX, considerado a menudo como el período clásico de gobierno parlamentario, el gabinete británico había asumido una importancia central. Esto se reflejó en la famosa valoración de Bagehot (1865-1867). Aún así, Bagehot no sacó al Parlamento del escenario. El gabinete, aunque ejercía el liderazgo, seguía siendo un organismo del Parlamento en el sentido de que la Cámara de los Comunes decidía si se convertía en un gobierno después de discutir su política. Bagehot consideraba que esta función electiva, más que la legislativa, era la más importante que desempeñaba el Parlamento. De esta manera, el Parlamento seguía siendo el lugar de poder a pesar del papel crucial del gabinete en todo el sistema.
Sin embargo, en el siglo XX, el modelo original británico cambió a medida que el gabinete contaba cada vez más con el apoyo de una mayoría cohesionada y, por lo tanto, permanecía en el cargo de una elección general a otra. Ya no se esperaba que el Parlamento Británico ejerciera su poder para destituir un gobierno. La función electiva se transfirió de los Comunes al público en general. El Parlamento seguía siendo el registro de la decisión del electorado en cuanto a la dirección del partido que iba a formar el gabinete, pero los debates parlamentarios perdieron el impacto que habían tenido anteriormente en la vida del gobierno. La relación cada vez más directa del gabinete con el electorado fue acompañada de un fortalecimiento del papel del primer ministro. Como líder de un partido mayoritario, ha llegado, en efecto, a ser elegido como jefe del ejecutivo cuando los votantes eligen a los representantes parlamentarios de su partido. Él tiene una responsabilidad individual con el país. Su gabinete ha tendido a convertirse más en un equipo cambiante de ministros que llevan a cabo el programa del líder, que en un órgano genuinamente colegiado de formulación de políticas. El efecto de esta tendencia, junto con la que ha hecho que el gobierno sea más directamente responsable ante el electorado que ante el Parlamento, ha sido dar al sistema británico una apariencia menos parlamentaria y más presidencial. Puede incluso parecer más presidencial que el sistema americano, ya que el primer ministro está menos limitado por un parlamento, en el que su partido tiene una mayoría cohesionada, que un presidente de los Estados Unidos por el Congreso. Por otra parte, la mayoría cohesionada del primer ministro, que normalmente lo apoya, puede decidir desplazarlo en circunstancias ciertamente raras pero importantes. Además, concebir el sistema parlamentario en términos casi presidenciales es también algo peligroso en el sentido de que un partido de mayoría cohesiva no siempre puede existir como lo ha hecho en Gran Bretaña durante los años centrales del siglo XX [véase Regla de la mayoría].
Sin embargo, las tendencias que han cambiado el gobierno parlamentario en Gran Bretaña se observan en otros lugares, y generalmente en asociación con un fuerte partido parlamentario que posee una mayoría o una casi mayoría de escaños. Un caso importante es el funcionamiento del sistema de Alemania Occidental después de la Segunda Guerra Mundial. Aquí el canciller, como contraparte alemana del primer ministro británico, estableció un ascenso basado en la dirección de su partido y su popularidad entre el electorado. La mayoría de las demás naciones continentales en el molde parlamentario no han desarrollado un liderazgo ejecutivo fuerte en el mismo grado que Alemania Occidental; en la Cuarta República Francesa, el gobierno parlamentario se quebró por la ausencia de un sistema de gabinete estable. Las naciones europeas más pequeñas también han tenido éxito en el fortalecimiento de sus gabinetes, manteniendo al mismo tiempo el sistema parlamentario. Las naciones de habla inglesa del Commonwealth de ultramar se parecen aún más al modelo británico.
Partidos
La cohesión del partido por sí sola no es la clave para lograr la estabilidad del ejecutivo en el sistema parlamentario. Igualmente importante es la presencia de un partido, o tal vez una combinación de partidos, que comande una mayoría en el cuerpo legislativo. El caso más sencillo, salvo el acuerdo no competitivo de un solo partido, es la competencia bipartidista que caracteriza en gran medida la política parlamentaria británica. Dado que sólo hay dos partidos principales, la probabilidad de que un partido tenga una mayoría parlamentaria, incluso una cómoda mayoría de trabajo, es alta. Esto ocurrió regularmente en Gran Bretaña durante los tres decenios siguientes a 1931. Los partidos menores, en contraposición a un tercer partido u otros partidos sustanciales en un sistema multipartidista, no suelen ganar suficientes escaños para reducir uno de los grandes partidos a sólo la fuerza de la pluralidad. Ni siquiera un tercer partido, o cualquier otro número de partidos competidores, impediría necesariamente que un partido obtuviera la mayoría. Los partidos demócrata cristianos de Alemania e Italia obtuvieron mayorías estrechas y bastante breves en esas circunstancias multipartidistas durante los años posteriores a la guerra mundial. Sin embargo, ausente de estos inusuales éxitos estaba el otro ingrediente del modelo británico de gobierno de partido: un único partido de la oposición lo suficientemente grande como para ser una mayoría potencial y por lo tanto un partido de gobierno alternativo, hasta el punto de proporcionar un núcleo de liderazgo de potenciales ministros llamado "gabinete en la sombra"
A pesar del éxito práctico del modelo bipartidista, no es necesariamente una característica esencial del sistema parlamentario. Los propios británicos tenían un sistema tripartito, a menudo sin un partido mayoritario, tan recientemente como en el decenio de 1920, y es posible que lo vuelvan a tener. Además, hay otras naciones que han tenido casi siempre más de dos partidos importantes y, sin embargo, han mantenido un gobierno parlamentario. Los principales ejemplos, es cierto, son los países escandinavos y algunas naciones de habla inglesa. Sus sistemas multipartidistas particulares han producido a menudo un partido mayoritario o casi mayoritario y rara vez han estado tan fragmentados como el sistema francés, lo que constituye el principal ejemplo de la dificultad de mantener un gobierno parlamentario en un sistema multipartidista.
Sin embargo, pueden darse circunstancias especiales, como en Austria después de la Segunda Guerra Mundial. Regularmente los dos principales partidos austríacos se unieron en una coalición, excluyendo a los partidos menores, y sin embargo se enfrentaron en elecciones competitivas. En este novedoso arreglo, la principal función de las elecciones era decidir cuál de los dos partidos aumentaría su participación en los puestos del gabinete, no decidir cuál de los dos formaría un gabinete. Las elecciones pueden servir para un propósito igualmente limitado en una nación más claramente multipartidista cuando se establece un gabinete de coalición en un espectro político bastante amplio, que abarque quizás dos tercios pero no todo un parlamento. En este caso, los votantes, al elegir más o menos representantes de un partido determinado, ayudan a determinar la fuerza relativa de los diversos partidos que componen regularmente el gabinete. Se trata de una forma de competencia electoral más limitada que la que se da entre dos partidos o dos grupos de partidos, cada uno de los cuales se disputa la formación de un gobierno propio. Sin embargo, es una competencia que parece pertinente cuando no existen alternativas claras. El resultado es una operación de gobierno parlamentario diferente del método británico estándar, pero no es incompatible con la democracia.
No se puede decir lo mismo con seguridad para los sistemas en los que hay un solo partido. Mucho depende tanto del grado como del método de dominación. Es evidente que cuando un partido tiene el monopolio legal, como en los estados comunistas, no puede haber un gobierno parlamentario en el sentido occidental. Pero cuando la competencia entre partidos es legal, aunque se desaliente socialmente, el problema es más difícil de resolver. Es concebible que una nación, poco después de la independencia, por ejemplo, pueda considerar legítimo sólo al partido que dirigió el movimiento de independencia nacional. Este parece ser el caso, en diversos grados, en África y Asia durante el período inmediatamente posterior al imperio. Los partidos distintos del partido gobernante suelen tener muy poco apoyo para proporcionar una oposición parlamentaria seria. La competencia política tiene lugar principalmente dentro del único partido principal. Dada la libertad de expresión, dentro y fuera del parlamento, y dada la libre elección de los candidatos parlamentarios a nivel de los partidos locales, la competencia dentro del partido puede ser sustancial. Pero cuando, como sucede a menudo, el líder del partido único considera ilegítimas las críticas abiertas, ya sea desde dentro o desde fuera de su partido, el resultado tiende a parecerse a las dictaduras deliberadamente unipartidistas de las naciones comunistas.
Otro tipo de dificultad sobre el papel de la oposición surge cuando la competencia sustancial proviene de partidos que no son de hecho democráticos, como los partidos comunistas y fascistas. Su oposición plantea la cuestión de su legitimidad en cualquier sistema democrático. Esta cuestión se deriva de la suposición de que tales partidos, si estuvieran en el poder, derribarían el mismo régimen parlamentario bajo el que han operado. Esto es exactamente lo que el Partido Nacional Socialista hizo a la República de Weimar. Incluso sin llegar al poder, un partido fascista o comunista puede afectar negativamente al funcionamiento del sistema parlamentario al obtener suficientes votos para convertirse en la principal oposición. El electorado no tiene entonces otra opción que votar por el gobierno, a menos que esté dispuesto a apoyar a una oposición dedicada a una transformación radical del orden constitucional democrático. Los partidos comunistas francés e italiano estuvieron a punto de crear estas alternativas limitadoras después de la Segunda Guerra Mundial.
Ejecutivo
El aumento del poder del jefe de estado, monárquico o presidencial, debe entenderse como un paso alejado del gobierno parlamentario. Un papel importante e independiente de formulación de políticas para un presidente elegido, por ejemplo, parece incompatible con el sistema parlamentario. La consecuencia de ese aumento de poder, como lo demuestra la constitución de la Quinta República Francesa y especialmente las prácticas del Presidente de Gaulle, no basta para crear un sistema presidencial completo sino que basta para producir un sistema parlamentario híbrido. Es probable que la tendencia contrapartidaria sea tanto más fuerte cuanto que un presidente, dotado de autoridad constitucional, es elegido popularmente y por lo tanto puede reclamar un mandato popular para rivalizar con el parlamento y su gabinete elegido. Ese presidente deja de ser el jefe de Estado digno y no partidista que caracteriza a un monarca constitucional moderno o a un presidente elegido por el parlamento para desempeñar el papel de monarca.
Originalmente, como con tantos otros poderes, la disolución era de hecho la prerrogativa del jefe de estado, en particular del monarca británico. Pero el ejercicio de la autoridad sobre este importante asunto político es ahora del primer ministro. En algunos sistemas, por ejemplo en la Tercera República Francesa, el Parlamento conserva la facultad de disolverse a sí mismo después de un determinado número de años. Esto debilita el poder ejecutivo porque el primer ministro necesita el poder de disolver el parlamento como un medio de mantener el apoyo de la mayoría. Los miembros de la mayoría del primer ministro, según esta opinión, tendrán más probabilidades de seguir votando por él si creen que su derrota parlamentaria podría significar no su dimisión sino unas nuevas elecciones generales. Los miembros ordinarios no querrán arriesgar sus escaños.
El poder legislativo no es un órgano de formulación de políticas a la manera del Congreso de los EE.UU., más o menos en igualdad de condiciones con el ejecutivo. Los miembros individuales no ministeriales de la Cámara de los Comunes, por ejemplo, no legislan directamente, como lo hacen los congresistas estadounidenses cuando deciden si aceptan propuestas gubernamentales o sustituyen propuestas propias. Los miembros del Parlamento británico pueden, especialmente en los consejos de los partidos privados, influir en lo que presenta su liderazgo por medio de la política, y ciertamente interrogan a los ministros (en un turno de preguntas diario) sobre los detalles de la política, además de debatir la política en general. Pero no hacen política como miembros de una rama coordinada del gobierno; carecen de las facilidades legislativas para hacerlo. Los comités parlamentarios británicos no son lugares de poder independientes que proporcionen a los miembros no ministeriales la oportunidad de anular el programa del gobierno. A este respecto, la situación británica es extrema, ya que la Cámara de los Comunes evita por completo los comités de asuntos oficiales. Otros gobiernos parlamentarios, aunque no sean del estilo británico, no suelen llegar tan lejos en la protección contra un desafío a la supremacía teórica de toda la Cámara o a la supremacía práctica del gobierno, cuya autoridad descansa en la confianza de la mayoría de la Cámara. Sin embargo, dondequiera que el gobierno parlamentario haya desarrollado un ejecutivo fuerte y estable, existe necesariamente una importante limitación en el ejercicio de una política independiente por parte de los miembros no ministeriales. Esto significa que la importancia pública del parlamento descansa en gran medida en sus debates públicos, pero éstos pueden ahora no asegurar tanta atención como la que se da a los líderes de los partidos en la radio y la televisión.
Sólo en los casos en que el gobierno parlamentario no ha desarrollado un fuerte liderazgo ejecutivo, la actividad y organización legislativa se asemeja al patrón del congreso estadounidense. Los ejemplos extremos los proporcionan las repúblicas francesas Tercera y Cuarta, ambas con eficaces comités temáticos cuyos dirigentes pueden sustituir sus políticas por las del gobierno. Estos líderes de los comités eran a menudo rivales de los líderes gubernamentales, que podían ser expulsados de sus cargos por una acción adversa del comité y la subsiguiente acción parlamentaria adversa. La responsabilidad, en esta situación, no está firmemente fijada en el gabinete, que por lo general no tiene una mayoría estable en la legislatura. Incluso en cuestiones de política exterior, en las que la mayor autoridad ejecutiva ha sido habitual en todos los sistemas, el estilo francés de gobierno parlamentario imponía límites a la dirección del gabinete. La ausencia de una mayoría parlamentaria coherente, que permitió a los representantes franceses desempeñar funciones más activas y más directas, está estrechamente asociada a la inestabilidad de los gobiernos de la Tercera y la Cuarta Repúblicas francesas.
El término majlis (asamblea) se ha utilizado para los parlamentos electos en el Cercano y Medio Oriente desde el decenio de 1860. La primera constitución moderna del mundo musulmán, proclamada por el bey de Túnez en 1861, preveía una gran asamblea, pero ésta debía ser elegida por el rey y estaba destinada a la supervisión de la administración y la adjudicación. El primer majlis elegido, que se inauguró en Egipto en 1866, era puramente consultivo, pero el parlamento otomano recibió cierto poder legislativo un decenio más tarde. El parlamento otomano fue creado por la constitución otomana de 1876 e incluía a representantes de las provincias balcánicas y árabes, así como a los turcos del Imperio Otomano. Fue
se disolvió, sin embargo, en menos de dos años. Los parlamentarios constitucionalistas obligaron al gobernante de Egipto a proclamar una constitución más liberal que la otomana en 1882, pero el esfuerzo fue en vano con la ocupación británica de Egipto a finales de ese año.
La siguiente ola de constitucionalismo en el Oriente Medio comenzó con la revolución de 1906 en el Irán, que obligó al sha a proclamar una constitución que incluía un parlamento con pleno poder legislativo. Ese mismo año se eligió la Asamblea Consultiva Nacional Iraní (Majles-e Shura-ye Melli). Después de la revolución islámica, el Irán fue declarado una república islámica, pero en su nueva constitución de 1979 se mantuvo el majlis, y sólo después de que se reunió en 1980 el majlis cambió su nombre por el de Asamblea Consultiva Islámica.
En 1908 la revolución de los jóvenes turcos obligó al sultán a restaurar la constitución otomana. Un año más tarde, la constitución fue enmendada para que los ministros fueran totalmente responsables ante el parlamento. Tras la revolución kemalista, el último parlamento otomano fue disuelto por el sultán en 1920 y fue sustituido por la Gran Asamblea Nacional (Büyük Millet Meclisi) de Turquía, que aprobó la constitución republicana de 1924.
En el período de entreguerras, se establecieron monarquías constitucionales con parlamentos elegidos en el Egipto independiente ( 1923 ) y en el Iraq ( 1925 ) y Jordania ( 1928 ) bajo el mandato británico. En 1938, el emir de Kuwait proclamó una constitución de cinco artículos. Incluía una asamblea cuyo presidente iba a tener autoridad ejecutiva, pero la asamblea se disolvió pronto y se abandonó el experimento. Una nueva constitución kuwaití fue promulgada en 1962.
Las constituciones republicanas entraron en vigor en Siria y el Líbano en 1943, en Egipto en 1956, en Túnez en 1959 y en Argelia y el Yemen en 1962, mientras que la constitución marroquí de 1962 declaró que la nación era una monarquía. La responsabilidad ministerial ante el parlamento había sido la principal manzana de la discordia entre el poder ejecutivo del gobierno y los parlamentos en la monarquía constitucional, y los parlamentos solían perder la contienda. Asegurar una rendición de cuentas significativa del ejecutivo se hizo aún más difícil con las constituciones republicanas de la era poscolonial, que debilitaron las disposiciones relativas a los derechos por su compromiso con las ideologías del socialismo y el nacionalismo y otorgaron a los presidentes poderes de emergencia y el derecho a gobernar por decreto.
Los Estados del Golfo, con excepción de Kuwait, obtuvieron su independencia de Gran Bretaña en el decenio de 1970 con documentos constitucionales pero, por lo general, sin parlamentos elegidos, salvo Bahrein y, más recientemente, Qatar. Omán promulgó una constitución en 1991, y Arabia Saudita en 1992, sesenta años después de haber sido prometida por primera vez. Se estableció un parlamento palestino de conformidad con los Acuerdos de Oslo de 1993. Con raras excepciones, los parlamentos del Cercano y Medio Oriente han seguido siendo instituciones débiles y no han logrado tomar la iniciativa en materia de legislación ni establecer una rendición de cuentas duradera del poder ejecutivo de sus respectivos gobiernos.
En el diseño de su administración parlamentaria, la mayoría de las democracias constitucionales de la África actual están organizadas de manera que reflejan el gobierno del sistema presidencial de los Estados Unidos o del sistema semipresidencial francés. De los 53 países de África, sólo cinco se basan en un sistema de gobierno parlamentario: Botswana, Etiopía, Lesotho, Mauricio y la República de Sudáfrica. Varios países, constituidos principalmente por antiguas colonias británicas, probaron el sistema parlamentario durante el período inicial de postindependencia pero optaron por sistemas presidenciales durante la ola de democratización del decenio de 1990; por ejemplo, Ghana, Kenya, Malawi, Nigeria y Tanzanía.
En la forma parlamentaria de gobierno, el jefe ejecutivo es elegido por el poder legislativo y no hay separación de poderes, lo que la diferencia de los sistemas presidencial y semipresidencial. En estos tipos de sistemas, el presidente es también típicamente tanto jefe de Estado como jefe de gobierno, mientras que la mayoría de los sistemas parlamentarios tienen un jefe de Estado no ejecutivo, como un rey o un presidente ceremonial. Mauricio, por ejemplo, modificó su constitución en 1992, creando un cargo ceremonial del presidente como jefe de Estado, y Lesotho tiene un rey sin poderes políticos en esencia.
En los sistemas parlamentarios, el jefe de gobierno suele llamarse primer ministro, como en Lesotho, pero también puede tener el título de presidente, como en Botswana y Sudáfrica, y esta persona tiene que seleccionar a los ministros del poder legislativo o del órgano legislativo. A diferencia de los sistemas presidenciales, el poder legislativo también puede desbancar al gobierno mediante un voto de no confianza de la mayoría. El jefe de gobierno puede decidir dimitir si ya no hay una mayoría en la legislatura para apoyar las principales políticas del gobierno, o si una coalición de partidos gobernantes ya no puede llegar a un acuerdo sobre las principales cuestiones de política. Al igual que en la democracia parlamentaria de Mauricio entre 1991 y 1995, esta dimisión puede dar lugar a la formación de un nuevo gobierno de coalición, pero si no se puede formar un nuevo gobierno, se disuelve el parlamento y se celebran nuevas elecciones, lo que también ocurrió en Mauricio en 1983.
Botswana, Etiopía y Mauricio funcionan con un sistema electoral de estilo británico basado en la pluralidad de votos en circunscripciones uninominales, a menudo denominado "first-past-the-post" (FPTP). Lesotho también utilizó el sistema FPTP de 1993 a 2002, pero luego decidió pasar a un sistema mixto, en el que 80 de los 120 miembros del Parlamento son elegidos por representación proporcional (PR) y los 40 restantes son elegidos mediante el sistema FPTP. Un sistema electoral proporcional suele tener circunscripciones de varios miembros, y cada partido presenta una lista de candidatos para cada circunscripción. Los escaños en la legislatura se asignan entonces según el porcentaje de votos recibidos a nivel nacional. Sudáfrica utiliza un sistema de relaciones públicas basado en listas de partidos cerradas, muy similar al sistema sueco, pero a diferencia de la mayoría de los países del mundo que utilizan relaciones públicas, Sudáfrica no tiene un umbral para que los partidos entren en el parlamento. En consecuencia, el Parlamento de Sudáfrica cuenta con doce partidos políticos, en comparación con, por ejemplo, los tres partidos legislativos de Botsuana (en 2005).
Las investigaciones sobre las democracias establecidas, así como sobre las naciones en desarrollo, han tendido a apoyar la opinión de que los sistemas parlamentarios de los gobiernos son más sólidos que los presidenciales, especialmente en sociedades divididas, y los sistemas parlamentarios de África corroboran esta opinión. Botsuana ha sido una democracia estable desde su independencia en 1966 y Mauricio desde 1976. Lesoto reintrodujo la política pluripartidista en 1993 y Sudáfrica lo hizo un año después, y ambos países han pasado a ser democracias estables. Por lo tanto, todos los sistemas parlamentarios de gobierno de África, salvo el de Etiopía, son democracias estables con elecciones generalmente pacíficas, libres y justas e inclusivas cuyos resultados han sido aceptados por todos los principales partidos. Estos cuatro países también están clasificados como "libres" por la clasificación de "Freedom House" de derechos políticos y libertades civiles, mientras que Etiopía se considera "parcialmente libre". La participación política, medida por el promedio de la participación de los votantes, es relativamente alta en estos cuatro países, rondando el 75 por ciento. En comparación, entre los sistemas presidenciales de África, la democracia se ha quebrantado unas cuarenta veces desde 1990; sólo la mitad de sus elecciones han sido clasificadas como sustancialmente libres y justas, y alrededor de un tercio de todas sus elecciones han dado lugar a boicots. La mayoría de los sistemas presidenciales se clasifican sólo como "parcialmente libres" o "no libres", y el promedio de participación política es mucho más bajo, con una participación de votantes de alrededor del 60 por ciento.
En general, se considera que el control parlamentario del ejecutivo es particularmente necesario dada la gran expansión de la importancia de las relaciones internacionales y de las actividades gubernamentales relacionadas con la adhesión a organizaciones supranacionales. Un ejemplo de esto puede verse en los esfuerzos de los parlamentos europeos por recuperar en términos de control de la acción gubernamental lo que han perdido en términos de toma de decisiones a nivel de la UE (el "déficit democrático" europeo) . Estos esfuerzos se han visto recompensados en 2009 con el Tratado de Lisboa, que refuerza significativamente el papel de los parlamentos nacionales en los procedimientos de toma de decisiones de la UE. Pero la cuestión debe considerarse a la luz de una gama más amplia de fenómenos, los relativos a la brecha estructural entre la dimensión todavía nacional de la política y la escala global o continental de los mercados, los medios de comunicación y los organismos tecnocráticos. En ese ámbito, los Estados pueden tener la posibilidad de desempeñar un papel activo a través de sus gobiernos, más que a través de asambleas representativas. Inevitablemente, estas últimas se quedan a un lado, e incluso su potencial para desempeñar una función de control parece modesto.
Estos factores, junto con los relacionados con la creciente mediatización y personalización de la política, es probable que priven progresivamente de su significado a la deliberación parlamentaria. De ahí que entre las elites políticas de las democracias maduras esté surgiendo una preocupación común por el declive del parlamento y por las consecuencias de éste en la legitimidad de las instituciones políticas. En el Reino Unido, el libro verde titulado "The Governance of Britain" (La gobernanza de Gran Bretaña), presentado al Parlamento por el Primer Ministro Brown en julio de 2007, tenía por objeto, entre otras cosas, "limitar los poderes del ejecutivo", "revitalizar la Cámara de los Comunes" y "renovar la rendición de cuentas del Parlamento". La legislación que surgió como resultado de esta iniciativa (la Ley de Reforma Constitucional y Gobernanza de 2010) no estuvo a la altura de esta retórica desafiante. Incluía cambios que afectaban a dos esferas del poder ejecutivo, de los cuales sólo uno estaba expresamente calculado para ampliar las funciones del Parlamento; y parece poco probable que la legislación por sí sola modifique las actitudes políticas que se basan en una práctica de larga data más que en la ley. Sin embargo, el deseo de cambio en la misma dirección de una mayor rendición de cuentas pareció impulsar tanto la ambiciosa reforma constitucional de Francia en 2008 como la reforma del sistema federal alemán en 2006. Estas diversas medidas, que surgen en diferentes culturas políticas y afectan a diferentes mecanismos institucionales, pueden reflejar la necesidad de corregir lo que se ha convertido en una relación cada vez más desequilibrada entre el parlamento y el gobierno: pero no podemos confiar en que quienes ejercen el poder ejecutivo se expongan voluntariamente a la perspectiva de un desafío político más eficaz y transparente.
No hemos examinado la cuestión de si, como sistema de gobierno, es superior o más estable que las formas de presidencialismo. En 1990, en un célebre análisis de "los peligros del presidencialismo", Juan J. Linz llegó a la conclusión de que las democracias parlamentarias han tenido un desempeño histórico superior y que el parlamentarismo es más propicio para la democracia estable; entre las dificultades que plantea el presidencialismo está la mayor rigidez y la existencia de doble legitimidad cuando el ejecutivo y el legislativo se eligen por separado. Las críticas a esta conclusión destacaron las posibilidades de conflicto que pueden existir en los sistemas parlamentarios, la estabilidad variable de los sistemas de partidos políticos, la falta de control legislativo sobre el ejecutivo cuando el gobierno tiene una clara mayoría en el legislativo y la amplia gama de versiones diferentes de presidencialismo y parlamentarismo que existen.
Más recientemente, seJ ha sostenido que no es la naturaleza de las instituciones presidenciales como tal lo que causa la inestabilidad de los sistemas presidenciales, ya que hay muchos otros factores que determinan el funcionamiento de esos sistemas: así pues, la inestabilidad de los regímenes presidenciales se observa con mayor frecuencia en los países en los que, en cualquier caso, la democracia de cualquier tipo sería inestable. Este debate se ha basado a menudo en la experiencia de los países de América Latina y, en menor medida, en la de los nuevos sistemas constitucionales de Europa oriental. En los países con una trayectoria más larga de gobierno democrático, como en Europa occidental, el modelo de parlamentarismo, con todas sus posibles variantes, es más común que el modelo de presidencialismo, a pesar de las presiones del mundo moderno que trabajan en pro de la personalización de la toma de decisiones políticas.
En esta sección se ofrece un examen y referencias cruzadas de publicidad en el ámbito del derecho comparado e internacional, en este contexto.
Promociones y sorteos
Nota: hay disponible, en esta plataforma global, un análisis sobre promociones y sorteos; el lector puede referirse a cada uno de estos conceptos por separado en su respectiva entrada.
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Traducción al Inglés
En el ámbito de los derechos humanos, la traducción de publicidad es publicity.
Publicidad en el Derecho Social
Tiene varios significados:
- Propaganda.
- Exteriorización de ciertos actos para que tomen estado público y tengan efectos ante terceros de acuerdo con las leyes, por lo que se anotan en registros de acceso público.
- En conformidad con la normativa colectiva del trabajo se publican las convocatorias a elecciones, el reconocimiento de la asociación, sus estatutos, o los estatutos a reformarse y sus reformas, la memoria, el inventario y el balance, la resolución que otorga personería (téngase presente que toda norma debe publicarse). [1]
Consideraciones Generales
Hace referencia la expresión «publicidad», en esta plataforma global, fundamentalmente a anuncios en los medios o actividades que atraen la atención del público a un producto, negocio o servicio.
Entre las Líneas
En esta plataforma, publicidad incluye entradas sobre cuestiones tales como Agencias publicitarias y Promociones y sorteos. También en esta plataforma, los conceptos y temas relacionados con publicidad incluyen los siguientes: Transmisión Web, Tasas y tarifas, Internet, Industria textil, Cosméticos, Restaurantes y comedores, Radiodifusión. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Para más información sobre publicidad en un contexto más anglosajón, puede verse, en inglés, Advertising (publicidad).
Principio de Publicidad en Derecho Electoral
Publicidad en Derecho Electoral
Publicidad en el Ámbito Económico-Empresarial
En el Contexto de: Principios Presupuestarios, Presupuestos y Publicidad
Véase una definición de publicidad en el diccionario y también más información relativa a publicidad.
Toda política fiscal que utilice la posición presupuestaria -la magnitud del déficit o el superávit- como guía para la acción requiere una decisión sobre lo que se debe incluir en el presupuesto -cómo se debe definir. Como se indicó anteriormente, las operaciones fiscales del gobierno pueden describirse mediante una declaración de las fuentes y usos de los fondos del gobierno, siendo las fuentes y usos necesariamente iguales. La creación de un presupuesto que puede tener un superávit o un déficit requiere la selección de algunas, pero no todas, estas fuentes y usos de los fondos para su inclusión en el presupuesto. Las partidas que deben incluirse dependen del propósito de la política a la que se destinan las cifras generales del presupuesto. Aparte de este propósito, no hay un presupuesto "verdadero".
La definición adecuada del presupuesto depende de si el principal objetivo de la política presupuestaria es: a) afectar a los ingresos nacionales monetarios, b) ejercer una "disciplina" sobre el gasto público, exigiendo que el gasto se corresponda con los impuestos, o c) afectar al ahorro nacional controlando la relación entre los ingresos del gobierno y los gastos del gobierno que no son para inversión. Los diferentes énfasis en estos tres objetivos conducen a diferentes respuestas a las preguntas que surgen sobre la definición del presupuesto. Estas preguntas se refieren principalmente a cuatro tipos de transacciones:
1) Las transacciones de cuentas fiduciarias en las que el gobierno acumula un fondo de una clase particular de individuos, a partir del cual se efectúan pagos, simultánea o posteriormente, para fines específicos. Los fondos de seguridad social son un ejemplo destacado.
(2) Transacciones de préstamos en las que el gobierno en algunas ocasiones presta dinero a prestatarios privados o a otros gobiernos o compra su deuda, y en otras ocasiones recibe el reembolso o vende la deuda.
(3) Gastos de capital para la adquisición por parte del gobierno de activos (incluyendo préstamos) que producen un rendimiento posterior, ya sea en dinero o en beneficios no monetarios.
4) Las operaciones en las que transcurre un lapso de tiempo considerable entre la acumulación de una obligación para o del gobierno y el pago en efectivo correspondiente.
Los tres "presupuestos", o estados de ingresos y pagos del gobierno, que se utilizan comúnmente en los Estados Unidos ilustran los diferentes tratamientos de este tipo de transacciones:
El presupuesto administrativo, que excluye las transacciones de las cuentas fiduciarias, se basa casi totalmente en el efectivo, y no hace distinción entre las transacciones de préstamos o de capital y las transacciones corrientes;
El presupuesto consolidado en efectivo, que incluye las transacciones de las cuentas fiduciarias y se basa totalmente en el efectivo;
El sector gubernamental de las cuentas de renta nacional, que también incluye las transacciones de las cuentas fiduciarias, pero excluye las transacciones de préstamos y refleja los devengos de las obligaciones fiscales de las empresas en lugar de los pagos en efectivo.
Ninguna de estas tres cuentas financieras utilizadas en los Estados Unidos distingue entre transacciones de capital y corrientes. Sin embargo, muchos otros gobiernos utilizan presupuestos de capital que sí hacen esta distinción.
Dado que el principal objetivo buscado en el pensamiento de la posguerra sobre la política fiscal ha sido un cierto efecto, presumiblemente estabilizador, sobre el ingreso nacional monetario, la búsqueda de definiciones del presupuesto se ha centrado en lo que sería más revelador de los efectos de la política fiscal sobre el ingreso nacional monetario. Lo que se desea es la definición más completa del presupuesto, coherente con el requisito de que todas las políticas fiscales que produzcan un superávit igual en el presupuesto así definido tengan, en condiciones económicas generales similares, efectos iguales sobre el ingreso nacional monetario. Esta prueba sólo puede cumplirse literalmente si cada gasto tiene el mismo efecto, por dólar, que cualquier otro gasto y el mismo efecto, con signo invertido, que cada recibo. Esto quiere decir que la prueba no puede ser literalmente cumplida por ningún presupuesto real. La prueba sí sugiere la conveniencia de excluir del presupuesto las transacciones que son marcadamente diferentes en su efecto por dólar de las transacciones incluidas y que varían sustancialmente en magnitud en relación con las transacciones incluidas. Sin embargo, si se excluyen partidas importantes para hacer más homogéneo el presupuesto y dar así un sentido más estable a la magnitud del superávit o del déficit, surgen problemas para establecer criterios y mecanismos de control de las partidas excluidas. En la práctica, hay que encontrar algún compromiso entre la homogeneidad y la exhaustividad en la definición del presupuesto.
Parece evidente que si el presupuesto tiene por objeto revelar los efectos de las transacciones fiscales en los ingresos nacionales monetarios, no hay ninguna buena razón para excluir del presupuesto las transacciones de las cuentas fiduciarias. Muchos, y probablemente la mayoría, de los ingresos y gastos realizados por las cuentas fiduciarias son bastante similares en sus efectos económicos agregados a muchos de los ingresos y gastos incluidos en el presupuesto ordinario. Un problema más difícil es el tratamiento de las transacciones de préstamos. Si el gobierno hace un préstamo a una empresa privada, a un gobierno local o a un gobierno extranjero, ¿se trata más bien de una subvención o compra del gobierno, en cuyo caso debe tratarse como un gasto, o más bien de una puichase del gobierno (reembolso) de sus propios valores, en cuyo caso no debe tratarse como un gasto? Probablemente la respuesta depende de las condiciones y circunstancias de determinados tipos de préstamos.
Si el principal objetivo de la política presupuestaria es estabilizar, o influir de alguna otra manera, en los gastos totales de dinero, no hay ninguna buena razón para distinguir entre los gastos corrientes y los gastos de capital del gobierno. Es probable que los gastos de capital, al menos cuando se destinan a la compra de bienes y servicios reales, tengan un efecto directo e indirecto tan grande en el gasto total de la economía como el gasto corriente. La cuantía de los impuestos necesarios para la estabilización económica no depende de si los gastos del gobierno son para fines corrientes o de capital.
El énfasis en la función "disciplinaria" de una norma presupuestaria puede proporcionar una justificación para excluir las cuentas fiduciarias del presupuesto. El propósito de exigir que el presupuesto esté equilibrado puede ser asegurar que no se hagan gastos gubernamentales a menos que los contribuyentes hayan demostrado su voluntad de pagar impuestos por ellos. Sin embargo, este propósito no requiere la inclusión en el presupuesto de transacciones que tienen sus propias salvaguardias disciplinarias. Si el gobierno emprende un programa de gastos determinado al que se asignan ingresos específicos, con un plan y un compromiso definitivos durante algún período, la función disciplinaria del equilibrio presupuestario no requiere la inclusión de esas transacciones en el presupuesto. La contundencia de este argumento para excluir un fondo fiduciario del presupuesto depende de si el fondo fiduciario se ajusta realmente a esta descripción, lo que ocurre a veces, pero no siempre.
Un caso similar por motivos "disciplinarios" puede darse para excluir del presupuesto las transacciones de capital en las que la productividad de las inversiones de capital del gobierno puede medirse objetivamente y compararse con el costo del capital. Esto proporcionaría una prueba de la conveniencia de las inversiones públicas que sería superior a la prueba de la voluntad de la comunidad de pagar impuestos por ellas. Cuando la inversión produce un producto que se vende en el mercado -como es el caso de un ferrocarril de propiedad del gobierno- puede disponerse de esta prueba objetiva de la productividad. Pero hay muchos tipos de inversión gubernamental -la educación es un ejemplo- en los que el producto es difícil de medir o incluso de definir. Eliminar el requisito de que esos gastos se financien mediante impuestos puede no dejar límites adecuados para su expansión.
Un caso de uso de un presupuesto de capital puede encontrarse en el deseo de separar la decisión del gobierno sobre el monto total de ahorro en la economía de la decisión sobre el monto total de la inversión del gobierno. El ahorro total de la economía es igual al ahorro privado más el exceso de impuestos sobre los gastos corrientes, no de inversión, del gobierno. El gobierno, o la comunidad a través del gobierno, puede decidir hacer este total mayor o menor al decidir un exceso mayor o menor de impuestos sobre los gastos corrientes. (Esto supone que el ahorro privado no aumenta o disminuye en una cantidad igual al cambio del exceso de impuestos sobre los gastos corrientes). El gobierno puede decidir hacer un gran superávit corriente para generar un gran ahorro total y permitir así una gran inversión total y una alta tasa de crecimiento. Esta decisión por sí misma no implica lógicamente nada sobre las proporciones en que las inversiones serían privadas y gubernamentales. Por otra parte, el gobierno puede decidir una mayor o menor cantidad de inversión pública. Esto por sí mismo no implica nada sobre lo que debería ser el ahorro total. La decisión de disponer de una gran cantidad de inversión pública puede reflejar un juicio de que muchas inversiones públicas son más productivas (o de otro modo deseables) que las inversiones privadas y deben hacerse en lugar de ellas, y no además de ellas. La existencia de grandes oportunidades de inversión productiva puede ser una razón para desear un elevado ahorro y un gran exceso de impuestos sobre el gasto corriente. Pero esto sería igualmente cierto si las oportunidades fueran para la inversión pública o privada.
Si se utiliza un presupuesto de capital, el gobierno decidiría, al decidir el tamaño de su superávit actual, cuánto debería contribuir al ahorro total. Lo decidiría en función del valor que la comunidad atribuye al crecimiento económico y a la oferta de oportunidades de inversión productiva, tanto pública como privada. El gobierno también decidiría sobre la conveniencia de determinadas inversiones públicas en términos de su productividad, teniendo en cuenta el costo del capital. Los partidarios del presupuesto de capital sostienen que esto daría lugar a mejores decisiones tanto sobre la contribución del gobierno al ahorro como sobre la inversión del gobierno que un presupuesto que agrupa los gastos corrientes y de capital.
Otro tipo de preocupación por el efecto de la política presupuestaria sobre el ahorro total puede justificar la exclusión de las cuentas fiduciarias del presupuesto. Tal vez se desee equilibrar el presupuesto de manera que todo el ahorro privado esté disponible para financiar la inversión privada, ya sea porque así se promoverá el crecimiento o porque la "soberanía de los consumidores" exige que el monto de la inversión privada esté determinado por el ahorro privado. Si los ciudadanos individuales realizan voluntariamente pagos a un fondo administrado por el gobierno del que posteriormente recibirán beneficios, estos ahorros no deberían, según este principio, estar disponibles para financiar los gastos del gobierno, como sucedería si se incorporaran al presupuesto. La fuerza de este argumento depende del grado en que la cuenta fiduciaria tenga de hecho el carácter de una institución privada de ahorro voluntario.
La idea del presupuesto de capital no implica necesariamente que el presupuesto actual deba equilibrarse mediante impuestos; la regla puede ser un superávit o un déficit en el presupuesto actual. Sin embargo, en muchos debates sobre la idea se ha supuesto que la cuestión estaba entre equilibrar el presupuesto actual y equilibrar el presupuesto total. Dado que es probable que los gastos de capital netos del gobierno sean positivos, equilibrar el presupuesto actual será más expansivo que equilibrar el presupuesto total. Esto ha ganado cierto apoyo para la idea del presupuesto de capital de aquellos que creen que es necesaria una política fiscal expansiva pero que no quieren violar el sentimiento de la comunidad a favor de equilibrar "algún" presupuesto.
Flexibilidad del Presupuesto
Las medidas fiscales tomadas en cualquier momento tienen sus efectos en algún momento futuro. La adecuación de la acción es su adecuación al momento futuro en el que se producen sus efectos. Por lo tanto, la acción fiscal requiere o implica una previsión. La fiabilidad del pronóstico será mayor cuanto más cercano sea el período futuro al que se refiere. Por esta razón, se ha prestado atención al aumento de la flexibilidad de la política fiscal, para que tenga sus efectos más rápidamente y se acorte el tiempo para el que hay que hacer previsiones. Se ha buscado una mayor flexibilidad en tres líneas principales, a veces llamada flexibilidad incorporada, flexibilidad de las fórmulas y flexibilidad discrecional.
Flexibilidad incorporada
Ya se ha observado el efecto estabilizador de la variación de los ingresos o pasivos fiscales del gobierno y los pagos de indemnización por desempleo que acompaña automáticamente a la variación de la renta nacional. El reconocimiento del valor de esta respuesta automática del presupuesto ha llevado naturalmente a preguntarse si esta respuesta podría reforzarse. Sin embargo, surge una dificultad básica al considerar posibles formas de fortalecer la respuesta estabilizadora incorporada. La medida en que los ingresos fiscales varían con un cambio en la renta nacional depende de los tipos impositivos aplicados a las rentas de las personas físicas y jurídicas en el margen -la proporción de un aumento de la renta de una persona física o jurídica que se toma en los impuestos. Si estos tipos marginales son elevados, la proporción de un cambio en la renta nacional que se absorbe en un cambio en los ingresos fiscales será grande, y esto tendrá un efecto estabilizador en la economía. Sin embargo, si estas tasas son altas, los impuestos tomarán una gran proporción de los ingresos adicionales que un individuo o una corporación pueda obtener mediante la actividad productiva. Por lo menos más allá de cierto punto, esto debilitará el incentivo a la actividad productiva y afectará negativamente a la eficiencia y el crecimiento económicos. Así pues, el valor estabilizador de los altos tipos impositivos marginales sólo puede obtenerse a costa de otros objetivos económicos importantes.
En general, los tipos marginales de los impuestos, y también las tasas de los pagos de indemnización por desempleo, han estado tan estrechamente determinados por una combinación de otros factores económica y políticamente más importantes que no se puede dejar margen para ajustarlos a fin de aumentar la estabilización "incorporada".
Para superar esta dificultad se han formulado propuestas destinadas a aumentar la capacidad de respuesta automática de la recaudación de impuestos o de la compensación por desempleo a los cambios en el estado general de la economía, sin aumentar su capacidad de respuesta a la condición o la actividad de ningún individuo. El principio general puede ilustrarse con el siguiente esquema hipotético: La retención semanal del impuesto sobre la renta de cada contribuyente se reducirá en 2,00 dólares por cada punto porcentual en que la última cifra publicada ajustada estacionalmente de la tasa de desempleo supere el 4% (y la obligación anual se reducirá en consecuencia). Este plan aumentaría en gran medida la variabilidad de la recaudación de impuestos en respuesta a las variaciones de la tasa de desempleo sin aumentar la cantidad de impuestos que se retira de un dólar adicional de los ingresos obtenidos por cualquier persona.
Flexibilidad de la fórmula
El examen de las propuestas de flexibilidad de las fórmulas no ha pasado de una etapa elemental y formal. Una dificultad es que, si bien una vez adoptada la fórmula se elimina la dependencia de las previsiones a largo plazo, la propia fórmula implica una previsión a largo plazo de la forma en que la política fiscal debe responder a los cambios en la economía. La flexibilidad de la fórmula compra la velocidad de respuesta a cambio de la discreción para decidir cuál debe ser la respuesta. Puede que sea un intercambio que valga la pena, pero eso no se ha demostrado satisfactoriamente. Posiblemente una dificultad más seria es política. Los gobiernos pueden estar dispuestos a adoptar medidas fiscales activas cuando la necesidad es clara y presente, pero no están dispuestos a comprometerse de antemano a que esas medidas se produzcan automáticamente.
Flexibilidad discrecional
Los esfuerzos por aumentar la flexibilidad del presupuesto se han concentrado en gran medida en las medidas discrecionales. Se procura que, si bien se deja al gobierno en todos los casos la libertad de actuar o no, se le permita decidir más rápidamente y se aceleren los efectos de las decisiones adoptadas. El caso clásico de tales preparativos es la "estantería de obras públicas". Lo ideal es que se trate de una reserva de proyectos de construcción del gobierno para los que se han hecho autorizaciones y apropiaciones legislativas, se han elaborado planes y se han obtenido sitios, de manera que los trabajos puedan iniciarse rápidamente cuando el Ejecutivo decida hacerlo. El interés por la reserva de obras públicas ha disminuido, al menos en los Estados Unidos, desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Las actividades federales de obras públicas no militares no han sido grandes, y el volumen de proyectos que parecen suficientemente deseables como para autorizar pero no lo suficientemente urgentes como para comenzar inmediatamente ha sido pequeño en relación con el tamaño de la economía y sus posibles fluctuaciones. El volumen de éstos que podría alcanzar rápidamente un alto ritmo de funcionamiento y, en caso necesario, ser detenido sin grandes pérdidas es aún menor. Además, ha parecido que la necesidad de una acción expansiva podría surgir cuando la construcción está funcionando a un ritmo elevado, por lo que no sería apropiado aumentar las obras públicas.
El lado de los ingresos del presupuesto parece ofrecer mayores posibilidades de una acción fiscal rápida y poderosa. Los ingresos federales de los Estados Unidos representan alrededor del 20% del producto nacional bruto. Los cambios en las tasas impositivas que son administrativamente factibles podrían aumentar o disminuir en gran medida los ingresos disponibles después de impuestos de las personas o las empresas en poco tiempo. Sin embargo, el período necesario para la promulgación legislativa de un cambio en los impuestos puede ser largo, y ha habido varias propuestas para acortar ese período. Éstas entrañan la autorización legislativa previa al presidente para hacer un recorte específico de los impuestos, posiblemente sujeto al veto del Congreso en un período limitado, o un acuerdo del Congreso para actuar por recomendación del presidente en un período limitado. De hecho, incluso sin esos arreglos, el proceso legislativo permitiría una rápida actuación del Congreso en un cambio de impuestos si una fuerte mayoría del Congreso estuviera de acuerdo en su necesidad.
El esfuerzo deliberado y sistemático de utilizar la política fiscal para mantener la economía operando cerca de su potencial, evitando la inflación y sirviendo a otros objetivos, se convirtió en una práctica habitual en la mayoría de los países industriales occidentales después de la Segunda Guerra Mundial. Los resultados de esa experiencia fueron variados y la interpretación de los resultados aún más variada. Pero la experiencia no contradijo la idea de que la política fiscal, al menos cuando va acompañada de una política monetaria adecuada, es un instrumento poderoso para influir en los resultados económicos de las economías básicamente libres. Este instrumento por sí mismo puede ser incapaz de conciliar las incoherencias que surgen entre algunos objetivos, como el pleno empleo y la estabilidad de los precios o la estabilización interna y el equilibrio internacional. Incluso aparte de esto, los conocimientos e instituciones son inadecuados para que la gestión del instrumento fiscal logre su eficacia ideal. Sin embargo, no cabe duda de que los resultados de la liberación de la política fiscal de las antiguas inhibiciones han sido, en general, beneficiosos y de que siguen existiendo oportunidades para mejorar la utilización del instrumento fiscal, sobre la base de la experiencia y el estudio.
Política Monetaria
El tamaño de la oferta monetaria (la cantidad de dinero en circulación) es una de las influencias más poderosas en una economía. En general, cuando más dinero circula en una economía, hay más demanda de bienes y servicios, por lo que los negocios producen más, y más personas tienen trabajo. Por el contrario, cuando la oferta de dinero se reduce, hay menos demanda de bienes y servicios, los negocios restringen sus actividades, y menos personas tienen trabajo. La política monetaria es la práctica del gobierno de ajustar la oferta de dinero para provocar un cambio en la economía.
En las economías capitalistas desarrolladas (en las que las empresas suelen ser propiedad de particulares y no del gobierno), hay bancos centrales que regulan la industria bancaria y supervisan la oferta monetaria del país. Por ejemplo, el banco central de los Estados Unidos, el Sistema de la Reserva Federal (a menudo llamado Fed), vigila la economía de los Estados Unidos y hace ajustes a la oferta monetaria con la esperanza de alcanzar ciertos objetivos económicos. Estos objetivos suelen incluir asegurarse de que haya suficientes puestos de trabajo para las personas que los deseen, protegerse contra la inflación (el aumento general de los precios), minimizar el daño causado por los ciclos de auge y caída de la economía y, de otro modo, promover la salud de la economía a largo plazo.
La política monetaria no ajusta la oferta monetaria cambiando la cantidad de moneda (billetes y monedas emitidos por el gobierno) en circulación. Gran parte de la oferta monetaria de un país es en realidad dinero sin papel creado por préstamos bancarios. Cuando los bancos prestan dinero a los consumidores y a las empresas, inyectan en la economía mucho más dinero del que realmente existe en forma de moneda. Este dinero toma la forma de saldos en cuentas corrientes individuales y otras cuentas bancarias.
Objetivos
El banco central es parte del gobierno. Siempre que una agencia del gobierno se involucra en la economía, la gente necesita preguntarse por qué. ¿Qué es lo que hace que los individuos sean incapaces de hacer lo que le han confiado al gobierno? En el caso de la defensa nacional y la regulación de la contaminación, las razones son obvias. La mayoría de la gente no contribuirá voluntariamente con sus recursos al ejército, ni los ciudadanos de un país limpiarán espontáneamente su propio aire.
La razón de la existencia de un banco central es igualmente clara. Aunque los sistemas económicos y financieros pueden ser bastante estables la mayor parte del tiempo, cuando se dejan solos son propensos a episodios de extrema volatilidad. En ausencia de un banco central, los sistemas económicos tienden a ser extremadamente inestables. El registro histórico está lleno de ejemplos de fracaso, como la Gran Depresión del decenio de 1930, cuando el sistema bancario estadounidense se derrumbó y la actividad económica se desplomó.
Los bancos centrales ajustan los tipos de interés para reducir la volatilidad de los sistemas económicos y financieros persiguiendo una serie de objetivos. Los tres más importantes son: 1) una inflación baja y estable; 2) un crecimiento real alto y estable, junto con un alto nivel de empleo; y 3) mercados financieros estables. Veamos cada uno de ellos por separado.
La razón para mantener la economía libre de inflación es sencilla. Los estándares, todo el mundo está de acuerdo, deberían ser estándares. Una libra debe pesar siempre una libra, una taza de medir debe sostener siempre una taza, una vara de medir debe medir siempre una yarda, y un dólar debe tener siempre el mismo poder adquisitivo. Mantener la estabilidad de los precios aumenta la utilidad del dinero como unidad de cuenta y como reserva de valor.
Los precios son fundamentales para todo lo que ocurre en una economía de mercado. Proporcionan la información que los individuos y las empresas necesitan para asegurar que los recursos se asignen a su mejor uso. Cuando un vendedor puede subir el precio de un producto, se supone que eso indica que la demanda ha aumentado, por lo que producir más vale la pena. La inflación degrada el contenido informativo de los precios, reduciendo el funcionamiento eficiente de la economía.
En lo que respecta al crecimiento, los bancos centrales trabajan para amortiguar las fluctuaciones del ciclo económico. Los auges son buenos; las recesiones no lo son. En las recesiones, la gente pierde su trabajo y las empresas fracasan. Sin un ingreso estable, la gente lucha por hacer los pagos de su auto, tarjeta de crédito e hipoteca. Los consumidores se retiran, perjudicando a los negocios que dependen de ellos para comprar productos. La reducción de ventas lleva a más despidos, y así sucesivamente. Cuanto más tiempo dure la recesión, peor se pondrá.
Finalmente, hay estabilidad financiera. El sistema financiero es como la plomería: cuando funciona, se da por sentado, pero cuando no funciona, cuidado. Si la gente pierde la fe en los bancos y en los mercados financieros, se precipitará hacia alternativas de bajo riesgo, y el flujo de recursos de los ahorradores a los prestatarios se detendrá. Obtener un préstamo para un coche o una hipoteca para una casa se hace imposible, así como vender un bono para mantener o expandir un negocio. Cuando el sistema financiero se derrumba, la actividad económica también se derrumba.
Futuro
A principios de la década de 1980, casi dos de cada tres países del mundo experimentaban una inflación superior al 10% anual. A principios del siglo XXI, este es uno de cada seis. Hace dos décadas casi uno de cada tres países se estaba contrayendo. En 2005, cinco de cada seis países crecían a un ritmo superior al 2% anual. Pero no sólo la inflación ha sido menor y la producción mayor, sino que tanto la inflación como la producción parecen ser más estables. Y un cuidadoso análisis empírico muestra que la política monetaria es una fuente probable de esta inflación baja y estable y de este crecimiento alto y estable.
El éxito de los banqueros centrales puede atribuirse a su capacidad para controlar los tipos de interés. Y su habilidad para manipular las tasas de interés depende de su control del tamaño de su balance. Esto, a su vez, requiere que los bancos y los particulares demanden realmente los pasivos del banco central. Es decir, la gente tiene que querer mantener la moneda emitida por los bancos centrales, y los bancos comerciales tienen que exigir reservas. ¿No llegará el día en que ya nadie quiera estas cosas? Y cuando eso suceda, ¿no desaparecerá la política monetaria?
La respuesta es casi seguro que no. Si bien es cierto que la creación de un sustituto seguro y anónimo del papel moneda hará que desaparezcan los billetes de dólar y de euro, las reservas son diferentes. El banco central opera un sistema de pagos interbancarios basado en las reservas. Lo hace para asegurar que, incluso durante los períodos de crisis, los bancos puedan seguir haciendo pagos. Y para asegurar que los bancos comerciales usen su sistema de pagos, el banco central ofrece acceso barato a este sistema, es decir, subvenciona el costo de la operación del sistema. Mientras los bancos quieran reservas, habrá una política monetaria (para una discusión de los desafíos que enfrentan los encargados de la política monetaria, ver esta plataforma.
Véase una definición de publicidad en el diccionario y también más información relativa a publicidad.
Regulación sobre Publicidad
La regulación tiene una variedad de significados que no son reducibles a un solo concepto. En el ámbito de las políticas públicas, la regulación se refiere a la promulgación de normas específicas, normalmente acompañadas de algún mecanismo de autoridad para controlar y exigir su cumplimiento. Por ello, durante mucho tiempo en Estados Unidos, por ejemplo, el estudio de la regulación ha sido sinónimo del estudio de las agencias independientes que la hacen cumplir. En economía política, se refiere al intento del Estado de dirigir la economía, ya sea en sentido estricto como la imposición de controles económicos sobre el comportamiento de las empresas privadas o, en sentido más amplio, para incluir otros instrumentos gubernamentales, como los impuestos o los requisitos de divulgación. Las dos acepciones comparten el interés por el intento del Estado de intervenir en las actividades privadas.
Una tercera definición de regulación va más allá del interés del Estado y se centra en todos los medios de control social, ya sean intencionados o no. Esta concepción se aplica comúnmente en la antropología, los estudios sociojurídicos y las relaciones internacionales porque incluye mecanismos como los acuerdos voluntarios o las normas que ejercen el control social fuera del alcance de un Estado soberano y no necesariamente como un acto intencionado de dirección.
Así, las diferentes corrientes de los estudios sobre la regulación comparten un acuerdo sobre el sujeto de la regulación (el Estado), el objeto (el comportamiento de los actores no gubernamentales), los instrumentos (un conjunto de normas autorizadas) o el ámbito de aplicación (por ejemplo, la economía). Sin embargo, no necesariamente coinciden en todos esos elementos. El concepto de regulación apunta a las normas que estructuran el comportamiento de los individuos en un contexto determinado, sin postular de dónde proceden las normas ni cómo se imponen.
Regulación e interacciones de libre mercado
La diversidad de significados de la regulación ha dado lugar a controversias y malentendidos entre los estudiosos, sobre todo en el tema de la desregulación. En la tradición económica, la desregulación se refiere a la eliminación de controles específicos impuestos por el gobierno sobre las interacciones del mercado, en particular el intento de controlar el acceso al mercado, los precios, la producción o la calidad del producto. Sin embargo, si la regulación se concibe más ampliamente como una forma de gobernanza económica, es difícil imaginar la eliminación total de la intervención estatal. Además, la relación entre regulación y competencia se ha transformado. La regulación solía representarse como el enemigo de las interacciones del libre mercado. Sin embargo, muchos estudiosos llegaron a creer que algunas regulaciones facilitan la competencia mientras que otras la impiden. Por lo tanto, la regulación no es necesariamente el antónimo del libre mercado o de la liberalización (relajación de los controles gubernamentales). Desde esta perspectiva, muchos estudiosos prefirieron utilizar los términos reregulación o reforma regulatoria en lugar del término desregulación. (Véase también política de competencia).
La regulación como actividad estatal
Los debates teóricos en torno al concepto de regulación reflejan diferentes disciplinas y agendas de investigación y pueden dividirse a grandes rasgos en enfoques sobre la regulación como acto de gobierno y perspectivas sobre la regulación como gobernanza. La regulación como actividad gubernamental se ha estudiado ampliamente, incluyendo las razones de la regulación y el proceso por el que se lleva a cabo.
Intereses públicos frente a intereses privados
La justificación original de la intervención gubernamental en las interacciones económicas era el interés público. Esta perspectiva considera el mercado como un mecanismo eficiente de asignación del bienestar social y económico, al tiempo que advierte de los fallos del mercado. Los fallos del mercado suelen ser los monopolios naturales, las externalidades, los bienes públicos, la información asimétrica, el riesgo moral o los costes de transacción. La regulación se consideraba necesaria para superar esas dificultades.
Sin embargo, concebir la regulación como una herramienta para superar las imperfecciones del mercado ha sido criticado en varios puntos. En primer lugar, con la evolución de la teoría económica, varios estudiosos han cuestionado la comprensión de las deficiencias del mercado que subyace a la explicación de la regulación gubernamental. En segundo lugar, los economistas han señalado los costes de transacción, a menudo considerables, que conlleva la imposición de la regulación, lo que podría convertirla en una herramienta política ineficaz y perjudicial para el bienestar social o económico. Por último, el enfoque de los fallos del mercado sostiene que la regulación se establece con el objetivo de lograr la eficiencia económica. Sin embargo, esto hace que sea difícil tener en cuenta otros objetivos, como la justicia procesal o la redistribución a expensas de la eficiencia.
La escuela de economía de Chicago, conocida por su defensa de la economía del laissez-faire, se centra en cambio en los intereses privados como fuente de regulación. El principal objetivo de esta perspectiva es comprender cómo interactúan los intereses privados y los funcionarios públicos. Una afirmación central de los teóricos que siguen este enfoque es que los resultados de las políticas suelen ser contrarios al interés social o público porque los representantes de la industria ejercen presión sobre el gobierno para obtener beneficios que podrían obtener mediante el proteccionismo u otras formas de control económico. Los políticos son susceptibles a estas demandas porque están interesados en las contribuciones financieras que pueden ofrecer los actores empresariales. Así, los grupos de interés compiten por políticas específicas en un mercado político de regulación gubernamental. Mientras existan grupos de interés, cabe esperar que haya regulación, lo que impide alcanzar el máximo bienestar social y económico.
La teoría de la regulación económica ha sido criticada por su riesgo de tautología. La regulación existe porque los intereses privados ejercieron presión para que fuera efectiva y, en consecuencia, sólo se puede saber quién la pidió determinando quién se beneficia de ella. Por lo tanto, una ventaja particular de la industria es la causa y el efecto de la regulación. Además, si la regulación se define en un sentido estricto como las políticas económicas específicas destinadas a controlar los precios o la entrada y el acceso al mercado, la disminución de la regulación de varias industrias en Estados Unidos durante los años 70 y 80 parece refutar la teoría. No obstante, como modelo de las interacciones entre las empresas y el gobierno, la teoría de la regulación económica informa directa o indirectamente a un gran número de estudios en el campo de la economía política.
Análisis pragmático-administrativo
Un gran número de estudios también han abordado el hecho empírico de la regulación. Estas perspectivas pragmático-administrativas arrojan luz sobre la regulación como acto de elaboración de políticas. El estudio de la política de regulación se nutre de las herramientas del análisis de las políticas públicas, la sociología de las organizaciones y la ciencia política. En los años 50 se describió el ritmo de la regulación como un ciclo vital de las comisiones reguladoras, con fases de gestación, juventud, madurez y vejez. Esta visión facilitó el análisis del activismo inicial en la formulación de un planteamiento de política reguladora y los problemas específicos de gestión que se producen en el transcurso de su vida. La regulación ha sido clasificada como un tipo específico de política pública, indicando que las políticas deben ser categorizadas según el grado y la aplicación de la coerción gubernamental y que la política regulatoria debe ser separada de la formulación de políticas distributivas y redistributivas.
Otros estudios sobre la regulación han tratado de caracterizar los distintos regímenes políticos o, más ambiciosamente, la capacidad del Estado. La literatura predominantemente europea sobre el Estado regulador trató de demostrar que la acción gubernamental se basaba cada vez más en el uso de la autoridad, las reglas y el establecimiento de normas, más que en tareas distributivas o redistributivas, como la prestación de servicios públicos. En una extensión de este debate al ámbito europeo, se argumentó que la capacidad gubernamental de la Unión Europea (UE) estaba fuertemente sesgada hacia la regulación. Por tanto, como sistema político, la UE podría convertirse en un Estado regulador, pero no en un Estado de bienestar intervencionista.
La regulación como gobernanza
En el contexto de la globalización económica, los estudios sobre regulación dejaron de centrarse únicamente en los organismos independientes y en el control gubernamental de la economía. Los estudiosos reconocieron que algunas interacciones de los participantes en el mercado, las normas de los productos o los procesos ya no se regulaban mediante la intervención del Estado. Más bien, se regulaban a través de acuerdos internacionales o incluso de acuerdos de autorregulación entre actores privados. Dado que parecía pertinente abordar estos nuevos modos de gobernanza económica, se hizo común abordar la regulación en ausencia de una autoridad gubernamental directa. Otros estudios señalaron las pautas que rigen el comportamiento de determinados actores sin referencia a un sujeto unitario de regulación.
La regulación sin el Estado
Al igual que en el contexto de la UE, los estudiosos de la reforma normativa también se interesaron por la regulación a nivel internacional. En determinados sectores, como el comercio electrónico o las telecomunicaciones, los acuerdos internacionales se han convertido en decisivos para controlar el comportamiento de los individuos en el mercado. Además, muchos estudios señalaron el efecto de la autorregulación de las empresas o de diversos conjuntos de asociaciones público-privadas para la elaboración, el control o la aplicación de normas específicas. Mostraron cómo diferentes formas de autoridad privada estructuran el comportamiento económico de las empresas en sectores tan diversos como el transporte marítimo, los mercados de minerales o los servicios financieros.
A menudo es difícil identificar con exactitud quién o qué provoca el auge o la caída de las reformas normativas. Mientras que la regulación y la desregulación en Estados Unidos pueden identificarse estrechamente con líderes y partidos políticos específicos, una creciente literatura investiga qué mecanismos conducen a la difusión de las reformas regulatorias en los distintos países o contextos políticos. Animada por el deseo de comprender la emulación regulatoria, esta agenda de investigación conecta el estudio de la regulación con el debate actual sobre las raíces y consecuencias de la liberalización y la globalización.
En el siglo XX se desarrolló un extenso cuerpo de leyes reguladoras relativas al uso de la propiedad, en particular del suelo. El efecto de esta ley reguladora es proteger los intereses de propiedad de aquellos miembros de la comunidad cuya propiedad se vería afectada negativamente por el uso del suelo prohibido por la regulación. Así, si una ley medioambiental prohíbe la emisión de determinados contaminantes desde una chimenea o un automóvil, esa ley protege los intereses de aquellos en cuyas tierras descenderían los contaminantes o de quienes respirarían el aire contaminado.
En algunas circunstancias, algunas jurisdicciones occidentales permiten a los perjudicados por la violación de esas normas demandar directamente a los infractores. En otras circunstancias y en otras jurisdicciones no se permite esa capacidad para demandar, pero el individuo afectado puede iniciar un procedimiento administrativo para obligar a la aplicación de esas normas. Incluso si no se permite la aplicación privada, el hecho de que la normativa exista y de que su aplicación por parte de las autoridades públicas pueda esperarse normalmente modifica los intereses de la propiedad, en el sentido de la definición, no sólo del propietario cuyo privilegio de uso está limitado por la normativa, sino también de aquellos que se benefician de la misma.
Regulación pública del uso del suelo
La planificación urbana ya se conocía en el mundo antiguo, y se han diseñado regulaciones particulares del uso del suelo para garantizar la salud, la seguridad o la sensibilidad de los vecinos allí donde los seres humanos viven en una proximidad razonable. Sin embargo, la cantidad de este tipo de regulaciones aumentó drásticamente en el siglo XX. Como resultado, el derecho de zonificación y planificación se ha convertido en un tema de interés general para la profesión jurídica.
El derecho de zonificación y planificación es también un área en la que la distinción básica entre el derecho angloamericano y el derecho civil no es particularmente útil. Aunque el concepto de alteración del orden público no parece existir en el derecho civil y la protección constitucional otorgada a la "propiedad" en Estados Unidos ha dado lugar a un conjunto de limitaciones un tanto inusuales sobre el poder del gobierno para regular el uso del suelo, el panorama general del control público del uso del suelo en Occidente es más notable por sus similitudes que por sus diferencias.
El negocio de los seguros está sujeto a una amplia regulación gubernamental en todos los países. En los países europeos la regulación de los seguros es una mezcla de controles centrales y locales. En Alemania, la autoridad central sobre la regulación de los seguros es la Autoridad Federal de Supervisión de Seguros (BAV), que ejerce un estricto control de las primas, las reservas y las inversiones de las aseguradoras. La regulación de la BAV sobre los seguros de vida, por ejemplo, no permite más del 20% de las inversiones en acciones.
En el Reino Unido, la regulación suele dejar a la agencia gestora una libertad de acción bastante completa y sólo se preocupa de los resultados finales del negocio. En esto el Reino Unido se diferencia de la mayoría de los países europeos, en los que el objetivo de la supervisión de los seguros es regular más estrechamente las condiciones en las que operan las aseguradoras.
En los países de la Unión Europea se está intentando obtener una mayor uniformidad entre los estatutos nacionales de seguros. Con ello se pretende facilitar las operaciones de las aseguradoras más allá de las fronteras nacionales.
Siguen existiendo muchas barreras legales y reglamentarias para la expansión de las operaciones de seguros en varios países del mundo. Algunos ejemplos son los estrictos requisitos de concesión de licencias, la prohibición de los seguros no admitidos, la contratación obligatoria de nacionales locales, los requisitos de que las aseguradoras realicen inversiones locales o creen empresas conjuntas con aseguradoras locales, la prohibición del libre cambio de divisas o de la repatriación de beneficios, y los impuestos onerosos.
Una fuerza legal importante que influye en la regulación de los seguros en países como Francia, Bélgica, Egipto, Grecia, Italia, Líbano, España, Turquía y las antiguas colonias africanas francesas es el Código Napoleónico. La influencia del código puede verse, por ejemplo, en la cuestión de la responsabilidad civil, en la que la carga de la prueba puede recaer en el demandado y no en el demandante.
En algunos países no están regulados todos los ramos de seguros. En los Países Bajos sólo están regulados los seguros de vida, y en Bélgica sólo los seguros de vida, de accidentes de trabajo y de responsabilidad civil de vehículos. En algunos países, el ámbito de supervisión puede abarcar muchos aspectos del negocio de los seguros, pero en el Reino Unido y los Países Bajos sólo se regulan los asuntos financieros.
En varios países europeos las aseguradoras no pueden suscribir tanto seguros de vida como seguros generales (seguros de propiedad y de responsabilidad civil). Los requisitos de capital mínimo varían en función del tipo de negocio suscrito, siendo normalmente más altos para los seguros de vida.
En la mayoría de los países europeos, las pólizas se someten a las autoridades de supervisión para su aprobación o información. En algunos países es obligatorio utilizar cláusulas o formularios de contrato estándar; por ejemplo, en Suecia los aseguradores deben utilizar una póliza estándar obligatoria de responsabilidad civil para vehículos de motor, y en Suiza se exige un contrato estándar para riesgos de guerra y seguros de vida.
Los seguros suelen ser obligatorios. En general, las leyes suelen exigir a los particulares un seguro de responsabilidad civil y un seguro de accidentes de trabajo. En Alemania se exige un seguro contra incendios para los bienes inmuebles. Varios países exigen un seguro de aviación (por accidente y enfermedad) a los pasajeros y la tripulación de las aerolíneas.
Aunque los particulares suelen tener libertad para elegir la aseguradora que deseen, existen restricciones para contratar seguros de aseguradoras extranjeras. En algunos países, los compradores deben recurrir a aseguradoras nacionales para las coberturas obligatorias, pero son libres de contratar seguros de aseguradoras extranjeras cuando la cobertura no está disponible en las aseguradoras nacionales. En otros países no se pueden colocar ciertos tipos de seguros en el extranjero. Aproximadamente la mitad de los países del mundo prohíben los seguros "no admitidos", definidos como seguros suscritos por un asegurador no autorizado a operar en ese país.
En Estados Unidos la mayor parte de la regulación de los seguros está en manos de los distintos estados, aunque el gobierno federal también tiene autoridad sobre las aseguradoras cuando se considera que la regulación estatal no regula eficazmente actividades como las prácticas comerciales desleales, la publicidad engañosa, el boicot y las prácticas monopolísticas. Los Estados regulan cuatro aspectos principales: la fijación de tarifas, las normas mínimas de solvencia financiera, las inversiones y las prácticas de comercialización.
En la fijación de tarifas, deben cumplirse tres requisitos básicos: las tarifas deben ser adecuadas para cubrir las pérdidas previstas, no deben ser excesivas y no deben ser injustamente discriminatorias entre las diferentes clases de riesgo. En el cumplimiento de las normas mínimas de solvencia financiera, las leyes estatales especifican los requisitos mínimos de capital, las prácticas contables, los depósitos mínimos de seguridad en los comisionados de seguros estatales y los procedimientos de liquidación de las aseguradoras insolventes. En cuanto a las inversiones, los estados limitan los tipos y la calidad de los valores en los que las aseguradoras pueden invertir sus activos. En cuanto a la comercialización, los estados regulan la publicidad, la concesión de licencias a los agentes, los formularios y la redacción de las pólizas, los procedimientos de notificación y tramitación de las reclamaciones, las asignaciones de gastos para la adquisición de nuevos negocios y otras operaciones de la agencia y la aseguradora, incluida la admisión para hacer negocios en el estado. Muchos estados mantienen una división especial para registrar y gestionar las quejas de los consumidores.
Publicidad en economía
En inglés: Advertising in economics. Véase también acerca de un concepto similar a Publicidad en economía.
Introducción a: Publicidad en este contexto
Los estudios empíricos sugieren que la publicidad no es un determinante importante del comportamiento de los consumidores y que la publicidad sigue, más que lidera, las tendencias culturales. En cuanto a la cuestión central de si la publicidad es anticompetitiva o procompetitiva, los datos sugieren que la publicidad está asociada a precios (véase también acerca de la teoría de precios) más bajos. Este texto tratará de equilibrar importantes preocupaciones teóricas con debates empíricos clave para ofrecer una visión general de este importante tema sobre: Publicidad. Para tener una panorámica de la investigación contemporánea, puede interesar asimismo los textos sobre economía conductual, economía experimental, teoría de juegos, microeconometría, crecimiento económico, macroeconometría, y economía monetaria.
Datos verificados por: Sam.
Historia Económica
¿Cuáles fueron las raíces económicas del industrialismo moderno? ¿Fueron los sindicatos eficaces para elevar el nivel de vida de los trabajadores? ¿Los elevados niveles de impuestos en el pasado condujeron normalmente al declive económico? Estas y otras preguntas similares informan profundamente sobre un amplio abanico de cuestiones sociales entrelazadas cuya complejidad, alcance y profundidad se hacen plenamente evidentes en este recurso.
Se examina los cambios en las pautas y la evolución de la agricultura, el comercio, los intercambios, la industria y el transporte que tuvieron lugar durante el milenio transcurrido entre la caída del Imperio Romano y el descubrimiento del Nuevo Mundo. También esboza las tendencias de la demografía, los precios, las rentas y los salarios, así como las pautas de asentamiento y cultivo.
Incluye:
- Cambio y expansión rural hasta c.1000
- El crecimiento del señorío
- El comercio en la Alta Edad Media
- La reactivación del comercio y el crecimiento de las ciudades
- La organización del comercio en Italia: el crédito y la banca
- El comercio medieval europeo: el sur y el norte
- El crecimiento económico en los siglos XII y XIII
- El transporte medieval
- Las zonas desarrolladas de la Europa medieval: Bizancio y Córdoba
- La industria en la Edad Media: La construcción
- La industria en la Edad Media: el textil
- La industria minera y metalúrgica en la Edad Media
- La sociedad agraria medieval en su apogeo: las relaciones de tenencia
- La sociedad agraria medieval en su apogeo: el trabajo de la tierra, las técnicas y los cultivos
- Decadencia y cambio: renacimiento y nuevos horizontes.
Historia Económica del Siglo XV al Siglo XIX
Este texto abarca aspectos importantes de la evolución histórica de la economía mundial desde el fin de la Edad Media, y especialmente desde la revolución industrial, hasta el siglo XIX. El análisis del desarrollo económico a largo plazo desde 1400 incluye la evolución histórica de las ideas y conceptos económicos y cómo éstos han configurado la política económica y el desarrollo durante el período 1400-1800.
Interés propio, supervivencia humana e historia
¿En qué se diferencia la historia económica de la historia de la economía? ¿Cuáles son las principales preocupaciones de los historiadores económicos actuales? ¿Cuáles son algunos de los momentos económicos decisivos de los últimos 500 años? ¿Por qué la historia económica moderna "comienza" en torno al año 1400? Descúbralo en esta conferencia introductoria al extraordinario viaje que le espera.
Marco Polo, China y el comercio de la Ruta de la Seda
Examine el estado de la economía mundial en torno a 1400, cuando Europa se encontraba sorprendentemente en la parte inferior de la escala de éxito económico. Por el camino, examinará las líneas generales de la economía de China, la India y el mundo islámico y descubrirá cómo Europa sentó las bases del nuevo sistema mundial capitalista que existe en la actualidad.
La sociedad señorial en la Europa medieval
Aprenderá cómo las sociedades señoriales de Europa ayudaron a desarrollar las estructuras e instituciones que conducirían a la revolución comercial medieval. Descubrirá cómo era la vida cotidiana en un señorío, cómo los siervos eran explotados por las élites, la importancia de las ferias comerciales medievales, cómo la producción de lana y tela redefinió el noroeste de Europa, y mucho más.
Cómo la peste negra reconfiguró la ciudad y el campo
Los brotes, las epidemias y las pandemias pueden tener efectos profundos no sólo en las poblaciones humanas, sino también en la economía. Descubra cómo la Peste Negra cerró las rutas comerciales, redujo la productividad económica, alteró la oferta y la demanda, deprimió el valor de la tierra y, en última instancia, hizo insostenible el sistema feudal medieval.
Gremios y monopolios de finales del siglo XIV
Después de la Peste Negra, las revueltas urbanas hicieron hincapié en los derechos de los campesinos europeos. Esto también condujo a la creación de gremios y monopolios que reflejaban los intereses propios de quienes controlaban las estructuras de poder urbano. Descubre cómo estos sistemas ayudaron a llevar la economía europea a lo largo de los siglos siguientes.
La historia económica preindustrial
Este texto estudia los procesos de crecimiento y desarrollo a largo plazo en la Europa medieval tardía y moderna temprana (siglos XI al XVIII). Se centra en la transición de una sociedad jerárquica de estamentos u órdenes corporativos a una sociedad de mercado basada en la igualdad jurídica y la libertad de contratación. Hay dos cuestiones fundamentales: En primer lugar, ¿por qué esta transición se produjo de forma evolutiva en Inglaterra y los Países Bajos, mientras que se retrasó mucho en el resto de Europa? Y en segundo lugar, ¿cómo se relaciona con la "pequeña divergencia" entre la República Holandesa e Inglaterra, por un lado, y la mayor parte del continente, por otro, donde el noroeste gozaba de un nivel de vida y una renta per cápita significativamente superiores a los de otros países mucho antes del inicio de la industrialización?.
Aquí se plantea, pues, cuestiones fundamentales sobre las sociedades y las economías: ¿Fue el crecimiento económico preindustrial transitorio y regional? ¿O era un fenómeno recurrente, incluso normal, que sin embargo podía revertirse ocasionalmente? ¿Fue el éxito holandés y británico el resultado de sus características sociales e institucionales? ¿O fue una combinación de factores geográficos y de buena suerte? ¿Hasta qué punto los primeros gobiernos modernos ayudaron o dificultaron el desarrollo económico? ¿La fragmentación política de Europa frenó el desarrollo del continente o la competencia entre Estados tuvo consecuencias beneficiosas? En conclusión, ¿podemos definir una combinación óptima de instituciones sociales, políticas y económicas que haya sostenido el crecimiento en el pasado (y, por tanto, quizás en el futuro)?
Las rutas del descubrimiento europeo: Oriente y Occidente
¿Qué supuso la era de las exploraciones para la economía europea? Descúbralo en esta conferencia que abarca los viajes de exploradores como Colón y Magallanes, las razones por las que los asiáticos no lograron descubrir una ruta marítima hacia Occidente, los nuevos sistemas comerciales europeos creados en las Américas y mucho más.
1571: España y Portugal dan la vuelta al mundo
Hacia 1500, los reinos ibéricos de Portugal y España abrieron inmensas posibilidades para que la rezagada economía europea tomara la delantera en la escena mundial. Mientras sigue la historia de cómo lo hicieron, encontrará el histórico Tratado de Tordesillas; el desarrollo de las rutas comerciales de la Corona; los hidalgos y conquistadores españoles; y el vínculo entre los esclavos, el oro y las especias.
Información sobre las bolsas y los mercados del Viejo Mundo
Adéntrese en la creación de grandes sociedades anónimas patrocinadas por el Estado en el siglo XVII -como la Bolsa de Amberes y las Bolsas de Londres y Ámsterdam- y descubra cómo los espacios públicos negociados se convirtieron en instituciones comerciales esenciales. También hay que tener en cuenta la importancia de los manuales de los mercaderes, que recopilan las normas comerciales y las mejores prácticas.
El problema de la mano de obra europea en las plantaciones
En el corazón de muchas colonias europeas se encontraban las plantaciones, un sistema económico que depende de un cultivo comercial producido en masa y de una mano de obra numerosa y barata. ¿Cómo resolvieron los europeos los problemas de suministro de mano de obra en las colonias que establecieron en todo el mundo? ¿Cuándo (y dónde) comenzó la esclavitud basada en la raza? ¿Por qué duró tanto tiempo?
Adam Smith, el mercantilismo y la construcción del Estado
Según Adam Smith, si el trabajo crea valor, entonces la cantidad de riqueza en el mundo podría aumentar gracias al esfuerzo colectivo de una nación. Bienvenidos a los albores del mercantilismo, que, como aprenderá aquí, redefinió radicalmente la forma en que los gobernantes utilizaban la política económica, concretamente para impulsar el proceso de construcción del Estado.
Las sociedades anónimas británicas y holandesas
La Compañía Inglesa de las Indias Orientales. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Adéntrese en estas y otras sociedades anónimas, en las que un grupo de mercaderes monopolizaba el comercio con determinadas partes del mundo. En el proceso, descubrirás cómo se les concedió a estas compañías amplios poderes, incluido el derecho a hacer la guerra cuando lo consideraran necesario.
Europa, la imprenta y la ciencia
¿Cómo la imprenta dio forma a la economía moderna del mundo occidental? La respuesta, como aprenderá, está inextricablemente ligada al progreso científico y tecnológico, incluyendo la rápida circulación de nuevas ideas, el surgimiento de una intelligentsia laica y el establecimiento de nuevas formas de organizar el conocimiento.
La revolución industrial: Crece la demanda
Explore los dos siglos que van de 1600 a 1800 conocidos como la revolución industrial". En primer lugar, examine el temprano surgimiento de las primeras fábricas (a las que se opusieron inicialmente los gremios y los estados). A continuación, estudie el lento cambio de la economía doméstica, los patrones de consumo y el comportamiento de los consumidores (incluida la introducción del paño de algodón)".
Historia Económica del Siglo XIX
La internacionalización del crecimiento económico desde 1870
El texto examina las interrelaciones entre el desarrollo de la economía internacional y el crecimiento de las economías nacionales desde finales del siglo XIX. Se incluye el análisis de la nación líder original, Gran Bretaña, y de su sustituta, Estados Unidos, así como la recuperación de zonas como la Europa continental, y el fracaso en la recuperación de zonas anteriormente bien situadas, como América Latina. Se investigan los efectos de los principales acontecimientos, como las guerras y las crisis de la deuda, y también se consideran las implicaciones de los cambios en las instituciones económicas mundiales, como el patrón oro y el FMI, así como los efectos de los cambios, a veces rápidos, en la tecnología de productos y procesos.
¿Por qué China no se industrializó antes?
El desarrollo económico de China entre 1500 y 1800 fue bastante similar al de Europa durante el mismo periodo. Entonces, ¿por qué Europa se industrializó y China no? Repase algunos de los factores que contribuyeron a una economía robusta en China, y luego examine por qué China y Europa emprendieron trayectorias económicas diferentes.
La agricultura y la producción del siglo XVIII
Utilizando Gran Bretaña como microcosmos de Europa Occidental, examine varios cambios clave en la relación entre la agricultura y la producción que sentaron las bases de la Revolución Industrial. Estos cambios incluyen la creciente centralización del gobierno y la mayor concentración de la mano de obra en las ciudades.
La revolución industrial: El comercio textil
Descubra lo que el floreciente comercio textil de Gran Bretaña en el siglo XVIII revela sobre por qué esta nación fue el corazón de la Revolución Industrial. Considere cómo la introducción de un nuevo producto popular generó una importante demanda en el mercado, cómo los inventores resolvieron los problemas de su época y por qué la máquina de vapor se considera, con razón, el factor decisivo que facilitó la producción industrial a gran escala.
El carbón británico, el coque y la nueva era del hierro
Durante la Revolución Industrial, Europa Occidental aprendió a fabricar productos de hierro mejor, más rápido y más barato que nunca. Viaje a la era del hierro y el acero en esta conferencia que abarca desde los nuevos procesos de fundición y el combustible de coque hasta los inventos de Henry Cort y la construcción de los primeros edificios con estructura de hierro.
La energía: De las turberas a las máquinas de vapor
El carbón no fue el único combustible utilizado durante la Revolución Industrial. En primer lugar, se presenta aquí otras fuentes de energía que se utilizaban en la época (como la turba y la energía animal). A continuación, esta parte nos introduce en la espectacular evolución de la máquina de vapor, una nueva fuente de energía que tendría un impacto irrevocable en la evolución de la economía mundial.
Una segunda revolución industrial después de 1850
¿Qué hace que la Segunda Revolución Industrial sea tan diferente de su predecesora? Descubra por qué Estados Unidos (gracias a sus estrechos lazos con Gran Bretaña) fue uno de los primeros participantes en esta segunda fase, que vio los albores del sistema americano de piezas intercambiables y un mayor vínculo entre la ciencia y la industria.
El trabajo familiar se convierte en trabajo de fábrica
La industrialización no sólo fue una fuerza útil, sino también disruptiva. De hecho, muchos estudiosos creen que llevó a la ruptura de la estructura familiar de la clase trabajadora. Investiga lo que esto significó para las familias, incluyendo la desestabilización de los salarios, la división por sexos de las ocupaciones, el empeoramiento de las condiciones de trabajo y el surgimiento de nuestras ideas modernas de conciencia de clase.
Cornelius Vanderbilt y la empresa moderna
Conozca a Cornelius Vanderbilt, el hombre que fue una verdadera pieza central de la Revolución Industrial. Aprenderá cómo este emblemático industrial amasó una gran riqueza e influencia, formó su enorme imperio ferroviario, provocó el surgimiento de la empresa moderna y de las jerarquías de gestión, y llegó a personificar la idea del individuo hecho a sí mismo.
La tecnología agrícola del siglo XIX, la reforma agraria
Desde la reforma agraria hasta las técnicas agrícolas científicas y la nueva tecnología agrícola, explore los factores que transformaron la producción agrícola en Europa y Estados Unidos. Los temas incluyen cómo Estados Unidos se convirtió en la potencia agrícola dominante del mundo, los derechos de los campesinos derivados de la Revolución Francesa y cómo los agricultores utilizaron nuevas prácticas como los sistemas de rotación de cultivos y los fertilizantes químicos para aumentar el éxito de sus cosechas.
Aceleración: Canales, barcos de vapor, ferrocarriles
Ferrocarriles, barcos de vapor, telégrafos, teléfonos... cada una de estas innovaciones del siglo XIX contribuyó a crear el mundo globalizado e interconectado que habitamos actualmente en el siglo XXI. Siga la trayectoria de la historia del transporte y la comunicación modernos (con su énfasis en la velocidad) en relación con la historia de la economía.
Historia Económica del Siglo XX
Urbanización y emigración en Europa
En 1910, la población de Europa se había triplicado, y esta población en expansión proporcionaba a los fabricantes una base creciente de consumidores a los que podían comercializar sus productos. Aquí se utiliza el París del siglo XIX como ejemplo perfecto de cómo una ciudad maneja (y maneja mal) la rápida urbanización y la enorme afluencia de inmigrantes.
Sindicatos, huelgas y el caso Haymarket
El caso Haymarket de Chicago ilustra perfectamente las tensiones sociales que generó la industrialización y que aún no se han resuelto. En primer lugar, aprenda qué entendemos por "clase" y "conciencia de clase". Luego, explore los objetivos únicos de los sindicatos. Por último, examine la creciente politización del trabajo, incluyendo el uso de las huelgas laborales y las filosofías de Marx y Engels".
Bancos, bancos centrales y Estados modernos
Esta parte le introduce en los orígenes de la banca moderna. En primer lugar, explore las principales revoluciones bancarias que tuvieron lugar en Gran Bretaña, Bélgica y Alemania. A continuación, examine cómo se desarrollaron las compañías de seguros junto con los bancos; cómo los bancos fomentaron la industrialización; y cómo los bancos centrales desempeñaron un papel importante en la creación de un entorno económico estable al establecer normas para el intercambio internacional.
Comprender el desarrollo económico desigual
Pasemos ahora a algunos de los factores que afectaron a la industrialización de finales del siglo XIX y que, en algunos casos, provocaron un desarrollo económico desigual entre los distintos países. Aprenderá cómo esta desigualdad de poder en las relaciones económicas contribuyó a un importante resentimiento hacia los sistemas capitalistas en Occidente, ya que algunos países sentían que la industrialización había exacerbado la disparidad económica.
El argumento de Adam Smith a favor del libre comercio
¿Hasta qué punto es "libre" la idea del libre comercio? ¿Se beneficiaron todas las naciones del libre comercio? ¿Cómo se convenció a la gente de que el libre comercio era la mejor opción para la economía mundial? Descubra por qué Gran Bretaña fue uno de los primeros campeones del libre comercio y vea cómo la crisis económica de 1870 condujo a un retroceso de los ideales del libre comercio.
Los catálogos de la clase media y el consumo de masas
Bienvenido al mundo del consumo de masas, que llevó a la humanidad a la economía moderna de forma definitiva. Después de examinar qué es exactamente la "clase media", reflexionará sobre la importancia económica de los catálogos de venta por correo, la aparición de los grandes almacenes en Estados Unidos y Europa y el nacimiento de la publicidad moderna.
El imperialismo: Apropiación de tierras y juegos morales
A finales del siglo XIX, Europa y Estados Unidos establecieron el control sobre gran parte de Asia, África y Oriente Medio. Examine los tratados internacionales que decidieron el destino de las naciones y las civilizaciones, las Guerras del Opio, las teorías del darwinismo social y cómo la competencia nacionalista entre los países industrializados llegó a dominar la forma en que Occidente interactuaba con el mundo no industrializado.
La Primera Guerra Mundial: Las potencias industriales chocan
La Primera Guerra Mundial fue una catástrofe global que tuvo un importante efecto en la economía mundial. En primer lugar, analice cómo la guerra puso fin a las políticas de libre comercio y permitió a los gobiernos asumir un control más directo de los asuntos económicos. A continuación, analice el mundo económico de la posguerra: un periodo de declive lleno de caída de la producción, pérdida de población, enormes deudas y vuelta al proteccionismo.
El experimento marxista-leninista de Rusia
Esta parte explica la ideología socialista de Karl Marx y Friedrich Engels, que se convirtió en la variedad de socialismo ampliamente aceptada a principios del siglo XX. Aprenderá las etapas de desarrollo de Marx; cómo Lenin condujo a Rusia por el camino del comunismo de guerra; y cómo Stalin rechazó el camino económico trazado para Rusia en favor de algo mucho peor.
El problema del patrón oro
Después de la Primera Guerra Mundial, el mundo industrializado se volcó en la vuelta al patrón oro. Adéntrese en la estabilización del sistema monetario internacional y examine los pros y los contras del patrón oro. Vea por qué algunos países industrializados no lograron recuperarse de la guerra, profundice en la deflación estructural de la economía mundial y considere el papel desempeñado por el aislacionismo estadounidense.
Aranceles, cárteles y John Maynard Keynes
Conozca cómo John Maynard Keynes, fundador de la macroeconomía, echó por tierra el pensamiento económico predominante del siglo XIX y principios del XX. ¿Qué hizo que los gobiernos fueran la mejor fuente para moderar las oscilaciones de los resultados económicos? ¿Qué no tuvieron en cuenta los responsables de la política económica en los años que precedieron a la Gran Depresión? ¿Cómo funcionaron los aranceles y los cárteles para eliminar gran parte del libre comercio?
El expansionismo japonés: El incidente de Manchuria
En primer lugar, aprenda por qué la dominación japonesa de Manchuria (en preparación para una eventual guerra más amplia con el Occidente capitalista) hizo poco para resolver los problemas económicos de Japón después de la Gran Depresión. A continuación, eche un vistazo comparativo a los motivos económicos del Japón imperialista y de la Alemania nazi, que adoptaron algunas políticas económicas keynesianas para salir de sus respectivas depresiones económicas.
La ayuda estadounidense y el milagro económico de la posguerra
El Plan Marshall (también conocido como Plan Europeo de Recuperación Económica) fue un paso importante para devolver al mundo las políticas de libre comercio del periodo anterior a la Primera Guerra Mundial. ¿Quién fue el artífice del milagro económico europeo de posguerra? ¿Cómo se desarrollaron estos grandes planes para las naciones que habían sido golpeadas por los costes de la guerra?
El colonialismo y el movimiento independentista
Desde Ghana hasta Argelia e Indonesia, muchas colonias europeas cayeron bajo la influencia de las teorías marxistas de autodeterminación. El resultado fue una nueva generación de líderes nativos que admiraron o vilipendiaron el movimiento capitalista occidental. Adéntrate en la batalla económica posterior a la Segunda Guerra Mundial entre los sistemas económicos comunista y capitalista en los nuevos territorios coloniales en disputa.
Japón, el transistor y los tigres de Asia
La economía japonesa (junto con la de Taiwán, Hong Kong, Corea del Sur y Singapur) tardó sólo 10 años después de la Segunda Guerra Mundial en resurgir con más fuerza que nunca. Descubra las raíces de esta resurrección económica, incluidos los intercambios tecnológicos, la expansión del comercio mundial, el aumento del nivel de vida y la humilde radio de transistores. Se explica el modelo japonés de capitalismo dirigido por el gobierno e impulsado por las exportaciones. Influyó profundamente en el desarrollo coreano y chino (después de Deng Xiao-ping). También se examina la dependencia de Taiwán de las pequeñas y medianas empresas.
El Estado del Bienestar: De Bismarck a Obama
Aterrice en la historia económica el feroz debate actual sobre los programas de bienestar social. Aquí explorará los orígenes de la asistencia social patrocinada por el Estado, el importante papel desempeñado por el economista y reformador social británico William Beveridge, la génesis del estado de bienestar durante la Gran Depresión, la carrera por el bienestar entre capitalistas y socialistas durante la Guerra Fría y los riesgos básicos que cubren los programas de bienestar.
Las principales cuestiones culturales desde el siglo XIX que afectan a la economía
Se examina la explicación de Max Weber sobre la "ética protestante".
¿El fin del excepcionalismo estadounidense?
La edad de oro del capitalismo estadounidense fue, sin duda, los años cincuenta y sesenta. Se traza el desarrollo del excepcionalismo económico estadounidense (ayudado por la industria automovilística de Estados Unidos). También examina cómo el excepcionalismo estadounidense fue moldeado por la Guerra Fría, y considera si llegó o no a su fin en la década de 1970.
Oriente Medio: De peón a agente de poder
Gracias a un cambio global en el consumo de combustible, el petróleo ha sido un arma en las disputas geopolíticas durante bastante tiempo. En esta conferencia, descubra cómo la economía global llegó a este punto y cómo los países en desarrollo de Oriente Medio empezaron a desempeñar un papel central en los asuntos económicos mundiales en el último cuarto del siglo XX.
Alemania, la Unión Europea y el euro
En primer lugar, investigue los inicios de la Unión Europea en los inciertos días posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Descubra por qué las organizaciones supranacionales resultan atractivas para los posibles Estados miembros y sea testigo del desarrollo de una de las primeras organizaciones supranacionales: la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Por último, siga los acontecimientos económicos que condujeron a la formación de la Unión Europea en 1993 y a su moneda común: el euro.
Libre comercio: bloques globales frente a regionales
Retroceda en el tiempo para examinar la economía política del comercio exterior (las relaciones entre los mercados y el Estado). Examine algunas de las diversas formas que puede adoptar el comercio internacional, como el unilateralismo y el multilateralismo, y estudie algunas de las organizaciones comerciales más importantes e influyentes (e incluso controvertidas) del mundo moderno, como la Liga Árabe y el TLCAN. También se examinan las economías redistributivas.
Gorbachov, Yeltsin y el declive soviético
En última instancia, el sistema comunista de la Unión Soviética (a pesar de los esfuerzos de líderes como Gorbachov y Yeltsin) fue incapaz de ofrecer una alternativa viable a la economía de mercado, y se derrumbó en 1989 y 1990. Siga la historia del fin del régimen comunista, desde las reformas fallidas y la acción populista hasta la escasez de bienes de consumo y la ausencia de una vida política abierta.
La mitad del mundo se queda atrás en la pobreza
¿Por qué algunas partes del mundo se han quedado atrás en términos de desarrollo económico? ¿Debemos leer las historias económicas de Nigeria y Bangladesh como historias de éxito o como cuentos de advertencia? ¿Cuáles son los diferentes tipos de ayuda exterior que existen, y cuál es la mejor manera de combatir problemas como el hambre y la falta de vivienda?
Asia Moderna. China e India: Dos caminos hacia los extremos de la riqueza
Haga un viaje a las nuevas fronteras de la economía mundial. Aprenderás cómo la India, mediante la promoción de su riqueza en capital humano, y China, mediante la promoción de la inversión extranjera, se han convertido en dos de las grandes potencias económicas del mundo. También estudiará la influencia ejercida por figuras políticas, como Gandhi, Mao Zedong y Deng Xiaoping.
La economía de la información: Del telégrafo a la tecnología
También aprenderá cómo nuestra creciente economía de la información está transformando la forma en que el mundo hace negocios. Aqui. retrocedemos más de 500 años para revelar la evolución desde un mundo en el que la información era lenta (y a menudo desfasada cuando se recibía) hasta el siglo XXI, en el que la información está disponible al instante y a un coste bastante bajo.
El apalancamiento con la globalización a cuestas
Descubra cómo la crisis financiera asiática de 1997, la Gran Recesión de 2008, la crisis de la deuda griega de 2009 y la pandemia de 2020 ponen de manifiesto, a su manera, la naturaleza interconectada de la nueva economía mundial actual. Como aprenderá en esta parte, los dos cambios económicos a los que nos enfrentamos ahora incluyen una nueva fase de globalización y la reorientación del capitalismo hacia el crecimiento impulsado por la deuda.
El futuro y las recientes controversias
¿Los acuerdos comerciales perjudican a unos sectores más que a otros? ¿Qué pasa con las desigualdades de riqueza y renta? ¿Es siempre malo el proteccionismo?
Recursos
Véase También
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Notas y Referencias
- Eduardo Giorlandini y Rodolfo Capon Filas, Diccionario de derecho social: derecho del trabajo y la seguridad social: relaciones colectivas profesionales, voz «Publicidad», (autor de la voz: E. G.), Rubinzal-Culzoni Editores, Argentina, 1991
Traducción de Publicidad
Inglés: Advertising
Francés: Publicité
Alemán: Werbung
Italiano: Pubblicità
Portugués: Publicidade
Polaco: Reklama
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- Teléfono móvil
- Comercio electrónico
- Correo electrónico
- Presupuesto publicitario
- Impacto publicitario
- Estudio de impacto
- Campaña publicitaria
- Información publicitaria
- Propaganda publicitaria
- Publicidad comercial
Bibliografía
CAMPOSECO, Miguel çngel, Manual de temas legislativos, Miguel çngel Camposeco, México, 1984.
Embajada de Francia, La Constitución de Francia, México.
Gran Enciclopedia del Mundo, Editorial Marín, España, 1970.
Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, Espasa-Calpe, Madrid, 1992, 21a. ed.
SçINZ MORENO, Fernando, «Secreto e información en el Derecho Público», en Estudios sobre la Constitución española, Civitas, Madrid, 1991, t. III.
VEGA GARCêA, Pedro de, «El principio de publicidad parlamentaria y su proyección constitucional», en Revista de Estudios
Políticos, núm. 43, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, enero-febrero de 1985.
Y continuaba:
En el momento en que se convirtió en ley, una alianza se había formado entre
anunciantes y algunos editores con un objetivo común:
para ejecutar a los mentirosos de la circulación fuera del negocio.
Como jinete del proyecto de ley de apropiación postal, el
las regulaciones tenían navegación relativamente lisa a través del Congreso.
El representante demócrata Henry Barnhart, un periódico semanal
editorial, patrocinó la propiedad y la publicidad
Disposiciones. Al explicar su apoyo a los colegas de la casa,
Barnhart dijo, «yo tendría la lectura pública saber que
es y lo que es que fi LLS las columnas editoriales, y cuando
Esto se conoce como la fiabilidad de la opinión editorial difundida
puede ser fácil y seguro de medir. Proporcionar
apoyo bipartidista, el senador republicano Jonathan Bourne Jr.
pastoreaba las regulaciones a través del Senado. «lo considero
igual de importante que el público sea protegido contra las falsas
Noticias, en cuanto a que se proteja de los alimentos impuros «, que
afirmó, «y hay tanto justifi cación para requerir
un papel para llevar los nombres de sus propietarios, en cuanto a requerir
que una lata de fruta llevará el nombre de la preocupación
que lo llenó.
Los seguidores esperaban mucho de las regulaciones de la prensa.
Reformadores creía que abriría el a veces-contaminado
los procesos editoriales a los lectores, ayudándolos a convertirse en
consumidores informados de la prensa. Editores y anunciantes,
por otro lado, vio las regulaciones como una manera de
legitimar su industria FL edgling exponiendo los «ilegítimos»
ridiculizar mientras se publican los «legítimos» como
Publicaciones de certificadas por el gobierno.
Al igual que muchas reformas progresistas, sin embargo, el periódico
La ley de publicidad se quedó corto de expectativas — una víctima, en
parte, de la fe ingenua de los reformadores en el poder de la publicidad,
el éxito de la industria en la cooptación del proceso reglamentario, y
la renuencia de la burocracia del gobierno a asumir nuevas
Responsabilidades. Pero, tal vez la primera vez, las autoridades consideraban a la prensa un negocio, sujeto a escrutinio público y, en menor medida, la regulación del gobierno, a pesar de la primera enmienda.
Una vez encontré esto, pero no me parece muy serio:
Una enmienda obscura a los créditos de la ofi cina de correos 1913
ley estableció los primeros controles federales importantes
dirigido a las operaciones comerciales de la prensa. Conocida como la
Ley de publicidad del periódico, las regulaciones, todavía en efecto,
periódicos y revistas requeridas usando el altamente subvencionado
privilegio de correo de segunda clase para identificar a sus propietarios
y accionistas dos veces al año en sus publicaciones y anuncios de etiqueta que se asemejan a las noticias y editoriales.
Además, la ley obligó a los diarios a publicar
la circulación exacta fi guras junto con su propiedad
Declaraciones.
La Corte Suprema de Estados Unidos por unanimidad AFI rmaron Congreso
autoridad para promulgar dicha legislación en Lewis Publishing
Co. v. Morgan, un caso de 1913 instigado por el americano
La Asociación de editores de periódicos, que desafió la
constitucionalidad de la ley sobre los fundamentos de la primera enmienda. Lla
los magistrados desestimaron el argumento de la primera enmienda,
que el gobierno federal tenía el derecho de poner restricciones
en las operaciones comerciales de la prensa, siempre y cuando la prensa
privilegios especiales aceptados del gobierno — privilegios
como la tasa de correo de segunda clase.
Poco después de la decisión de la Corte Suprema, la industria
reconoció las ventajas intrínsecas del negocio de apoyar
los reglamentos de prensa e instó a la aplicación estricta de la
Ley. De hecho, los editores pidieron a los ofi ciales postales que auditaran el
declaraciones de circulación fi conducidas con el Departamento de correos
y, cuando se negaron, la industria formó la auditoría
Oficina de circulaciones.
Entre las Líneas
En años posteriores, el periódico semanal
y editores de revistas persuadió al Congreso para extender la
requisito de la circulación a ellos.
La ley de publicidad del periódico era la legislación para
los años progresistas, una era conocida por su énfasis en
Gobierno como regulador y publicidad como desinfectante
para males industriales y sociales. Mientras que los editores suelen utilizar
publicidad para exponer las fechorías en otras instituciones, muchos
resistió la exposición pública de sus propios negocios.
Tenían buenas razones para retorcerse para la prensa durante este
período de tiempo era culpable de muchas de las fechorías que
reformadores atribuidos a las empresas en general.
Editores de periódicos y revistas comúnmente mentidos
sobre su circulación, adaptó sus políticas editoriales para
a favor de los anunciantes, y los anuncios impresos disfrazados de
se asemejan a historias de noticias y editoriales. Otros ocultaron la
identidad de los propietarios y accionistas de sus publicaciones para
ocultar las TIC de interés. Y aún otros no eran «editores»
en absoluto, pero en realidad los fabricantes que crearon publicidad
hojas para parecer publicaciones de noticias con el fin de calificar
para el privilegio de correo de segunda clase altamente subsidiado. En
1911 una Comisión del Gobierno estimó que la segunda clase
el correo pagó menos de un quinto de la oficina del Departamento de correos
gastos de envío.
Asociaciones profesionales de prensa y publicidad, organizadas
a finales del siglo XIX, con frecuencia se discute
Cómo los miembros responsables de la industria podrían proteger
ellos mismos y el público de los segmentos irresponsables.
Tres abusos comunes — las posesiones ocultas, disfrazadas
los anuncios, y los mentirosos de la circulación-dominó su
Discusiones.
La propiedad oculta cayó dentro de dos grupos. La primera
Grupo — magnates corporativos y políticos que poseen secretamente
periódicos y revistas para infl uencia la opinión pública —
captó la atención del público y despertó mucho
debate político. Editores, anunciantes y gobierno
ofi ciales, sin embargo, se preocupó mucho más sobre el segundo
Category — comerciantes camuflando hojas publicitarias para se asemejan a publicaciones legítimas con el fin de calificar para la subvención de correo de segunda clase.
Entre las Líneas
En 1897 se estimaron ofi ciales postales
que hasta el 85 por ciento de las publicaciones en la segunda clase
Categoría no merecía el subsidio.
Muchas de estas publicaciones estaban llenas de lecturas
avisos — anuncios pagados disfrazados. Llamándolos el
«la característica peor» de la prensa comercial, historiador James M.
Lee afirmó que «era posible insertar a un costo (o coste, como se emplea mayoritariamente en España) más alto
casi cualquier anuncio disfrazado como un poco de noticias. No
sólo los avisos de lectura tout productos ordinarios, como hornear
el polvo y el acortamiento vegetal, también promovieron
las agendas políticas de tales empresas como el petróleo, el seguro,
ferrocarriles, y servicios públicos privados. Y proporcionaron un lucrativo
fuente de ingresos para los editores frente a la competencia fi Erce
para lectores y anunciantes.
Mentir sobre la circulación se convirtió en común, y
los anunciantes resintieron la ofuscación. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Para ellos, una publicación
la circulación pagada era una mercancía — una que debería
ser medido con precisión antes de la compra como cualquier otro servicio
o producto. Editores que se negaron a revelar la circulación
fi guras o que mintió acerca de ellos eran ladrones, no robar
sólo anunciantes y editores honestos, sino también la Federal
Gobierno en sus esfuerzos por eliminar las publicaciones «ilegítimas»
del privilegio postal.
Se puede contratar publicdad por internet de muy diferenes maneras.
Desde Adwords de Google, hasta la iserción de un “banner” en una página web.