La elección de Joe Biden, aliado de los sindicatos, y el control de la Cámara de Representantes y el Senado por parte del Partido Demócrata, tradicionalmente favorable a los trabajadores, han estimulado las predicciones de que el movimiento sindical puede ver renovado su impulso durante la presidencia de Biden. Sin embargo, el movimiento fue incapaz de conseguir que el Congreso aprobara un objetivo legislativo clave -un proyecto de ley que hubiera facilitado la sindicalización- hace una década, cuando los demócratas también controlaban la Casa Blanca y el Congreso. Los sindicatos, que luchan contra la disminución del número de afiliados, esperan que un Partido Demócrata que ahora tiene un ala progresista, junto con las presiones económicas de la pandemia, dé mayor urgencia a su programa. También argumentan que, al negociar salarios más altos, los sindicatos contribuyen a reducir las crecientes diferencias de riqueza e ingresos del país. Sin embargo, las poderosas fuerzas que han contribuido durante mucho tiempo al declive de los sindicatos siguen vigentes, como el aumento de la automatización, la subcontratación y la globalización de la fabricación debido a los acuerdos de libre comercio, el aumento de la economía de los trabajos por encargo y los agresivos esfuerzos antisindicales de las empresas.