Guerra de Religión
Equipos enfrentados de investigadores han utilizado pruebas estadísticas para demostrar que la identidad religiosa es y no es un predictor primario de conflicto, que las guerras con un elemento religioso son y no son más mortíferas y duraderas, y que la represión nacional de la religión está correlacionada positiva y negativamente con el conflicto. Las teorías dominantes sobre las causas de la guerra en las relaciones internacionales sugieren que la religión debería desempeñar un papel secundario en la guerra. Las guerras son costosas y los Estados son reacios a entrar en conflicto a menos que los beneficios superen los costes. Cuando luchan, los estados luchan por el poder, los recursos, el territorio o la supervivencia, no por convertir a sus enemigos o capturar sus reliquias sagradas. Los “bienes” religiosos proporcionan pocas de las recompensas materiales que interesan a los Estados. Si la religión no ha desempeñado ahora, ni en el pasado, un papel primordial en la motivación de los conflictos, ¿cuál es entonces su función en el período previo a la guerra? Tiene tres funciones distintas: proporciona una fuente de identidad de grupo, puede movilizar a los participantes en la guerra y puede dar forma a las organizaciones que participan en ella. Además, algunos estudiosos sostienen que determinados movimientos religiosos son singularmente propensos a la guerra.