Fue la introducción del papel desde Oriente la que hizo practicable el método de impresión. Todavía es difícil asignar el honor de la prioridad en el uso del simple expediente de la impresión para multiplicar los libros. Aparentemente, la gloria, tal como es, pertenece a Holanda. En Haarlem, un tal Coster ya imprimía con tipos móviles antes de 1446. Gutenberg imprimía en Maguncia más o menos en la misma época. En 1465 ya había impresores en Italia, y Caxton instaló su imprenta en Westminster en 1477. El primer libro impreso en Hungría está fechado en 1473. Pero mucho antes de esta época ya se utilizaba parcialmente la imprenta. Los manuscritos, ya en el siglo XII, mostraban letras iniciales que podrían haber sido impresas a partir de sellos de madera. Mucho más importante es la cuestión de la fabricación del papel. No es demasiado decir que el papel hizo posible el renacimiento de Europa. El papel se originó en China, donde su uso se remonta probablemente al siglo II a.C. A partir de la Alta Edad Media, el papel se convirtió en el principal soporte de la escritura en Europa. Inventado en China antes de la era cristiana, fue difundido por la cuenca mediterránea por los árabes. En el siglo XIII, Italia renovó fundamentalmente sus técnicas de fabricación introduciendo la trituración de trapos en cubas (pilas), los tamices de alambre (forma) y la cola animal. Pero el término “papel” tiene muchos significados. Por ejemplo, es también una posición en bolsa que indica un exceso de la oferta sobre la demanda y que en situación límite puede impedir que se realicen operaciones. En bolsa habitualmente se llama papel a las acciones.