La oferta de un producto tiende a ser elástica durante un periodo de tiempo más largo o, para ser más precisos, a largo plazo. El largo plazo se define como el tiempo que tardan las empresas en cambiar cualquier recurso utilizado en la producción. A largo plazo, las empresas pueden cambiar el número de trabajadores en la planta, la cantidad de materias primas o productos semielaborados utilizados en la producción, e incluso el tamaño de la propia planta. Además, a largo plazo las empresas adicionales pueden entrar en la industria o salir de ella. Cuando el precio de un producto aumenta, las empresas pueden dedicar a largo plazo más recursos -trabajadores, materiales, bienes de capital, incluso una instalación de producción más grande- a la producción de estos productos. Por el contrario, cuando el precio del producto baja, las empresas pueden reducir la producción eliminando recursos, cerrando plantas o abandonando el sector. Así pues, si disponen de tiempo suficiente para ajustar los niveles de producción, las empresas tienen la capacidad de responder a los cambios de precios. La oferta de un producto tiende a ser inelástica durante un periodo de tiempo más corto, o el corto plazo.