El concepto de refugiado es inherentemente geográfico, un barómetro de la inestabilidad política y la encarnación de la migración forzada. En el uso actual, el término tiene dos significados principales; uno es coloquial y a menudo político, mientras que el otro es legal. Tras el desastre humanitario que surgió después de que el huracán Katrina azotara la costa sur de los Estados Unidos en agosto de 2005, los medios de comunicación llamaron a esos norteamericanos apiñados en los tejados de sus casas esperando ayuda y personas que habían buscado refugio en el local Estadio de los deportes “refugiados”. Muchos rechazaron el término, diciendo que no querían ser raciales como pobres, africanos, u otros. Sin embargo, otros defendieron el término como apropiado, diciendo que la administración Bush no era capaz ni estaba dispuesta a ayudar y proteger a sus propios ciudadanos en este momento de necesidad. En ambos casos, el término se politizaba por razones concretas, pero en términos jurídicos, los sobrevivientes del huracán Katrina no eran refugiados legales sino más bien desplazados internos. Asimismo, se hacen referencias a “refugiados ambientales” afectados por el calentamiento global o los desastres naturales.
El significado legal del refugiado es más directo; está arraigada en el sistema estatal de Westfalia en el que los ciudadanos, o los nacionales, pertenecen a Estados soberanos que les proporcionan protección. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). Los refugiados son vistos, entonces, como una especie de aberración a estas normas de estado. Se piensa que los Huguenots protestantes que huyeron de Francia bajo el gobierno de Luis XIV en 1685 son los primeros refugiados modernos. El rey francés revocó la protección de los Huguenots para que adoraran su religión sin persecución del estado, lo que condujo a su desplazamiento.