Si las zonas de indistinción marcan la violencia civil contemporánea en el sur de Asia, ¿cómo podemos repensar nuestras prácticas de asistencia legal y las posibilidades de restitución? Es importante reconocer que el tribunal de justicia se convierte en la principal zona en la que se hace la distinción entre la vida y la muerte. Como un híbrido de metáfora y hecho, el tribunal materializa la fuerza de la ley. ¿Puede ser que en esta materialización, la ley sea capaz de establecer de nuevo su voluntad letal? Algunos autores, ya en los años 90, argumentan que la violencia, tanto en su forma literal como simbólica, es parte integral de la constitución del derecho moderno, un punto del que se hacen eco varios filósofos (Derrida, Taylor, Narveson). Parece que si la ley no puede existir aparte del ejercicio de la fuerza, entonces las leyes necesariamente desean la transgresión. (Tal vez sea de interés más investigación sobre el concepto). En la formulación de Derrida cada vuelco exitoso de la ley (un momento revolucionario) al mismo tiempo inventa o instituye una nueva ley que legitima retrospectivamente la violencia con la que se superó un orden preexistente.