El keynesianismo se refiere, en sentido estricto, a las teorías económicas de J. M. Keynes (1883–1946) y, en sentido más amplio, a una serie de políticas económicas que han sido influenciadas por estas teorías. El keynesianismo ofrece una alternativa a la economía neoclásica y, en particular, plantea una crítica a la “anarquía económica” del capitalismo del “laissez-faire”. Keynes sostenía que los niveles de crecimiento y de empleo están determinados en gran medida por el nivel de ‘demanda agregada’ en la economía, y que el gobierno puede regular la demanda, principalmente a través de ajustes en la política fiscal, para conseguir el pleno empleo. El keynesianismo llegó a asociarse con una estrecha obsesión por las políticas de ‘impuestos y gastos’, pero esto ignora la complejidad y sofisticación de los escritos económicos de Keynes’. Influido por la globalización económica, ha surgido una forma de neokeynesianismo que rechaza la gestión económica “de arriba abajo”, pero que sigue reconociendo que los mercados se ven obstaculizados por la incertidumbre, la desigualdad y los distintos niveles de conocimiento. John Maynard Keynes fue un Director del Economic Journal y gobernador del Banco de Inglaterra que en 1919 predijo el fracaso del Tratado de Versailles. En 1942 recibió el título de barón Keynes de Tilton y, dos años más tarde, dirigió la delegación británica que asistió a la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas (más conocida por el nombre de Conferencia de Bretton Woods). Presento en este foro el que fue denominado Plan Keynes, que promovía la institución de un organismo financiero internacional al que debían estar sujetos los distintos bancos centrales nacionales y que podría conceder créditos internacionales. En esta entrada se analizará a fondo el paso del keynesianismo al neoliberalismo, y su enfrentamiento y diferencias, todos ellos paradigmas (sistema de creencias, reglas o principios) cambiantes en la economía. La comprensión pública de la economía también es importante. Una de las consecuencias más significativas del colapso de la economía neoliberal, con su culto al “mercado autorregulado”, ha sido el renacimiento del gran economista inglés John Maynard Keynes. El keynesianismo proporciona algunas respuestas a la situación actual, pero no la clave para superarla. El capitalismo global ha sido abatido por sus contradicciones inherentes, pero un segundo ataque de keynesianismo no es lo que necesita. La profundización de la crisis internacional exige un control estricto de la libertad de movimiento del capital, una regulación estricta de los mercados financieros y de materias primas, y un gasto público masivo. Sin embargo, las necesidades de los tiempos van más allá de estas medidas keynesianas para abarcar la distribución masiva del ingreso, un ataque sostenido a la pobreza, una transformación radical de las relaciones de clase, la desglobalización y quizás la trascendencia del propio capitalismo bajo la amenaza del cataclismo ambiental.