Este texto se ocupa de la historia del monopolio comercial. Se describe algunos de los monopolios más conocidos, sus efectos en la economía y la respuesta del gobierno a su ascenso al poder. La Reina Isabel I se encargó de conceder patentes de monopolio por decenas. Apenas había una familia en el reino que no se sintiera agraviada por la opresión y la extorsión que este abuso naturalmente causaba. El hierro, el aceite, el vinagre, el carbón, el salitre, el plomo, el almidón, el hilo, las pieles, el cuero, el vidrio, sólo podían comprarse a precios exorbitantes. La acumulación de metales preciosos a través de los excedentes comerciales fue la principal idea mercantilista detrás del control monopólico, a veces difícil de aplicar, o con ganancias esquivas, del comercio que España y Portugal impusieron a sus colonias. Los últimos grandes monopolios estadounidenses se crearon con un siglo de diferencia, y uno de ellos duró más de un siglo. La Ley Antimonopolio Sherman prohibía los trusts y las combinaciones monopolísticas que imponían restricciones “irrazonables” al comercio interestatal e internacional. La globalización y la madurez de la economía mundial (o global) han hecho que se pida la retirada de las leyes antimonopolio. El foco de los monopolios modernos se centra en las empresas de Internet, como Amazon, Facebook y Alphabet. Uno de los primeros teóricos en considerar el impacto de los monopolios en una economía fue el filósofo griego Aristóteles (382-322 a.C.). En su obra Política describe a un filósofo llamado Tales que preveía una gran cosecha de aceitunas y, por tanto, alquilaba todos los lagares de su región a bajo precio, con mucha antelación. Más tarde obtuvo un importante beneficio alquilándolas a los productores de aceite de oliva que necesitaban muchas para procesar sus rendimientos superiores a la media. Aristóteles alabó a Tales por su previsión y argumentó que los intentos de monopolizar un mercado son un “principio universal de los negocios”. No todos los gobiernos de la antigüedad compartían la apreciación de Aristóteles sobre los monopolistas y su dominio de la oferta. En Roma, por ejemplo, los mercaderes solían comprar grandes cantidades de provisiones como el maíz o el trigo o retrasaban deliberadamente la entrega de los cargamentos por parte de los barcos para crear una escasez artificial. Esta condición, también conocida como ineficiencia de asignación, permitía a los mercaderes generar beneficios anormales, o de monopolio. En el año 50 a.C., el Imperio Romano promulgó una de las primeras leyes sobre la competencia, imponiendo fuertes multas a quien retrasara la entrega de las mercancías en el mercado. Asimismo, en el año 483 de la era cristiana, el emperador romano Zenón promulgó una constitución en la que se prohibían explícitamente los monopolios bajo pena de exilio.