Los países receptores se benefician de varias maneras, pero deben gestionar una mano de obra diversa. El principal beneficio es cubrir la escasez de personal, pero los países de destino de la migración sanitaria también ahorran en formación y educación del personal sanitario. Preocupados por la escasez, muchos países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (por ejemplo, Francia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos) han tomado “decisiones políticas deliberadas” para aumentar el número de matriculados en las facultades de medicina y enfermería (OCDE 2019, 27), pero el aumento aún no ha satisfecho la creciente demanda de mano de obra. Los migrantes suelen estar más dispuestos a aceptar puestos menos deseables (por ejemplo, especialidad médica, turno, región geográfica).