La Conferencia de Bandung (1955) puede considerarse como la primera manifestación política del Sur con respecto al Norte. En aquella reunión, 29 países (de los cuales 16 eran antiguas colonias) se negaron a quedar bajo la influencia de cualquiera de las grandes potencias. Durante esta conferencia, apodada “Yalta afroasiática”, se debatieron varios temas, como las políticas colonialistas de Francia en el norte de África y de la Unión Soviética en Turquía e Irak, los problemas de Taiwán, Oriente Próximo y Nueva Guinea Occidental. Los occidentales siguieron de cerca la conferencia y desempeñaron un importante papel entre bastidores para inspirar a sus amigos y clientes. (Por ejemplo, Estados Unidos proporcionó ayuda económica y militar a 20 países representados en Bandung). El comunicado final establece los principios de una política común. Basándose en las declaraciones de la ONU, la conferencia afirmó el derecho de los pueblos a la autodeterminación, condenó las prácticas colonialistas y deploró toda política de segregación racial. También proclamó la igualdad de razas y naciones, y la necesidad de cooperación económica y cultural. Expresando su preocupación por el estado de tensión mundial, propuso la prohibición de la fabricación y las pruebas de armas nucleares, la necesidad de un control internacional y la resolución de los conflictos por medios pacíficos. Esta conferencia, colocada bajo el signo de la unidad, sigue siendo el símbolo de una toma de conciencia por parte de los pueblos asiáticos y africanos, que afirmaron su voluntad común de independencia y de lucha contra el colonialismo o el neocolonialismo.