Aquí se evalúa una serie de afirmaciones positivas en torno al papel de Internet en las campañas y las elecciones. Se observa que Internet se está incrustando en las campañas y las elecciones. Captar la influencia de cualquier campaña, o aislar el impacto de cualquier herramienta o aspecto específico de una campaña, es, en el mejor de los casos, un objetivo móvil muy complejo. La campaña hipermedia debe permitir y esperar la “descomposición y recomposición de los mensajes”. La literatura reconoce que, para tener éxito, hay que producir y a la vez unirse al ecosistema de la comunicación. Investigar las campañas de algunos políticos puede ayudar a explicar la evolución en la adaptación a dichas campañas. El compromiso con las campañas electorales está siendo determinado por Internet, pero no es el único factor. La implicación más fundamental, perniciosa y, al mismo tiempo, difícil de detectar del cambio hacia los medios sociales no es el creciente poder de los intermediarios, sino la incapacidad de la regulación para nivelar el terreno de la contienda política y limitar el papel del dinero en las elecciones. Actualmente está bien aceptado, de hecho las normas legales y reglamentarias así lo reflejan, que las instituciones mediáticas desempeñan un papel clave en la configuración del debate democrático y la formación de las preferencias de los votantes. Por eso se han desarrollado una serie de salvaguardias para evitar que los medios de comunicación abusen del proceso político. Estas normas deben actualizarse para tener en cuenta la evolución de los medios de comunicación.