Aspectos Filosóficos de la Divina Comedia
Lo que tenemos en Dante es un acercamiento de cada una de estas cosas, de cada énfasis sucesivo en el ámbito de la teología, la filosofía, la lengua y la literatura, a la cuestión existencial como lo englobante, como el paradero de su propia funcionalidad. Esta situación es discernible en todas partes en el texto y en todas partes decisiva para su interpretación. Es discernible en la Vita nova como la gran obra de los primeros años de Dante, donde se trata del amor propiamente entendido -del amor, es decir, como una cuestión menos de posesión que de alabanza- como aquello por lo que el amante se conoce a sí mismo en el tipo de “transhumanidad” como sino la propia humanidad en su propio devenir. Es perceptible en el Convivio en su preocupación no sólo, ni siquiera principalmente, por los énfasis rutinarios de la filosofía clásica y medieval precisamente como tal, sino por un amor a la sabiduría que hace que se abogue por una especie más amplia y, de hecho, más auténtica, tanto de autoafirmación privada como colectiva. Comprometido como estaba con el bienestar no sólo de sus contemporáneos, sino de aquellos “que considerarán este tiempo como antiguo”, el de Dante es en este sentido un discurso que abarca los siglos, un discurso que le confirma en su estatus, no sólo como icono cultural, sino como compañero de viaje.