Una vez que un virus emergente agudo, como una nueva cepa de gripe, se establece con éxito en una población, generalmente se instala en un modo de epidemias cíclicas durante las cuales muchas personas susceptibles se infectan y se vuelven inmunes a nuevos ataques. Cuando la mayoría de ellas son inmunes, el virus sigue adelante y sólo vuelve cuando ha surgido una nueva población susceptible, que por lo general está formada por los nacidos desde la última epidemia. Antes de que se generalizaran los programas de vacunación, los niños pequeños sufrían una serie de enfermedades infecciosas muy reconocidas, denominadas “infecciones infantiles”. Estas incluían el sarampión, las paperas, la rubéola y la varicela, todas ellas causadas por virus, de los cuales sólo la varicela sigue siendo generalizada en Occidente hoy en día. Es interesante observar que en los últimos años el sarampión se ha convertido en un problema en el entorno hospitalario. Debido a la rareza del sarampión en los países con una gran cobertura de vacunas, los casos suelen quedar sin diagnosticar hasta que aparece el sarpullido, momento en el que el paciente ha sido infeccioso durante varios días.