En febrero de 2015, se publicó un informe titulado “Review into recent allegations relatating to conditions and circumstances at the Regional Processing Centre in Nauru”, en el que se investigaban las acusaciones de violación y sexo a cambio de favores de los llamados “procesados” en uno de los centros australianos de procesamiento de inmigración en la isla de Nauru. Al recibir el informe, el entonces primer ministro de Australia, Tony Abbott, comentó: “Ocasionalmente, me atrevo a decir que suceden cosas, porque en cualquier institución se obtienen cosas que ocasionalmente no son perfectas”.
Muchos observadores no están de acuerdo. El tema de esta entrada es que acontecimientos como la violación y el sexo a cambio de favores en las instituciones que acogen a refugiados no “simplemente ocurren”. Su argumento central es que los casos de violencia sexual y de género, así como otras formas de violencia, surgen debido a las condiciones particulares de las instituciones y situaciones de los refugiados, y que el análisis de las corrientes subyacentes es un primer paso necesario hacia los esfuerzos para prevenirlas. Lo que hace que las situaciones de refugiados sean particulares es que los individuos y las comunidades son sacados del contexto cotidiano en el que su vida social sigue ciertas normas y reglas sedimentadas a lo largo del tiempo. Estas normas y reglas son desafiadas y puestas en duda por las nuevas demandas y limitaciones encontradas en el desplazamiento, donde gran parte del mundo social, económico y político está formado externamente e impuesto restrictivamente. A menudo, los refugiados terminan en una situación de dependencia de las instituciones y de las personas que ocupan puestos de poder, lo que los hace vulnerables a los abusos y a la explotación, como en el ejemplo del centro de procesamiento de Nauru mencionado anteriormente. Si bien esto no conduce necesariamente, en sí mismo, a un comportamiento violento, en algunos casos sí puede hacerlo. Y aunque esto concierne a todos los refugiados, las mujeres, hombres, niñas y niños lo experimentan – y se ven afectados por ello – de manera diferente. Estos aspectos se tratarán aquí.