La Federación de Malasia, formada en 1963, constaba originalmente de Malaya, Singapur, Sarawak y Sabah. Debido a las tensiones políticas internas, Singapur se vio obligado a abandonarla en 1965. Malasia debe su exitosa trayectoria económica a una serie de factores. Geográficamente se encuentra cerca de las principales rutas comerciales del mundo, lo que le permitió entrar pronto en la economía internacional. La escasa población autóctona y la mano de obra se han complementado con inmigrantes, principalmente de los países asiáticos vecinos, y muchos de ellos se han domiciliado permanentemente. La economía siempre ha estado excepcionalmente abierta a influencias externas como la globalización. El capital extranjero ha desempeñado un papel importante en todo momento. Los gobiernos, tanto coloniales como nacionales, han tratado de gestionar la estructura de la economía manteniendo la estabilidad interétnica. Desde aproximadamente 1960, la economía se ha beneficiado de una amplia reestructuración con un crecimiento sostenido de las exportaciones tanto del sector primario como del secundario, obteniendo así un doble impulso. Sin embargo, en un balance menos positivo, el país ha cambiado hasta ahora la dependencia de una gama limitada de productos primarios (por ejemplo, el estaño y el caucho) por la dependencia de una gama igualmente limitada de productos manufacturados, en particular la electrónica y los componentes electrónicos (59% de las exportaciones en 2002). Estas industrias se enfrentan a la creciente competencia de países con salarios más bajos, especialmente India y China. Dentro de Malasia, la distribución de la industria secundaria está desequilibrada, favoreciendo actualmente en gran medida a la Península. Sabah y Sarawak siguen dependiendo en gran medida de los productos primarios (madera, petróleo, GNL). Es urgente seguir buscando nuevas industrias en las que Malasia pueda disfrutar de una ventaja comparativa en los mercados mundiales, sobre todo porque la armonía interétnica depende en gran medida de la continuidad de la prosperidad económica.