Cualquier tecnología puede ser estudiada antropológicamente desde varias perspectivas –los rituales que origina, las relaciones sociales que ayuda a crear, las prácticas desarrolladas por distintos usuarios alrededor de éstas, los valores que fomenta. En todas partes, los humanos intentan entender el mundo y hacer que las cosas sucedan. Algunas personas, en algunos lugares y en algunos momentos, llaman a esos esfuerzos “ciencia” y “tecnología”.
Entre las cosas que la gente hace, la ciencia y la tecnología se consideran comúnmente como algunas de las más importantes: los inversores privados, los gobiernos y las universidades como la que usted está actualmente matriculado gastan grandes cantidades de dinero en ellas; la gente las elogia como logros humanos transformadores (por ejemplo, la erradicación de la viruela, Internet) o las culpa de los males sociales (por ejemplo, las armas nucleares, Internet). Y, aunque los seres humanos son el único tipo de personas que se sabe que describen sus actividades como ciencia o tecnología, se supone comúnmente que la ciencia y la tecnología tienen poco que ver con las cualidades humanas de esos seres humanos: la cultura, la sociedad, la raza, el género, la clase y un sinfín de otras cosas que importan mucho a las personas se consideran típicamente externas a la ciencia y la tecnología. A veces, la ciencia y la tecnología se definen explícitamente como los esfuerzos humanos únicos en los que estos factores no importan.