Gestión de Crisis en la Administración Pública
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Visualización Jerárquica de Gestión de Crisis
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Varios Aspectos de la Gestión de Crisis en la Administración Pública
La gestión de crisis se refiere a los esfuerzos realizados por las organizaciones para prepararse, responder, recuperarse y mitigar los desastres y las crisis. Sobre la naturaleza de las crisis, cabe decir que las crisis desbaratan los planes, interrumpen las continuidades y paralizan brutalmente las operaciones normales del gobierno y las vidas humanas. Hay dos tipos de crisis: una orientada al proceso que se desarrolla a lo largo de un periodo de tiempo, y la otra una ruptura repentina que se desarrolla en semanas, días, horas o incluso minutos.
Historia de la gestión de emergencias
La evolución de la gestión de crisis se refiere a la historia del sistema estadounidense de gestión de emergencias, que abarca desde principios del siglo XIX hasta el año 2015.
La teoría y la práctica de la gestión de crisis han evolucionado significativamente a lo largo del último siglo en Estados Unidos. Esta evolución se debe en parte al aumento de la frecuencia, el tamaño y el alcance de las catástrofes, que provocan importantes pérdidas humanas, físicas y económicas. Sin embargo, los acontecimientos políticos que incluyen cambios en las administraciones, guerras mundiales y el ascenso y declive de las potencias nacionales también han impulsado esta evolución. Por ejemplo, se han producido numerosos cambios políticos e institucionales en respuesta al huracán de Galveston, la Guerra Fría, la Isla de las Tres Millas, el 11-S y el huracán Katrina. En conjunto, estos acontecimientos han contribuido a desarrollar y caracterizar la gestión de crisis como una subdisciplina esencial dentro de la administración pública.
Gobernaza en la Gestión de Crisis en la Administración Pública
La gobernanza, en el contexto de la gestión de crisis, se refiere a (1) la capacidad del gobierno para prestar servicios y gestionar crisis y (2) la colaboración intersectorial y las redes interorganizativas.
Gobernanza es un término que se utiliza en diversos contextos. El objetivo aquí es ofrecer una visión general de la gestión de crisis y catástrofes y de cómo se relaciona con múltiples aspectos de la gobernanza. Se trata de examinar las catástrofes y los aspectos relevantes de la gobernanza y, en general, se expondrá la definición teórica y práctica de la gobernanza en la gestión de crisis: (i) la gobernanza como capacidad gubernamental y (ii) la gobernanza como colaboración intersectorial y redes interorganizativas.
Respecto a los sistemas de gestión de catástrofes, las catástrofes son incidentes que causan trastornos en las sociedades como consecuencia de peligros naturales o provocados por el hombre.
La incertidumbre en la gestión de crisis
La incertidumbre es una sensación de duda que inhibe al responsable de la toma de decisiones de actuar. Una crisis es un acontecimiento que supone una seria amenaza para la estructura básica o los valores y normas fundamentales de un sistema (en este caso, de la Administración pública), que bajo presiones de tiempo y circunstancias altamente inciertas requiere la toma de decisiones críticas. Durante tales acontecimientos, los administradores públicos deben ser conscientes de las incertidumbres presentes en su entorno operativo y tratar de reducirlas o gestionarlas. Aunque el significado de la incertidumbre se ha explorado en campos como las matemáticas, la economía, la estadística y la filosofía, los teóricos de la toma de decisiones y la organización definen la incertidumbre como una sensación de duda que bloquea o retrasa la acción. Véase también Modelos naturalistas de toma de decisiones; Toma de decisiones participativa y gestión de crisis; Elaboración de políticas y gestión de crisis; Modelo racional de toma de decisiones.
Política y Teoría de Gestión de Crisis en la Administración Pública
Una crisis es una situación que amenaza los objetivos esenciales de las unidades de decisión, reduce el tiempo disponible para la toma de decisiones y cuya aparición sorprende a los responsables. La gestión de riesgos y crisis no es sólo una cuestión de relaciones públicas, sino que requiere una gestión estratégica y proactiva, una cultura de la prevención, una preparación demostrada y mecanismos de vigilancia y detección instantánea de las señales débiles. Por ello es preferible considerar que una crisis afecta físicamente a todo un sistema y pone a prueba los principios fundamentales de los miembros de la organización. Su efecto es amenazar la legitimidad de todo un sector, cambiar radicalmente la misión estratégica de la empresa o perturbar el mundo subjetivo de los individuos, su forma de percibir la realidad y la vida, así como su profundo sentimiento de identidad y cohesión interna.
La palabra crisis es de origen griego, krisis, que significa “separar, elegir, juzgar, decidir”. No fue hasta el siglo XVIII cuando el concepto médico, referido específicamente a la exacerbación de los trastornos que anuncia el fin, se aplicó a los análisis de la sociedad. En el siglo XIX, varias perspectivas teóricas (jurídica, sociológica, económica) utilizaron el término sucesivamente, dando forma al concepto de crisis tal y como se utiliza hoy en día.
El campo de la gestión de riesgos y crisis tomó forma con el análisis de riesgos, una disciplina preocupada por la seguridad industrial y la anticipación de las crisis tras un accidente. Este campo de estudio introdujo la noción de gran riesgo tecnológico. Sociólogos, antropólogos, especialistas en relaciones internacionales, geógrafos, psicólogos y, más recientemente, investigadores en ciencias administrativas y de gestión han contribuido al conjunto de conocimientos sobre catástrofes naturales y humanas, análisis de riesgos y gestión de crisis.
A veces resulta tentador reducir la gestión de crisis a la gestión de los medios de comunicación. Aunque esta dimensión es importante, la gestión de crisis es mucho más amplia. Es un proceso continuo e integrado inherente a la gestión y la cultura de una organización. Para la gestión de crisis se requieren muchas habilidades directivas y organizativas. Entre ellas, son cruciales la capacidad de pensar fuera de la caja habitual, que se limita a lo imaginable, y la capacidad de conseguir la implicación de todas las partes de una organización.
Cuando se trata de la seguridad y la vulnerabilidad a las crisis en sistemas tecnológicos altamente complejos, existen dos escuelas de pensamiento enfrentadas. Según la teoría de la “alta fiabilidad”, se pueden poner en marcha una serie de elementos preventivos para evitar accidentes. Una buena gestión, un buen diseño organizativo, la redundancia en las tareas de los empleados y en la información destinada a ellos, la prioridad dada a la seguridad como objetivo organizativo, una estructura descentralizada de toma de decisiones, el aprendizaje y la formación continua y los simulacros operativos pueden reforzar la fiabilidad de las operaciones.
Por el contrario, la teoría del “accidente normal” sostiene que los accidentes son inevitables en los sistemas complejos y estrechamente engranados porque la seguridad y la prevención compiten con otros objetivos organizativos como la continuidad, la productividad y la rentabilidad. Para algunos autores, desde los años 80, es imposible que las organizaciones se formen para operaciones inimaginables, políticamente indeseables y altamente peligrosas. Además, la descentralización necesaria para una buena gestión de crisis es difícil de conseguir cuando las tareas son complejas y el sistema requiere una centralización adecuada (hay abundante literatura).
A diferencia de las organizaciones privadas, las públicas no tienen que lidiar con el dilema productividad/seguridad, ya que les preocupa menos la rentabilidad económica que las consideraciones sociales. Sin embargo, presentan una serie de características que favorecen la gestión en silos en lugar de una gestión integrada, horizontal, fluida y eficaz en tiempos de crisis. Entre ellas se incluyen el alto grado de formalización de las tareas y los procesos, las obligaciones legales que no fomentan la toma de decisiones flexible y una cultura de protección burocrática.
Las crisis se producen en varias fases:
En primer lugar, está la preparación para la crisis, que incluye las señales de advertencia de crisis y la prevención. Una organización debe estar preparada para reaccionar ante siete tipos de crisis: económicas, informativas, materiales, de recursos humanos, de reputación, causadas por actos psicopáticos o catástrofes naturales. Las organizaciones también deben desarrollar una conciencia de prevención y un seguimiento sistemático de las señales de alerta temprana. Se pueden mejorar y poner a prueba las competencias profesionales (gestión del estrés, preparación para la comunicación con los medios) y organizativas (flexibilidad, fluidez de la comunicación, movilización rápida de los recursos, capacidad de respuesta). Esta primera fase puede resumirse en dos mecanismos de gestión del riesgo: anticiparse y percibir.
La segunda fase es la recuperación, durante la cual la organización decide el curso de acción a seguir. Incluye uno de los aspectos más importantes de la gestión de crisis: la contención de daños para evitar que la crisis afecte a otros sectores de la organización o de la red. La fuerte interdependencia que caracteriza a los sistemas (las propias organizaciones), subsistemas (divisiones o unidades) y suprasistemas (grandes redes o infraestructuras, como la energía o las telecomunicaciones) de la sociedad moderna hace que esta dimensión sea altamente estratégica. La calidad de las decisiones dependerá de la calidad de la información, de la exactitud y objetividad de su transmisión y de las aptitudes cognitivas del grupo decisor. En resumen, las dos acciones que hay que llevar a cabo durante esta segunda fase son reaccionar y contener.
Por último, una organización que experimenta una crisis debe aprender de ella y reconocer los puntos débiles que la llevaron a vivirla o a ser incapaz de gestionarla eficazmente. Este proceso de aprendizaje es difícil, ya que las organizaciones pueden tener la tentación de encubrir sus errores en lugar de aprender de ellos. Dado el poder de los expertos, es posible que vuelvan a confiar en la misma lógica científica que apela a una creencia errónea en la invulnerabilidad de los sistemas, las estrategias y las estructuras. No debería fomentarse la culpabilización, salvo en casos de negligencia o de prevaricación criminal. En su lugar, el énfasis debe ponerse en aprender lecciones y reconfigurar los sistemas para reducir la probabilidad y mitigar los efectos de futuras crisis. Los dos mecanismos que deben desplegarse aquí son el aprendizaje y la reingeniería de procesos.
Revisor de hechos: Renné
Administración Pública y Gestión de Crisis en la Administración Pública
La administración pública como campo de estudio se encuentra en medio de un entorno fluido. El propio alcance y complejidad de la administración pública ha sido fácil de dar por sentado, fácil de atacar y difícil de explicar, sobre todo en el entorno mediático de los soundbites y Twitter-snipe. No sólo ha cambiado el contexto de la disciplina, sino que las instituciones de la administración pública se han adaptado e innovado para prestar servicios al público y servir a quienes detentan el poder, al tiempo que ellas mismas se han vuelto cada vez más complejas. Esto también afecta a Gestión de Crisis en la Administración Pública. ¿Ha evolucionado la administración pública? ¿Y qué nuevas líneas de investigación son fundamentales para una política eficaz y la prestación de programas y servicios públicos preservando al mismo tiempo principios fundacionales como el Estado de derecho y las instituciones expertas?- Reforma administrativa
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