Si algunos autores reflexionan sobre las lecciones que algunos autores han extraído de la propia experiencia investigadora de algunos investigadores, hay varios puntos clave. En primer lugar, la ética no sólo participa en el aspecto del trabajo de campo de la investigación. Más bien, se inscriben desde el principio hasta el final. Iniciar el contacto con expertos en la materia al principio del proceso de investigación es vital. Del mismo modo, la práctica ética y el impacto de la investigación no tienen por qué detenerse con su tesis o trabajo. Tiene la oportunidad de aprovechar la ocasión para marcar una verdadera diferencia. En segundo lugar (y relacionado con lo anterior), la ética no debe considerarse como un “añadido”, sino que tiene que estar implícita en el proceso de investigación. Los investigadores deben permanecer reflexivos, flexibles y conscientes. En este sentido, la comunicación es vital. Los investigadores deben mostrar un interés más allá del trabajo: hacer que el trabajo sea transparente y vivir, sentir y aprender la investigación con los participantes. En tercer lugar, la ética consiste en no considerar la investigación como algo abstraído de uno mismo y de sus valores morales. Una conciencia reflexiva de la posicionalidad es fundamental, junto con una reflexión sobre cómo se le ve a usted como investigador. Se puede sospechar de los llamados “expertos”.