Los monopolios del conocimiento son la monopolización de los medios de comunicación y la consiguiente centralización del poder. Para Harold Innis, el control de los medios de comunicación y la difusión de la información garantizan el poder. En este sentido, quienes ostentan el poder tienen interés en restringir el acceso de las masas a la información. El concepto de monopolio del conocimiento emana de la inclusión de la cultura y la política en el concepto de monopolio económico. Los medios de comunicación más poderosos para influir en las mentes de los hombres eran por entonces probablemente la radio y la televisión. El progreso de esta última, en particular, fue vertiginoso. Millones de hombres y mujeres dejaron de ir a los teatros, a los conciertos o a los cines; si iban a los cafés, incluso en los países latinos, a menudo ya no era para discutir o divertirse, sino para sentarse en filas ante una plaza resplandeciente. Este nuevo medio pudo suponer un gran avance en el control y conocimiento del público sobre sus gobernantes. Antes del siglo XVII el pueblo sólo podía conocerlos -si es que lo hacía- por los informes ocasionales de los miembros de un parlamento o de una dieta. En los siglos XVIII y XIX la prensa les informaba por escrito de lo que decían sus gobernantes y a menudo -a pesar de los castigos y las prohibiciones- de lo que hacían sus gobernantes. En los años treinta del siglo XX podían, en su mayoría, escuchar las voces reales de sus gobernantes en la radio y formarse opiniones en consecuencia. Pero, con el tiempo, fueron utilizados, los medios de comunicación, como instrumentos de propaganda de los que ostentaban el poder.