Este texto se ocupa del arbitraje financiero, como proceso de solución de controversias derivadas de la contratación de operaciones financieras entre intervinientes en los mercados financieros, por ejemplo calidad de intermediarios financieros. El arbitraje, en economía, se produce cuando los activos se venden en distintos mercados a precios diferentes y un comprador adquiere un activo en un mercado y lo vende en otro para obtener beneficios sin riesgo. Por desgracia para los inversores, las oportunidades sin riesgo no pueden durar eternamente. En cuanto se detecta una oportunidad de arbitraje, tiende a desaparecer. Esto se debe a que hay participantes especializados en el mercado, conocidos como arbitrajistas, que están al acecho de tales oportunidades (en la jerga financiera, esto se conoce como “almuerzo gratis”). Por ejemplo, para aprovechar una diferencia de precio en el mismo activo cotizado en dos mercados financieros, los arbitrajistas simplemente compran el activo donde cuesta menos y lo venden donde cuesta más. Debido a la ley de la oferta y la demanda, el precio del activo en el primer mercado subirá, mientras que su precio en el otro mercado bajará. Al tratar de aprovechar las imperfecciones entre los precios, los arbitrajistas contribuyen a restablecer el equilibrio.