Derivado del nombre del noble romano Cayo Mecenas (ca. 70-8 a.C.), que con ayuda material permitía a los escritores realizar libremente su trabajo, el término mecenazgo indica sobre todo apoyo financiero en el ámbito cultural sin compensación directa. El concepto se extiende a las artes, las ciencias, los deportes y los espectáculos populares. El mecenazgo se distingue por su carácter laico de las donaciones religiosas que, hasta la época moderna, influyeron en el desarrollo artístico y cultural de Suiza. Sin embargo, resulta más problemático distinguirlo claramente del arte secular por encargo (mecenazgo artístico) y de la actividad de coleccionismo. La concesión de encargos, ya sean arquitectónicos o pictóricos (Pintura), también puede implicar la promoción de artistas y, en el mejor de los casos, un enriquecimiento cultural del público. Sin embargo, sólo debería definirse como mecenazgo si el mecenas y el coleccionista ponen sus museos y colecciones a disposición del público sin ningún beneficio directo. También es difícil de clasificar terminológicamente el mecenazgo institucionalizado, a través del cual empresas públicas y privadas, asociaciones y fundaciones hacen posible la producción cultural con subvenciones monetarias (becas, aportaciones a obras), o realizan adquisiciones y donaciones útiles para un desarrollo cultural más general (fundaciones culturales, premios de arte, sociedades de bellas artes, etc). En este caso, no siempre es posible delimitar claramente el mecenazgo de la política cultural específica del Estado o del patrocinio del sector privado. Estos últimos se diferencian del mecenazgo en que combinan el compromiso con un rendimiento comercial garantizado por un contrato (por ejemplo, uso del nombre, publicidad).