Este texto explica cómo afecta el trabajo a la delincuencia, y la delincuencia afecta al empleo a su vez. La cuestión de la relación entre el empleo y la delincuencia tiene una larga historia en la criminología y se remonta a los primeros estudios sobre la delincuencia que comenzaron a mediados del siglo XIX. La criminología empírica ha confirmado repetidamente la presencia de una correlación inversa entre el empleo y la delincuencia, y las investigaciones que han abordado los problemas de selección y retroalimentación de forma convincente apuntan a que la correlación es causal. Sin embargo, la fuerza de la correlación entre el empleo y la delincuencia no es tan impresionante como sugieren algunos relatos teóricos. La investigación tampoco ha logrado señalar el mecanismo teórico preciso de la correlación. Sin embargo, hasta la fecha hay suficientes pruebas que justifican la continuación de la exploración de esta relación, que podría iluminar la vía causal. Un puñado de estudios más recientes se han esforzado por hacer precisamente eso, considerando la heterogeneidad en la relación empleo-delincuencia. Estos estudios se basan en la presunción de que el empleo puede no tener los mismos beneficios de control de la delincuencia para todos los miembros de una población. Este texto examina la conexión entre el empleo y el comportamiento delictivo en diferentes etapas de la vida. Se discuten brevemente la historia y las teorías que sugieren un vínculo general entre el trabajo y la delincuencia, y se abordamos la cuestión de cómo el trabajo afecta a la delincuencia en la adolescencia, la edad adulta emergente y la edad avanzada. Numerosos estudios empíricos entre una variedad de poblaciones de adultos y adultos jóvenes confirman sistemáticamente que el éxito en el mercado laboral en forma de empleo, salarios altos, estabilidad laboral y prestigio ocupacional están correlacionados con una menor participación en la delincuencia.